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Acción de gracias por la Canonización de San Damián de Molokai y ordenación de Diácono de Alcindo Lopes Armas, ss.cc (Parroquia de Virgen del Camino - Málaga)

Publicado: 21/02/2010: 1814

ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CANONIZACIÓN

DE SAN DAMIÁN DE MOLOKAI

Y ORDENACIÓN DE DIÁCONO

DE ALCINDO LOPES ARMAS, SS.CC.

Parroquia de Virgen del Camino

(Málaga, 21 febrero 2010)

Lecturas: Dt 26, 4-10; Sal 90; Rm 10, 8-13; Lc 4, 1-13.

1. Un saludo fraternal a los religiosos de la Congregación de los Sagrados Corazones, entre ellos, a mi hermano Manuel, Arzobispo de La Serena (Chile), a los dos Superiores Provinciales de España y a otros religiosos; así como a los sacerdotes diocesanos, que se han unido a esta celebración. A los fieles de esta comunidad cristiana de Virgen del Camino mi saludo paternal, en mi primera visita a esta parroquia. Es una buena ocasión de encuentro la celebración de esta fiesta, que tiene doble motivo.

Hoy damos gracias a Dios por la canonización que el Papa Benedicto XVI hizo el día 11 de octubre de 2009, en Roma, en la que estuve presente, de Jozef van Veuster, religioso de los Sagrados Corazones, que nació en Bélgica en 1840, conocido como el Padre Damián de Molokai.

A los 18 años dejó su pueblo natal, Tremeloo, para ir a estudiar a Bruselas. A los 20 años entró de religioso en la Congregación de los Sagrados Corazones. Deseaba ser un gran misionero como San Francisco Javier.

De joven religioso fue destinado a las Islas Hawai y pidió al Obispo de dicha Diócesis cuidar de los enfermos de lepra en la Isla de Molokai, donde permaneció toda su vida y murió leproso. Por eso se le llama “el leproso voluntario”.

2. Su vida es bien conocida de todos vosotros. San Damián encarnó fielmente el carisma de su Congregación, viviendo el espíritu misionero y el amor inflamado de los Sagrados Corazones de Jesús y de María.

Amó a los más pobres y desamparados; cuidó de aquellos, a los que la sociedad de entonces rechazaba como apestados; dedicó toda su vida a evangelizar, a socorrer, a animar a todos aquellos, que se encontraban sin esperanza, sin recursos para vivir y sin afecto humano.

San Damián se consagró al Corazón de Jesús, en respuesta a la invitación de Cristo a seguirle más de cerca, entregando generosamente su vida a los más pobres, con una disponibilidad sin reserva a Dios y al prójimo necesitado.

 San Damián puso sus ojos en el Corazón de María, para tomarla como modelo de fe obediente, de mirada contemplativa y de solicitud maternal.

3. Querido Alcindo, hoy vas a recibir el Orden del Diaconado, para servir a la Iglesia. Lo harás desde el carisma de los Fundadores de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, a la que has sido llamado.

Esta familia religiosa de vida apostólica, nacida en Francia a finales del siglo XVIII, durante la Revolución Francesa, invita a sus miembros a vivir los votos de castidad, obediencia y pobreza como concreción de unas actitudes evangélicas: amar gratuitamente y sin pedir nada a cambio; obedecer la voluntad del Padre, hecha criterio vivo en Jesucristo; tener sólo al Señor como riqueza y compartir lo que somos y tenemos en sencillez y humildad.

4. Tu corazón, Alcindo, como el de San Damián, debe estar metido en el Corazón de Jesús, para vivir una fe confiada y un amor a Dios y a los hermanos, tierno e incondicional; y poder decir como el Apóstol Juan: «Hemos creído en el Amor» (1 Jn 4, 16), porque lo hemos vivido, lo hemos experimentado. Debes sentirte amado por Dios y gozar de su ternura, para ser capaz de trasmitirlo a los demás; debes apreciar su bondad, para hacerla gozar a los otros; debes seguir su camino en obediencia fiel, dejando que Él guíe tu vida, para ayudar a tus contemporáneos a descubrir la voluntad de Dios; debes gozar del maravilloso amor de Dios, para poder proclamarlo con palabras y obras.

De este modo serás fiel al carisma de tu Congregación, cuya misión es “contemplar, vivir y anunciar al mundo el Amor de Dios encarnado en Jesús”, entregando toda tu vida hasta el último aliento. Así podrás decir al final de tu vida, como dijo San Damián de Molokai: “Qué dulce se me hace el morir, cuando pienso que muero como hijo de los Sagrados Corazones”.

5. La Iglesia te confía hoy el ministerio de Diácono; como tal deberás proclamar ante la asamblea cristiana la Palabra de Dios. ¡Que ella sea siempre tu alimento espiritual! ¡Léela con amor; medítala en profundidad y enséñala con fidelidad y limpieza, sin mezclarla con tus opiniones o pensamientos! El pueblo cristiano necesita beber del manantial limpio y cristalino de la Palabra de Dios.

Debes nutrirte también de la Eucaristía, a la que servirás con tu ministerio diaconal. Conocida es la frase del San Damián, escrita en el año 1886: “El santísimo Sacramento es la verdadera fuerza para todos nosotros. Sin la presencia continua de nuestro Divino Maestro en el altar de mis pobres capillas, jamás hubiera podido perseverar en quedarme con los leprosos de Molokai”.

En la Eucaristía encontrarás la fuerza para llevar adelante la obra reparadora de Jesús, a la que te llama tu Congregación, sanando heridas, reponiendo carencias, confortando dolores y sufrimientos, reparando injusticias y poniendo esperanza en los corazones desgarrados de los hombres; atendiendo y cuidando, en definitiva, a los pobres, los afligidos, los marginados y los que no conocen la Buena Noticia.

Sin la fuerza de la Palabra y de la Eucaristía no es posible la actividad apostólica y misionera. Como nos recuerda el Concilio Vaticano II: “Por la palabra de la predicación y por la celebración de los sacramentos, cuyo centro y cumbre es la Sagrada Eucaristía, la actividad misionera hace presente a Cristo, autor de la salvación” (Ad gentes, 9).

6. En este primer Domingo de Cuaresma, queridos hermanos, la Iglesia nos invita a caminar desprendidos hacia la Pascua. La oración debe llenar más nuestra vida; la Palabra de Dios debe ser alimento cotidiano para nuestras almas; la generosidad debe abrir nuestros corazones a las necesidades de nuestros hermanos.

Pedimos a la Virgen Santísima, nuestra Madre, que nos acompañe en este tiempo cuaresmal y nos ayude a responder con fidelidad a la llamada de conversión, que Dios nos hace.

La Virgen del Camino, titular de esta parroquia, ayude y proteja con su maternal intercesión a nuestro querido Alcindo en el camino que hoy comienza en el servicio diaconal.

¡Que Ella cuide solícitamente de todos los miembros de la Congregación de los Sagrados Corazones y mantenga en la esperanza cristiana y en el gozo pascual a esta comunidad parroquial! Amén.

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