DiócesisHomilías Confirmaciones (Catedral) Publicado: 12/06/2015: 257 Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en las confirmaciones celebradas en la Catedral de Málaga el 12 de junio de 2015. CONFIRMACIONES (Catedral-Málaga, 12 junio 2015) Lecturas: Os 11, 1-4.8-9; Sal: Is 12, 2-3.5-6; Ef 3, 8-12.14-19; Jn 19, 31-37. (Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús) 1.- Hemos contemplado en el libro del profeta Oseas una imagen preciosa, una imagen que vemos muchas veces: la del padre o la madre que cuida de su hijo pequeño. El profeta dice que Dios cuida de nosotros como el padre y la madre cuidan de su hijo pequeño. La imagen que describe el profeta es bellísima. El niño pequeño está en el suelo, la madre se agacha, lo coge con cariño, lo levanta hasta su altura, lo estrecha entre sus brazos, lo llena de besos. Se agacha y lo levanta (cf. Os 11, 3-4). ¿Qué ha hecho Jesús el Hijo de Dios? Se ha agachado, se ha rebajado, se ha hecho hombre, ha llegado hasta nosotros y con un abrazo nos ha levantado y nos ha divinizado. Nos ha hecho como Él; el Padre nos ha adoptado como hijos. 2.- El padre y la madre dan de comer a su hijo pequeño, y Cristo se da en comida. Y ese mismo padre y madre, antiguamente –ahora ya no se usa tanto, pero antes los papás lo ponían al niño pequeño cuando empezaba a caminar para que no fuera a gatas, a lo mejor algunas madres lo recordáis–ataban al niño con unas correas por debajo de los brazos, y la mamá o el papá lo sostenían para que el niño diera los primeros pasos. Y dice el profeta: «Con lazos humanos los atraje, con vínculos de amor» (Os 11, 4b). El profeta usa esa imagen de la relación del papá y la mamá con su niño pequeño. Con “correas de amor”. Cuando el niño se iba lo atraía hacia él para que no se alejara de él, para que no cayera. Esa imagen hoy ya no la vemos, pero es muy bonita. El papá y la mamá tienen cuidado de su hijo para que no sea haga daño, no caiga, no se aleje, no vaya a otros peligros; y esto lo hacen con correas de amor. Es una imagen simbólica, lo retienen, lo sujetan, lo atraen hacia sí. 3.- Dios nos atrae con correas de amor, con gestos de amor. ¿Queréis responderme queridos candidatos?, ¿por qué estáis aquí esta tarde? ¿Porque se os ha ocurrido?, ¿porque habéis pedido venir? Claro que habéis pedido venir y ser confirmados, pero, ¿por qué habéis pedido venir a ser confirmados? Porque el Señor iba detrás de vosotros para que no os alejarais de Él; y el Señor os tenía sujetos de la mano con correas de amor, con afecto paterno y materno, para que no os alejarais. Y, ¿por qué, en cierto sentido, habéis vuelto? Porque Él os ha atraído con su amor. La correa de amor, significadamente, ha podido ser de mil maneras: una palabra de un catequista, de un párroco, de un sacerdote, de otro confirmado, del padrino, de la mamá, del amigo... Dios se ha valido de muchas cosas. 4.- Me gustaría oír vuestros testimonios, pero no podemos hacerlo, porque alargaríamos demasiado la celebración; pero me gustaría saber ¿por qué habéis pedido la confirmación ahora? No es algo casual. El Señor ha estado detrás de vosotros, esperándoos a que llegara este momento para levantaros como niños pequeños. Una vez más, agacharse, recogeros del suelo y, a veces, de la suciedad –digámoslo así– y limpiaros, levantaros hasta su altura y abrazaros para llenaros de besos. Eso quiere hacer el Señor con cada uno de vosotros. La imagen del profeta Oseas es preciosa. Sería bonito que la releyerais en casa desde esa perspectiva que he explicado. ¿Qué hace Dios con su pueblo? ¿Qué hace Dios con los cristianos? ¿Qué hace Dios con los hombres? ¡Esto que acabamos de explicar! 5.- Hoy habéis venido aquí para recibir el don del Espíritu, los dones y las gracias de Dios, la caricia de Dios. Esta tarde el Señor os va a acariciar, os va a dar un abrazo de amor auténtico. Será con un signo en la frente, será con la imposición de manos del Obispo. Será, incluso, con una caricia en la mejilla de cada uno de vosotros. Tomadlo como una caricia de Dios. Que Dios os acaricie esta tarde, os de un abrazo de un afecto divino como no lo hay ni por parte de padre ni madre. Sentiros amados esta tarde por Dios, por el Padre, por el Hijo que lo hace como mediador, y por el Espíritu que os concede sus dones. En el Salmo hemos cantado el tema de que hay aguas torrenciales que limpian, que dan vida como un manantial: Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. 6.- Esto hace referencia al Evangelio de Juan; cuando Jesús está en la cruz, muerto ya, los otros dos de al lado, los dos ladrones están vivos; a los ladrones, como no están muertos, les cortan por las rodillas (cf. Jn 19, 32). El soldado romano tenía el hábito de cortar por encima de la rodilla para que se desangraran rápidamente y murieran. Cuando los soldados romanos vieron que Jesús ya estaba muerto en la cruz, no le quebraron los huesos de la rodilla (cf. Jn 19, 33). Una profecía del Antiguo Testamento decía: “no le quebrarán ni un hueso” (cf. Jn 19, 36). Incluso los clavos atraviesan entre hueso y hueso, pero no se los quiebran, no le rompieron ni un hueso; aunque sí lo hacían de modo habitual con los ajusticiados. Como está muerto, el soldado, para rematar a Jesús, coge una lanza y le atraviesa el costado (cf. Jn 19, 34). Normalmente los soldados estaban avezados, adiestrados a rematar al enemigo, no por la parte izquierda, sino que, entre costilla y costilla, clavaban la lanza hacia el corazón; y, por tanto, la llaga abierta fue en el costado derecho –dejemos ahora las pinturas y las imágenes de los Cristos–. La costumbre del soldado romano es rematar al moribundo con la lanza, una lanzada intercostal hasta que le llega al corazón. Y dice el Evangelio (lo escribió un testigo que lo estaba viendo, que estaba allí, que era Juan) que al punto salió sangre y agua (cf. Jn 19, 34-35). 7.- Después, la teología interpreta que, del costado abierto de Cristo, es decir, de su corazón, mana agua; está tan exangüe, no le queda nada, ha perdido toda su sangre, las últimas gotas que quedaban en todo el corazón. La poca sangre que le queda es tan escasa que el líquido ya es agua. Agua que simbolizan las aguas bautismales que regeneran y la sangre simbolizando el sacramento de la Eucaristía. Ese corazón está abierto para amarnos a todos y acogernos a todos, como decía el profeta Oseas. Atraernos hacia Él, levantarnos de la basura del pecado, de la suciedad, limpiarnos con su sangre y acercarnos a su corazón abierto en el que cabemos toda la humanidad, porque el amor de Dios es infinito. De ese corazón abierto nace la Iglesia. Habéis sido bautizados con agua, ahora vais a ser confirmados con Espíritu. Son dos bautismos, o mejor, un bautismo en dos momentos: el bautismo del agua y el bautismo del Espíritu. Esta tarde recibiréis el don del Espíritu que completa el bautismo, que completa la iniciación cristiana. Sin el sacramento de la confirmación no hemos sido iniciados. Es un sacramento de iniciación, no de perfección, por eso se puede recibir inmediatamente después del bautismo. 8.- Agradecemos esta tarde, en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, que nos haya amado tanto que ha dado la vida por nosotros; que nos haya amado tanto que su corazón nos acoge en un gesto de afecto y de cariño; que nos haya amado tanto que brote de su corazón los sacramentos y la Iglesia. Esto es motivo de acción de gracias. Los confirmandos vais a gozar de esa salvación que nace del corazón de Cristo, vais a ser reconfortados con la fuerza del Espíritu. Y la sangre hace referencia también al testimonio. Hemos escuchado, en el texto de la carta a los Efesios, que Pablo ha sido llamado a una misión especial, preciosa (cf. Ef 3, 8-9): dar testimonio del Señor y poder contar las maravillas, la profundidad, los tesoros que se esconden en el corazón de Cristo, un corazón que ama de veras, entregado totalmente hasta la última gota de sangre y de agua. 9.- ¿Sabéis que os pide esta tarde el Espíritu? Cuando seáis confirmados seréis testigos del Señor, manifestaréis al mundo vuestra fe de manera pública. No tendréis vergüenza de decir “soy cristiano” en medio de esta sociedad cuasi-pagana a la que no le interesa Dios y no busca a Dios. Pero Dios os ha buscado, se ha rebajado para encontraros y os ha encontrado. Hay más cristianos y no cristianos que están alejados de Dios o, aparentemente, no quieren saber nada de Dios, pero cuidado que Dios sí que quiere de ellos. 10.- ¿Qué hacéis las madres, siguiendo el ejemplo del profeta Oseas, con los niños pequeños? ¿Qué hacéis las madres con vuestros hijos pequeños de uno o dos años que corretean por el suelo? ¿Qué hacéis con ellos? ¿Os olvidáis de ellos y os ponéis a hacer las tareas de la casa, o estáis haciendo las cosas y de reojo echando una mirada al niño a ver qué está haciendo? ¡Nunca os desentendéis de vuestro hijo! Él puede pensar que estáis en vuestras cosas y que no le cuidáis, pero no es así. El corazón de madre está siempre encima del hijo. Está prestándole atención, aunque el hijo no se dé cuenta; está pendiente de él. ¿Qué pensáis, que Dios es peor padre que vosotras madres? ¡En absoluto! Dios es mucho más Padre y Madre que todos los padres y madres juntos del mundo. 11.- Sigue habiendo seres humanos, personas, unas bautizadas otras no, de las que Dios Padre está pendiente, aunque crean que no les ven, o, aunque digan que no creen en Dios; porque Cristo murió por todos y Dios es Padre de todos los hombres, no sólo de los bautizados. Si pudierais explicar esto y dar razón de vuestra fe a esas personas, e incluso a algunos cristianos, para que se percataran de que son amados por Dios y de que Dios no les ha dejado, que Dios sigue sus pasos y está con la mirada detrás de ellos, para que si no están bautizados se bauticen y para que si lo están se confirmen, vivan y celebren la fe, celebren la Eucaristía dominical, intenten vivir la vida cristiana, si hicierais esto, daríais un gran testimonio, como imagino que alguien os habrá ayudado para que esta tarde vosotros recibáis la confirmación. 12.- Ahora vosotros podéis ser testigos, instrumentos del Espíritu para decir a otros: “Dios te ama, aunque puede que no lo sepas. Dios sigue tus pasos. Dios te abarca, Dios te estrecha detrás y delante, está dentro y fuera de mí, es como el aire que respiro”. Y, sin embargo, en muchas ocasiones, creemos que Dios está lejano y que podemos vivir sin Dios. Esto no es cierto, si vivimos, respiramos, comemos, tenemos vida, es porque Dios nos la da. ¿Queréis ser testigos de ese amor de Dios? (Responden los confirmandos: “¡Sí, queremos!”). Vamos a continuar la celebración y a pedir a Dios que nos llene de su amor y que os haga testigos de ese mismo amor. Se lo pedimos también a la Virgen María que acogió tan bien a su Hijo, primero en su alma y, después, en su seno. Ella fue la gran Madre del Hijo de Dios. Que así sea. Más artículos de: Homilías Acción de gracias por la beatificación de Mons. Óscar Romero (Catedral-Málaga)Encuentro de sacerdotes jóvenes de Málaga (Ávila) Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir