A la marcha de Hosni Mubarak los egipcios se dieron una tregua para puentear su historia desde el siglo XVIII hasta la democracia. Está claro que no lo consiguen. O, al menos, no como pensaron. ¿Quién está moviendo las grandes concentraciones entre agresivas y bullangueras en el centro del Cairo? Todas las concentraciones producen muertes. Todas las muertes elementos de apoyo para nuevas reivindicaciones. Faltan días para unas elecciones generales. Por lo tanto no parece lógica la prisa para eliminar la Junta militar de transición que ocupó el poder tras la marcha del caudillo derrotado ¿Quién tiene tanta prisa? ¿Por qué no esperar a que el pueblo decida? Es imposible una respuesta desde miradas occidentales.

El cristianismo enseñó a pensar . Durante siglos configuró una cultura que prestaba un diseño de persona al que, hasta entonces, solo había sido individuo. No ha ocurrido lo mismo con el islam. Y es indudable que muchos no tienen ningún interés en que la historia acelere su ritmo. Casi todos los analistas están convencidos que las banderas islamistas están debajo o, si se me permite el neologismo, motorizando las reivindicaciones. ¿Cual es el resultado? Desde luego las bombas serán siempre insuficientes como ha quedado claro en el caso de Gadafi. El cristianismo enseñó a pensar no a matar.

José Luis Navas, periodista