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«Me siento como en casa en esta residencia»

Publicado: 07/11/2013: 7339

Las Hermanas Mercedarias de la Caridad están conmemorando el décimo aniversario de la beatificación de su padre fundador, P. Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno. Por este motivo, este sábado celebraron una Eucaristía en la Catedral de Málaga, en la que se dieron cita religiosas de la congregación llegadas de diferentes diócesis de Andalucía. Coincidiendo con esta destacada efeméride, recorremos la Residencia Nuestra Señora de las Mercedes de Alameda, de la mano de las religiosas que la gestionan y de sus residentes.

La Residencia Nuestra Señora de las Mercedes se encuentra en el corazón del pueblo, en una casa fundada en 1882. Seis religiosas son los pilares y el alma de este hogar que alberga a 21 residentes, todas ellas mujeres. Las hermanas, cuya media de edad supera los 70 años, se dedican a cuidarlas día y noche. La Madre Superiora, Sor Matilde, cuenta que su día a día comienza «a las seis de la mañana, vamos a la capilla, hacemos la oración, rezamos laudes... después viene el capellán y nos celebra la Eucaristía. Tras el desayuno cada una empieza a hacer su tarea». Sor Matilde, junto a Sor África y Sor Patro, afirma estar orgullosa de su labor. Dicen las hermanas que lo que más les satisface es que se ha conseguido crear un auténtico clima familiar en la residencia.

«NO ME SEPARO DEL TELÉFONO NI PARA DORMIR»

Verónica Argal tiene 27 años y desde hace tres es la directora del centro. Pese a su juventud, hace gala de un tremendo sentido de la responsabilidad en su trabajo: «No me separo del teléfono móvil ni para dormir, por si a alguna de nuestras residentes necesita algo». Con Verónica son nueve las trabajadoras seglares que están empleadas en la residencia. Se da la circunstancia de que Verónica pisó por primera vez esta casa cuando era una niña, ya que el edificio, hace años, tenía un doble uso: era guardería para los bebés del pueblo y también residencia de mayores al mismo tiempo. Verónica recuerda que la residencia estuvo a punto de desaparecer hace una década, cuando se clausuró la guardería. Ante este hecho, los vecinos del pueblo hicieron una recogida de firmas para salvar la residencia. La movilización fue tan grande que, efectivamente, se consiguió que el centro siguiera abierto para atender a personas mayores.

Sor Matilde, de 70 años, dice que «algunas veces lo más duro es trabajar con estas personas porque no puedes darle todo lo que querrías». Aunque asegura que lo más gratificante de su trabajo es que «las mayores te transmiten paz». La mayoría de las residentes proceden de la comarca de Antequera. Sus hijos y familiares las visitan principalmente los fines de semana, o algún día de diario. Mientras tanto, son las hermanas quienes se encargan de atenderlas, de facilitarles los cuidados médicos que necesitan, de proporcionarles cariño, y de repartir afecto.
Verónica dice que las residentes «se hacen amigas, comparten confidencias y se ayudan como si fueran familia». De esta manera, los hijos de las mayores que viven allí también se sienten muy tranquilos. Saben que sus madres están en buenas manos, en unas manos expertas y pacientes.

LAS PROTAGONISTAS, LAS RESIDENTES

El edificio cuenta con dos plantas, que comprenden las habitaciones con sus respectivos baños, una terraza, un patio, una zona de enfermería y un comedor. También tiene una amplia sala de estar, bañada por el sol a través de grandes ventanales, donde las residentes disfrutan de su tiempo libre viendo la televisión, haciendo encaje de bolillo o simplemente hablando entre ellas. A Lola, residente octogenaria, le encanta la música y sus compañeras la alientan para que cante. Lola está sentada en una cómoda butaca de cuero y se arranca con una canción religiosa. El ambiente, decididamente, es de alegría.

Juliana Castillo tiene 83 años. «Aquí me siento como en casa», dice sin dudar. «Tanto las religiosas como las trabajadoras se empeñan en hacernos la vida agradable. Esto es como un hogar de verdad. Todo está limpio y muy cuidado. La verdad es que estoy contenta por todo».

Cerca de Juliana se encuentra Carmen Salazar. Carmen es viuda y asegura que sus compañeras son para ella su familia. Destaca que en la residencia se celebran fiestas y otros actos especiales, como el de la Romería de San Isidro, el 15 de mayo. En esta fecha, residentes y trabajadoras se ataviaron con vestidos de gitana y vivieron un auténtico día de diversión.

Autor: Eva Nicolás @Eva__710

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