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El anglicanismo

Publicado: 25/05/2016: 9392

Todo comenzó con un cisma. El rey inglés Enrique VIII (1509-1547), al negarse el Papa a la declaración de nulidad de su matrimonio con su legítima esposa Catalina de Aragón, se autoproclamó cabeza de la Iglesia de Inglaterra (“Acta de supremacía”).

El papa Clemente VII excomulgó al monarca. En 1539 promulgó el “Acta de seis artículos”, que en realidad fue una vuelta a la ortodoxia católica; Enrique VIII nunca admitió el luteranismo. Murió en 1547.
Su hijo y sucesor Eduardo VI (1547-1553), tenía nueve años a la muerte del padre. El duque de Somerset, luterano, asumió la regencia; caído en desgracia, el conde de Warwick impone un protestantismo radical de claro sabor calvinista. En 1553, reina María Tudor, católica, hija de Enrique VIII y de Catalina de Aragón. Con la ayuda del cardenal Pole impuso el culto católico. Fueron restablecidos los obispos católicos que anteriormente habían sido perseguidos. La dureza de esta reina contra los protestantes, muchos de ellos condenados a muerte, motivó que el pueblo inglés asociara el catolicismo a la tiranía.

Su sucesora, Isabel I (1558-1603), hija de Enrique VIII y Ana Bolena, quiso gobernar como reina absoluta. Restableció el “Acta de supremacía”, nombrando nuevos obispos y exigiendo a todos los clérigos el juramento de fidelidad. Hasta 1570, los católicos fueron tolerados. A partir de esa fecha, tras la excomunión de la reina, los católicos fueron considerados como rebeldes políticos. Desde 1580, la reina persigue abiertamente a sacerdotes y laicos católicos. Fueron condenados a muerte 124 sacerdotes y 61 laicos. Y desde 1584, se estableció la pena de muerte a cualquier sacerdote católico residente en el país.

Con la extinción de la dinastía Tudor, tras la muerte de Isabel, y con el advenimiento de la dinastía Estuardo, el protestantismo se afianzó en Inglaterra, con una clara influencia del luteranismo y del calvinismo. La Iglesia anglicana terminó por dividirse en episcopalina y presbiteriana. La episcopalina se constituyó en la Iglesia oficial de Inglaterra, la presbiteriana o puritana tuvo más seguidores en el pueblo sencillo. Y hasta el siglo XIX, ser católico en Inglaterra era sinónimo de ser traidor a la nación.

Santiago Correa

Sacerdote Diocesano

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