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VIERNES SANTO. Jesús, crucificado

Descendimiento de Van der Weyden
Publicado: 03/04/2015: 15279

Escuchamos de nuevo este Viernes Santo el relato de la Pasión. La liturgia fija nuestra mirada en el Crucificado. Junto a Él podemos poner a tantos hombres y mujeres como, a lo largo de la historia, han sufrido persecución, tortura o la muerte por su entrega a los demás, por defender la paz, la justicia, el amor, la verdad, la vida

No celebramos la muerte de Jesús, ni la de sus testigos, sino la vida que hemos recibido del Crucificado; que la muerte haya sido destruida en la Resurrección y la cruz sea cruz gloriosa, por ella «ha venido la alegría al mundo entero».

LA PASIÓN EN SANTA TERESA DE JESÚS

Teresa de Jesús es una compañera ideal para aprender a contemplar la Pasión del Señor. «Pues si nunca le miramos ni consideramos lo que le debemos y la muerte que pasó por nosotros, no sé cómo le podemos conocer ni hacer obras en su servicio». Ella era devota del pasaje de la oración del Huerto aun antes de ser monja, y afirma en su autobiografía que por ahí ganó mucho su alma. A lo largo de sus textos se detiene en otros momentos: «No me ha venido trabajo que mirándoos a Vos cuál estuvisteis delante de los jueces, no se me haga bueno de sufrir»; «O miradle atado a la columna, lleno de dolores, todas sus carnes hechas pedazos por lo mucho que os ama...»; «¿No lloraremos siquiera con la hijas de Jerusalén, ya que no le ayudamos a llevar la cruz con el Cirineo?».

Sobre todo, Teresa cree, por propia experiencia, en la fuerza transformadora del amor: «El verdadero remedio para no caer es asirnos a la cruz y confiar en el que en ella se puso. Hállole amigo verdadero...»; «Poned los ojos en el Crucificado y se os hará todo poco»

Diócesis Málaga

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