Se habla más de fútbol que de Dios.  Se conversa más de crisis que de Dios.  Se opina más de los otros que de Dios.  No sería de extrañar si esto lo hicieran los no creyentes. Incluso quienes cabalgan y navegan hoy entre el “algo debe existir.” Lo grave es que esta realidad como los piojos o las pulgas ha saltado al ámbito del creyente. Al ámbito cristiano. A muchos hombres y mujeres de fe les da vergüenza hablar sobre Dios.  Les da pudor expresar la fe públicamente.  Les da cosa ofrecer las razones por la que creen en el Misterio.  Mantener viva la búsqueda de Dios y preocuparse para que nadie descarte la cuestión sobre la Trascendencia como cuestión esencial de la existencia es necesario.  Y urge. Hay que buscar formas para que Dios vuelva a ocupar espacios en Málaga, en las tertulias, en los medios de comunicación.  

El ser humano se juega mucho. La fe en Dios en razonable.  Dios no es absurdo, en todo caso es misterio. El misterio, a su vez, no es irracional, sino sobreabundancia de sentido, de significado y de verdad. Precisamente por eso no se puede reducir el tema de Dios al ámbito académico o a determinadas expresiones populares o a concretas y personalísimas manera de vivir la fe. No se debería acallar el tema Dios como algo natural.  O la nostalgia natural y vulnerable que en ella se esconde.  Aquello que no se transmite, sobre lo que no se piensa o  no se siente acaba por perderse.  Por olvidarse. Hay quien conoce a Dios, por decirlo así, sólo de lejos.  Quien directamente se instaló en la increencia sobre lo divino supliendo esta necesidad con el dinero, el poder o el yo.  El Dios desconocido, aun en medio de las oscuridades a las que la vida acostumbra, debe ser mostrado con honestidad y claridad. La cuestión sobre Dios resucitará nuestro corazón podrido de latir. Precisamente por eso es necesario buscar espacios donde los malagueños puedan entrar en contacto de alguna manera con la cuestión sobre Dios.