DiócesisHomilías Mons. Dorado Vigilia de la Inmaculada Publicado: 07/12/1987: 1240 En la víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción, nos hemos reunido para contar las glorias de María, la Virgen Madre de Dios y Madre nuestra. Unos hermanos nuestros en la fe –uno del siglo V y otro más reciente– nos han prestado la letra y la música. Nos hemos sentido identificados con ellos y lo hemos hecho nuestro. Nosotros hemos puesto la voz y el corazón. Con el himno del Akathistos, rebosante de poesía y de amor mariano, hemos contado la vida y los milagros de saesa sencilla mujer de ZNazaret a quien llamamos Madre de Dios y Madre nuestra. El cuadro y la imagen que resalta de María es de una belleza y de una grandiosidad impresionantes: es mucha la vida que hay en Ella y son admirables los milagros que Dios ha hecho en Ella y a través e Ella. Por eso, tras nuestra celebración contemplativa, atestiguamos con las palabras del Prefacio: ‟En verdad es justo y necesario, en nuestro deber y salvación, darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, porque libraste a la Virgen María de toda mancha de pecado original para que en la plenitud de la gracia fuese digna Madre de tu Hijo y comienzo e imagen de la Iglesia, Esposa de Cristo, llena e juventud y de limpia hermosura‶. En verdad nuestra celebración ha sido principalmente un himno de alabanza a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Porque esta nueva Eva no es la emergencia ni el resultado de las capacidades de la naturaleza humana o de las virtualidades secretas de un pueblo. María es un milagro de la Gracia. Es el resultado del poder de la Palabra y del Espíritu, cuando actúan en el hombre y son acogidos sin reserva. En mMaría aparece la mujer en su plenitud. Y al contemplarla, los creyentes captamos y nos convencemos de que hay salvación en al la historia. Como decía San Ireneo: ‟¡Qué causa de salvación! No sólo fue signo, también instrumento. -Esta mujer fue capaz de cambiar el rumbo de la historia. En pocos gestos logró situar a la humanidad de cara a Dios; sintió en lo más hondo de su ser la expectación de todos los pueblos y acogió sin reservas el gran regalo de Dios. María fue quien introdujo en la historia la semilla de la salvación definitiva: una salvación integral, de la que ella es como la profecía de la nueva humanidad y el modelo de lo que podemos nosotros llegar a ser‶. Nuestra oración ha sido esta noche, y al mismo tiempo, un Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo y una proclamación de que María es la llena de gracia y la bendita entre todas las mujeres. Autor: Mons. Antonio Dorado Soto Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Vigilia de la Inmaculada\"María, una joven con Esperanza\", Vigilia de la Inmaculada Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir