DiócesisHomilías

Bautismo del Señor (Catedral-Málaga)

Publicado: 08/01/2023: 4358

Homilía de Mons. Jesús Catalá durante la Misa en la fiesta del Bautismo del Señor celebrada en la Catedral de Málaga el 8 de enero de 2023

BAUTISMO DEL SEÑOR

(Catedral-Málaga, 8 enero 2023)

Lecturas: Is 42, 1-4.6-7; Sal 28, 2-4.9-10; Hch 10, 34-38; Mt 3, 13-17.

El baño del Espíritu Santo

1.- Según el evangelio de Mateo, Jesús viene desde Galilea al río Jordán y se presenta a Juan Bautista para que lo bautice (cf. Mt 3,13). Pero Juan intenta disuadirlo diciéndole: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?» (Mt 3,14). 

San Hipólito comenta esta escena, diciendo: “Jesús acude a Juan y es bautizado por él. ¡Cosa admirable! El río infinito que alegra la ciudad de Dios es lavado con un poco de agua. La fuente inconmensurable e inextinguible, origen de vida para todos los hombres, es sumergida en unas aguas exiguas y pasajeras” (Sermón en la Santa Teofanía, 2).

2.- Dios-Padre envió a su Hijo, el Verbo eterno, para purificar al ser humano por el agua y el Espíritu y hacerlo renacer a la incorrupción y a la inmortalidad. Solemos lamentarnos de nuestra mortalidad, pensando en que la vida termina y deseamos vivir intensamente buscando la felicidad aquí en la tierra; da la impresión de que nos olvidamos de que estamos llamados a la vida eterna.

El hombre ha sido divinizado por el baño de regeneración del agua y del Espíritu Santo en el bautismo; y, por tanto, ha sido hecho para la inmortalidad, siendo partícipe de la resurrección de entre los muertos y coheredero de Cristo Jesús.

Valoremos el bautismo que nos da la inmortalidad, como nos invita san Hipólito. En el bautismo se halla el agua unida al Espíritu; “el agua por la cual el hombre es regenerado y alcanza nueva vida, el agua con la cual Cristo fue bautizado, sobre la cual descendió el Espíritu Santo en forma de paloma” (Ibid., 8).

3.- Queridos padres de los candidatos al bautismo, con vuestro amor habéis dado vida a vuestros hijos, con vuestro amor los alimentáis y cuidáis su humana naturaleza. Pero con el bautismo, que habéis pedido para ellos, Dios les va regalar la inmortalidad y la participación en su divinidad. Les habéis dado la vida humana; y hoy pedís a la Iglesia para ellos la vida divina, eterna.

Gracias al sacramento bautismal, administrado por la Iglesia, recibirán la semilla y el germen de vida eterna. Éste es el mejor regalo que podéis ofrecerles. Van a ser hijos adoptivos de Dios, llamados a participar de su vida divina y a gozar de la eternidad. ¡Enhorabuena, padres, por esta decisión que habéis tomado!

Con este baño de regeneración, os comprometéis, junto con los padrinos y la comunidad cristiana, a educarlos en la fe, a renunciar al mal y al pecado, a adherirse a Cristo profesando la fe en su divinidad.

4.- El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que el significado del bautismo proviene del rito central mediante el que se celebra: bautizar significa en griego sumergir, introducir dentro del agua. No haremos el gesto de la inmersión, sino la aspersión, echando agua sobre sus cabezas. “La inmersión en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale por la resurrección con Él (cf. Rm 6, 3-4; Col 2, 12) como "nueva criatura" (2 Co 5, 17; Gal 6, 15)” (N. 1214). Se sumerge como criatura en pecado y sale como nueva criatura regenerada.

“Este sacramento es llamado también “baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo” (Tit 3, 5), porque significa y realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual "nadie puede entrar en el Reino de Dios" (Jn 3, 5)” (Ibid., 1215).

El agua bautismal es consagrada mediante una oración, en la que la Iglesia pide a Dios que, por medio de su Hijo Jesucristo, “el poder del Espíritu Santo descienda sobre esta agua, a fin de que los que sean bautizados con ella "nazcan del agua y del Espíritu” (Jn 3, 5)” (Ibid., 1238).

5.- En esta solemnidad del Bautismo del Señor la Iglesia nos invita a todos los bautizados a renovar los compromisos de nuestro bautismo. Cuando los padres y padrinos hagan la profesión de fe en nombre de los bautizandos, nos uniremos todos para renovar nuestras promesas bautismales.

Los padres y padrinos, junto con la comunidad cristiana, os comprometéis a educar en la fe a vuestros hijos bautizados; a enseñarles el amor de Dios; a rezar con ellos; a iniciarles en el camino del seguimiento de Cristo, cumpliendo los mandamientos de la Ley de Dios. Se enseña “haciendo” con ellos y no solo pidiéndoles que “hagan”. Se enseña a hablar, hablando; se enseña a amar, amando; se enseña la fe, creyendo y rezando con ellos. 

Queridos padres, padrinos y familiares, deseo animaros a que acudáis al Santuario de Santa María de la Victoria, Patrona de nuestra Diócesis, para presentar a la Virgen a vuestros hijos y ponerlos bajo su manto protector y enseñarles la devoción mariana; enseñarles a amar a la Virgen como Madre espiritual. Este es un gesto hermoso. Al final de la Misa invitaré a los padres a hacer el gesto de presentar a sus hijos ante la imagen de la Virgen.

Pedimos a la Santísima Virgen por todos nosotros, para que nos ayude a ser fieles al bautismo recibido. Amén.

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo