NoticiaCorpus Christi CORPUS CHRISTI: El amor reclama la presencia A. MEDINA Publicado: 01/06/2020: 17091 En este tiempo de pandemia, la celebración del Corpus Christi tendrá lugar en cada parroquia, y la procesión externa se sustituirá por la claustral en aquellos templos que lo permitan. El sacerdote Alfonso Crespo invita a vivirlo, aún así, de forma aún más intensa. En la fiesta de Pentecostés, la fuerza del Espíritu Santo nos ha revestido de energías para afrontar las dificultades de esta «nueva normalidad» que estrenamos. Los dones del Espíritu: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y santo temor de Dios, son un buen EPI de protección ante el virus de la incertidumbre y la tristeza. El Espíritu rompe el círculo del miedo y nos abre las puertas de la esperanza. El domingo siguiente, la fiesta de la Santísima Trinidad, nos ha adentrado en un Misterio que nos desborda: «ni siquiera Dios quiere estar solo». El Único Dios, es Trinidad de personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios parece decirnos: somos una gran familia y con la fuerza de mi amor quiero romper todas las soledades. Estas dos fiestas culminan en un día hermoso: la celebración entrañable y popular del Corpus Christi. Esta festividad desvela una necesidad profundamente humana, que hemos experimentado en el tiempo de confinamiento: «el amor reclama la presencia de la persona amada». La larga ausencia de la participación en la Eucaristía y no poder recibir sacramentalmente el Cuerpo del Señor, ha avivado el deseo de su presencia. En la celebración del Corpus concurren dos presencias que se miran. El día de la Eucaristía, que hace memoria de Jesucristo, el Señor, que después de vivir entre nosotros y de morir por nuestra salvación, resucita y vuelve al Padre, pero quedó prisionero de su amor por nosotros y buscó otra manera de presencia: sabedor de la indigencia radical del ser humano, se queda como alimento. Y es, también, el día del amor fraterno, que nos recuerda que los mandamientos de Dios se anudan en uno solo: «amar a Dios y al prójimo». El amor a Dios exige caridad misericordiosa, justicia y paz, dar de comer al hambriento, visitar al preso, acompañar al joven perdido, acoger al niño abandonado... De esta doble exigencia de amor brota la colecta de Cáritas de este día. Un amor tan grande, necesita ser proclamado. No podemos secuestrar su celebración. La fiesta del Corpus rompe cualquier confinamiento. En este año especial, evitando por amor la procesión multitudinaria, estamos invitados a celebrar la Eucaristía en nuestras parroquias, a recibir en nuestro corazón al «Amor de los amores» y pasearlo, proclamando como un susurro: «Dios está aquí». Este año, sin procesión, paradójicamente se pueden multiplicar las manifestaciones: al salir de Misa, estamos invitados a convertirnos en Custodia y llegar en procesión familiar hasta el hogar... Alfonso Crespo Hidalgo