Tuve la oportunidad de conocer a Don Antonio Gómez López a mediado de los años setenta. Por aquél entonces era Vice-Consiliario del Movimiento de Cursillos y yo un pipiolo recién aterrizado en el Cursillo de Cristiandad.

Posteriormente, sucedió a D. Ángel Rodríguez Vega como responsable de los Cursillos. Un puesto muy difícil debido a la huella que había dejado D. Ángel. Pero desde el silencio y la eficacia, nos dejaba hacer y nos acompañaba desde una dirección espiritual que no nos agobiaba. La escuela de cursillos funcionaba a todo ritmo y él con nosotros. Tuve la oportunidad de vivir con Antonio algunos cursillos hasta el día en que, sin hacer ruido, dejó paso a otros consiliarios.

Le seguí viendo en sus distintas responsabilidades en la Diócesis, siempre pendiente de su hermana y de otros enfermos a los que dedicaba su atención. Últimamente le saludé en distintas ocasiones en la Catedral. Ya estaba impedido, aunque siempre que podía, acudía a bordo de su carrito de inválido. 

El último detalle que tuvo conmigo, fue el cederme su extraordinaria colección de documentos y de textos de Cursillos de Cristiandad, que hoy obran en poder de la Escuela de Cursillos. 

Creo que la gente de Cursillos no hemos sido lo suficientemente agradecidos con Antonio Gómez. Lo mismo ha sucedido con tantos otros curas que nos han acompañado con humildad en un movimiento que basa toda su estrategia en el testimonio de los seglares. Esos sacerdotes que sin su colaboración no habríamos podido dedicarnos a la primera evangelización durante los más de cincuenta años en que miles de hombres y mujeres han comenzado a vivir la vida DE COLORES. Pero creo que merecen nuestro recuerdo y todo nuestro agradecimiento. Todos ellos están en nuestra memoria. 

Ya está con el Padre. Descansa en paz. Antonio Gómez. Sacerdote