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Confirmaciones en la parroquia de la Purísima Concepción (Almargen)

Publicado: 24/01/2010: 5317

CONFIRMACIONES EN LA PARROQUIA

DE LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN

(Almargen, 24 enero 2010)

Lecturas: Ne 8, 2-4a.5-6.8-10; Sal 18; 1 Co 12, 12-30; Lc 1, 1-4; 4,14-21.

1. Acabamos de escuchar los nombres de las candidatas, que van a recibir el sacramento de la Confirmación; pero no hay candidatos. Supongo que  hay más de uno, que no estará confirmado; espero que, para la próxima confirmación, haya algún candidato.

El texto de la primera carta de san Pablo a los Corintios presenta una imagen de la Iglesia. ¿Quién recuerda esa imagen? La Iglesia es como un cuerpo humano, como un organismo. Es un solo cuerpo con muchos miembros, donde no todos los miembros pueden ser lo mismo. ¿Sería normal que hubiera una persona que todo fuera ojos?; más bien sería un monstruo. El cuerpo necesita de todos los miembros: Cada uno de ellos realiza una función propia.

En la Iglesia sucede lo mismo: Cada uno de los bautizados tiene una misión. No todos pueden dedicarse a la educación; no todos pueden ser catequistas; no todas las personas pueden ser madres; hay padres, solteros, célibes; no todos pueden ser religiosos, monjas, sacerdotes, misioneros. Cada uno tiene su lugar en la Iglesia; pero todos los miembros juntos, trabajando de manera armónica y coordinada, forman la única Iglesia.

2. Si un miembro es cortado y se separa del cuerpo, ¿qué le pasa? Muere. No se puede vivir separado del cuerpo. Cristo ha instituido una sola Iglesia, que es santa, católica y apostólica, según rezamos en el Credo. La Iglesia de Jesucristo subsiste en la Iglesia Católica.

A veces llamamos “iglesia” para referirnos al “templo”. Almargen tiene un hermosísimo templo parroquial, precioso, con un buen artesonado y con retablos. Sin embargo llamamos “Iglesia particular” a cada Diócesis, cuya cabeza es el Obispo, sucesor de los Apóstoles. Pero las diversas iglesias particulares (Málaga, Almería, Sevilla, París, Londres, Roma) forman la única Iglesia de Jesucristo.

Hay unas Iglesias que se separaron de la Iglesia Católica (ortodoxos y protestantes) y no están en plena comunión con ella. Sus miembros se separaron y se marcharon. Hoy es un día dentro del Octavario de oración por la Unidad de los Cristianos, desde el 17 al 25 de enero; y toda la Iglesia estamos pidiendo en estos días para que los cristianos estemos unidos en la única Iglesia de Jesucristo. Hoy tenemos que rezar por esta intención.

3. Vosotras vais a ser confirmadas por el Espíritu Santo mediante el sacramento de la Confirmación, que es un don de Dios, un regalo, que os capacitará para realizar en la Iglesia la misión, que el Señor os tiene reservada.

Las que ya tenéis clara vuestra misión en la Iglesia, porque sois madres, catequistas, personas que desarrollan una actividad parroquial (canto, lecturas,  limpieza y adorno), el Señor os fortalece con la fuerza del Espíritu Santo, para que lo hagáis mejor y con mayor sentido de Iglesia. Y quienes aún estáis en periodo de formación, el Señor os fortalecerá hoy, para ser sus testigos en esta sociedad, en la que no es fácil ser cristianos.

Si os preguntara: ¿Qué parte del organismo del cuerpo os gustaría ser? Tal vez todos querríais ser ojos, o todos querríais ser mano; pero esto no puede ser. Cada órgano tiene su función propia.

La cabeza coordina; pero la cabeza de la Iglesia es Cristo; aquí no hay más cabezas que la de Cristo. El mismo Papa, que es cabeza visible de la Iglesia universal, y el obispo, que es cabeza visible de la iglesia particular, no son cabeza de la Iglesia; la Cabeza de la Iglesia es sólo Cristo. El Papa, los obispos, los pastores, los sacerdotes, los diáconos, somos representantes de la Cabeza; pero al único que hay que obedecer y seguir es a Jesucristo, que es la Cabeza de la Iglesia; y la Iglesia, el cuerpo total, es cabeza y miembros. Sin Cristo no hay Iglesia.

4. Imagino que habréis oído muchas veces, como un servidor, a la gente que dice: “Yo creo en Dios, pero no creo en la Iglesia”, entendiendo por Iglesia los curas. Quien diga: “Yo creo en Jesucristo, pero no creo en la Iglesia”, en realidad no cree en Cristo. Si no se cree en la Iglesia, tampoco se cree en Cristo, porque la Iglesia está formada por Cristo y por todos los miembros: Los santos que han vivido en este mundo y los pecadores que vivimos aún.

Os imagináis que un enamorado le dijera a su amada, o viceversa: “Yo sólo amo tu cabeza”. En ese caso podría cortarle la cabeza y llevársela en una urna; pero ello significaría matar a la persona amada. Hay que amar a la persona completa, con sus virtudes, con sus bellezas y con sus limitaciones.

Hay que amar a la Iglesia, porque es Cristo su Cabeza. Los demás somos miembros de la misma: En primer lugar la Santísima Virgen María y después todos los santos (apóstoles, mártires, vírgenes, confesores,…). Después estamos los miembros de la Iglesia, que aún vivimos en este mundo, donde el Señor nos renueva y santifica.

5. Los fieles cristianos, que vivimos en este mundo, seguimos teniendo defectos y pecados; por eso necesitamos del sacramento de la confesión.

¿Por qué la gente se escandaliza del pecado de los cristianos? Todos somos hombres, desde el Papa hasta el último fiel cristiano. También un servidor necesita confesarse periódicamente. ¿Por qué no cambiamos de una vez nuestra imagen de Iglesia y aceptamos a la Iglesia como es, sin inventarnos lo que no es?

Por el bautismo somos hechos miembros de la Iglesia. Los que vivimos en este mundo, todos, sin excepción, somos pecadores y necesitamos confesarnos.

El sacramento de la confirmación se os regala hoy, para que seáis menos pecadores y más santos; para que améis más a Jesucristo y a los demás; para que seáis mejores testigos de Dios en esta sociedad que no acepta el cristianismo. Esa es la gran lección, que nos da San Pablo en la carta a los Corintios.

6. El Evangelio retoma un pasaje, que ya apareció en el libro de Isaías; pero esta vez es Jesús quien entra en una sinagoga. Jesús iba predicando por las sinagogas, es decir por los templos de entonces. Entraba en las sinagogas, donde se leía la Palabra de Dios y Él la explicaba.

En la sinagoga de Nazaret se leyó el texto de Isaías, que dice: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos 19 y proclamar un año de gracia del Señor» (Lc 4, 21).

Jesús, enrollando el volumen lo devolvió al ministro, se sentó y les dijo: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy» (Lc 4, 21). Jesús es el profeta ungido por el Espíritu Santo para dar esa Buena Noticia.

7. Algo similar va a ocurrir en este templo parroquial de Almargen. El Señor os va a ungir, a través de mi ministerio, con óleo sagrado; esta unción es representación de la unción del Espíritu. Vais a quedar ungidas por el Espíritu, para anunciar la Buena Noticia del Evangelio, para ser testigos, para curar corazones desgarrados por el dolor, por la enfermedad, por la muerte de seres queridos.

Podréis llevar una palabra de aliento, podréis ser un corazón que ama, un corazón que pueda recomponer y retejer el tejido roto de otros corazones. Estáis llamadas, con la fuerza de la unción del Espíritu, a hacer presente la salvación que Dios nos trae. Podréis decir a los demás: “Yo he sido sanada, yo he sido recompuesta, yo he sido perdonada por el Señor. Tú también puedes quedar perdonado por el Señor, tú también puedes quedar sanado”.

Podréis dar alegría al que no la tiene y esperanza al que vive desesperado. Dar un poco de paz interior al que está desgarrado por el dolor o por la enfermedad. Esta es una tarea preciosa, que el Señor hizo y que a partir de hoy podréis hacer. Primero tenéis que quedar sanadas por dentro. Las cicatrices y las heridas, consecuencias del pecado, tienen que quedar sanadas y cicatrizadas; así estaréis en mejores condiciones de ayudar a otros, para que sanen sus heridas.

8. ¿Os entusiasma esta tarea? Realmente es preciosa. Hay mucha gente necesitada de Dios, aunque no lo sepa y aunque reniegue de Él. Ayer hablé con una madre, de unos setenta años, y con su hija, de unos 40 años; las dos eran creyentes. La madre abrió su corazón y dijo: “Yo he sido siempre una mujer muy creyente, pero ahora estoy enfadada con Dios y hace años que no quiero saber nada de Él. Mi hija no se ha enfadado con Dios y sigue creyendo; es catequista y está comprometida en la parroquia, pero yo estoy enfada con Dios, porque no ha hecho mi voluntad”. Le respondí: “¿Qué pides cuando rezas el “Padrenuestro”? Le pides: “Hágase tu voluntad”. Sin embargo, a continuación, le pides que Él haga la tuya; y si no hace lo que tú quieres, entonces lo rechazas. En el fondo: “¿Quién manda de quién? ¿Dios de ti, o tú de Dios?” La respuesta dadla vosotros mismos. ¿Acaso vamos a pedirle cuentas a Dios, si no hace nuestra voluntad?

9. Según el libro de Nehemías, el sacerdote Esdras, acompañado de los levitas, empezó a leer públicamente la Palabra de Dios al pueblo. También nosotros la hemos proclamado hoy públicamente. El pueblo escuchaba y decía que estaba de acuerdo; deseaba que esa Palabra habitara en ellos querían hacer lo que el Señor les pidiera (cf. Ne 8, 6).

Y el sacerdote Esdras y el jefe Nehemías dijeron: «Este día está consagrado al Señor vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis» (Ne 8, 9); y les animaban a hacer fiesta: «Id y comed manjares grasos, bebed bebidas dulces y mandad su ración a quien no tiene nada preparado. Porque este día está consagrado a nuestro Señor» (Ne 8, 10).

Vamos a intentar trasladar esa imagen, que ocurrió hace muchos años en el Pueblo de Israel, a nuestros días. Hoy, domingo, es día de fiesta, como todos los domingos. No hagáis duelo ni lloréis; no trabajéis; dedicad el domingo a alabar al Señor, a profesar la fe, a celebrar la Eucaristía, a escuchar su Palabra, a hacer fiesta. El domingo es la Pascua semanal. El domingo está dedicado el Señor. Hoy es día de fiesta.

No sólo es fiesta porque se confirma un grupo de fieles de las parroquias de Almargen y Teba, sino además porque hoy es domingo, día del Señor. El día del Señor hay que celebrarlo en familia, en comunidad parroquial y personalmente. Hoy es día de fiesta: «Comed manjares, bebed bebidas dulces» (Ne 8, 10), decía Nehemías. Lo mismo os digo: ¡Haced fiesta y dad gracias a Dios! Celebremos hoy la Eucaristía como memorial de la muerte y resurrección del Señor. Y que cada domingo sea una auténtica fiesta parroquial y eclesial.

A los jóvenes les recuerdo que no deben dejar de celebrar el domingo. Algunos jóvenes, tras celebrar el sacramento de la Confirmación, desaparecen de la parroquia.

10. Vamos a continuar celebrando esta Eucaristía. La titular de esta parroquia es la Purísima, la Inmaculada. En el Seminario de Málaga se hizo una imagen de la Inmaculada en el año 1949, que un rayo destrozó y quedó derruida en el año 2002.

En esta semana hemos colocado una imagen nueva de la Inmaculada. Quedará en el Seminario, donde estaba la antigua imagen, que se ve desde la bahía de Málaga. Cuando vayáis a Málaga, sobre todo por la zona de la salida hacia Cádiz, mirad hacia el Seminario y veréis la imagen allá arriba. ¡Que la Inmaculada Virgen María os acompañe siempre! Amén.

 

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