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El regalo de la vida

Mano de un bebé recién
Publicado: 01/10/2014: 16556

Todos nos hemos preguntado alguna vez por qué estamos aquí, para qué estamos aquí y a quién debemos nuestra presencia en este planeta azul creado para la vida.

«Todos llegamos a la vida con una misión, un bagaje único para cada uno de nosotros»

Nadie pueda dar a priori una respuesta fácil o acertada. Más allá de la configuración genética de todos los seres vivos y su colaboración natural a la multiplicación de las especies , todos llegamos a la vida con una misión, un bagaje único para cada uno de nosotros. Digamos que parecemos iguales, pero realmente todos y cada uno de nosotros somos diferentes al otro.

Esto me lleva a que el “Gran Alfarero” de la naturaleza nunca tiene que reproducir sus modelos porque su sabiduría es infinita. Igualmente el “Gran Alfarero” ha tenido la generosidad de dotarnos de inteligencia a fin de que disfrutemos de todos los bienes que ha puesto a nuestra disposición, para que los mejoremos y los repartamos adecuadamente.

Puede parecer un planteamiento simplista, da la sensación de ser color de rosa, pero el “Alfarero”, al hacernos inteligentes, también nos ha hecho libres. Producto de estos bienes ha surgido nuestro “yo” más íntimo, nuestra conciencia, resultado final de este soplo de vida primario, cuando quiso que nos pareciéramos a él.

Mucho ha llovido desde la aparición del hombre en la tierra y mucha ha sido su evolución. Parece demasiado lejana la era de los primeros que poblaron el mundo pero, si se analiza con sosiego, hay muchas connotaciones que nos dicen que el regalo que se nos dio, la propia inteligencia, ha ido desfigurando el bien que el Supremo Hacedor quiso hacernos. Hemos tomado el regalo pensando que podemos hacer como él. Acaba de nacer la soberbia en el hombre.

Con ella, abrazado a ella, viviendo con ella, desde el principio de los tiempos, el hombre, que fue una creación beneficiada de Dios, cambia la belleza de su conciencia por algo tan horrible como la soberbia, causa de grandes guerras y desgracias. Hoy, hasta se atreve a enmendar la plana a Dios, planificando la vida, dejando al libre albedrío incluso la posibilidad de impedir el nacimiento de seres ya gestados.

Qué duda cabe, la vida de un nonato es tan importante como la de cualquiera de nosotros. No puedo entender cómo se atenta contra algo tan sagrado como la vida de un ser que, además, no se puede defender.

En estos tiempos de soberbia, aliada a la falta de amor en que se ha instalado nuestra sociedad, se está permitiendo poner en peligro el concepto familia. Los hijos, que siempre han sido hijos del Amor, con esta falta de Amor se eliminan, y asunto resuelto.

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