Según el párroco, el joven sacerdote José Mariano Pérez, durante la procesión se evidencia el cariño del pueblo a su patrón. «Es una procesión festiva. Tanto que, al finalizar la misma, antes de volver a entrar en la parroquia, los portadores de las andas demuestran su alegría bailando al son de las piezas que interpreta la banda».

Para Dolores Ituño, feligresa de la parroquia, el baile de san Francisco «es una tradición de muchísimos años que se vive con mucho respeto y mucha fe. Es nuestra forma de expresar la alegría». Durante la procesión, los vecinos del pueblo van turnándose para llevar la imagen que, sin contar las andas pesa 18 arrobas (más de 200 kilos). «Todo el mundo se siente orgulloso de poder llevarlo, señala Dolores, y en estas fiestas vienen todos los vecinos, incluso los que viven fuera, porque nadie se lo quiere perder».

La devoción por san Francisco se extiende a lo largo del año, según esta jubriqueña. «Le ponen muchas velas, le mandan flores y son muchos los niños cuyos padres bautizan con el nombre del patrón».