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Anunciación del Señor. Jornada por la Vida (Catedral-Málaga)

Capilla de la Encarnación en la Catedral de Málaga, dedicada a este misterio de la vida de la Virgen
Publicado: 25/03/2023: 5637

Homilía del Sr. Obispo de Málaga en la Eucaristía celebrada en la Catedral de Málaga en el día de la fiesta de la Anunciación del Señor. Jornada por la Vida.

ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR. JORNADA POR LA VIDA

(Catedral-Málaga, 25 marzo 2023)

Lecturas: Is 7, 10-14; 8, 10; Sal 39, 7-11; Hb 10, 4-10; Lc 1, 26-38.

Defender la vida humana

1.- El evangelio de hoy narra la encarnación del Hijo de Dios en el seno virginal de la doncella de Nazaret. El ángel saluda a María y le dice: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28). Ante su turbación, el ángel la tranquiliza y le anuncia su maternidad: «Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús» (Lc 1, 31). Este Hijo es nada menos que el Hijo Dios (cf. Lc 1, 32).

Las dudas de María son esclarecidas de nuevo por las palabras del ángel: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios» (Lc 1, 35). María asume la maternidad que se le propone, dejando los planes propios de su vida y respondiendo: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).

2.- El Verbo eterno asume la vida humana para redimirla y elevarla. Dios entra en la historia del hombre; Dios ha entrado en nuestra historia; el eterno se hace temporal; el infinito toma forma finita; el omnipotente se hace limitado en el tiempo y en el espacio. Este acontecimiento marcará para siempre la historia de la humanidad.

Como dice el Concilio Vaticano II: “En realidad solo en el misterio del Verbo encarnado se ilumina verdaderamente el misterio del hombre” (Gaudium et spes, 22). No existe otra persona que pueda iluminar lo que es el hombre. Cuando las personas y las sociedades tienen otro criterio, entonces no valoran al ser humano y lo destrozan.

El misterio de la encarnación del Verbo eterno de Dios esclarece el misterio del ser humano, llamado a compartir la vida eterna.

3.- Contemplar la encarnación del Hijo de Dios en el seno de la Virgen-Madre nos lleva necesariamente a mirar con ternura la concepción de todo ser humano en el seno de su madre.

Hoy celebra la Iglesia la “Jornada por la Vida” con el lema: «Contigo por la vida, siempre». La vida humana debe ser defendida siempre en todas sus fases y etapas, desde la concepción hasta su muerte natural. Nadie tiene derecho sobre una vida humana: ni los gobiernos, ni las instituciones, ni siquiera los mismos padres. Una vez concebida, la vida humana debe ser respetada y cuidada siempre. 

Los cristianos debemos asumir que la vida humana tiene un valor transcendente y un destino sobrenatural, que debe ser respetado siempre.

4.- Los Obispos de las diócesis españolas, en un reciente documento publicado, sostenemos que: “El movimiento abortista se sigue fundamentado en una ideología ya obsoleta, basada en el poder absoluto del individuo, contraria al nuevo paradigma ecológico de los cuidados y despreciando los descubrimientos científicos. El número de abortos se mantiene en unas cifras dramáticas, en torno a cien mil al año, ahora con muchas menos mujeres embarazadas. Desde la aprobación del aborto en 1985, los conocimientos sobre el ADN, las ecografías 3D, 4D y 5D permiten afirmar aún con más contundencia que negar que existe una nueva vida en el seno de una mujer embarazada desde la concepción es irracional, y afirmar que un supuesto «derecho a decidir sobre el propio cuerpo», una falacia” (Conferencia Episcopal Española, El Dios fiel mantiene su alianza, 42).

5.- En las leyes y en las modas de nuestra sociedad, imbuidas de la ideología de género y del desprecio a la vida humana, ésta es menos respetada que la vida de algunos animales; actitud que resulta totalmente absurda e inaceptable. Hemos de decirlo claramente, sin tener vergüenza de proclamarlo a los cuatro vientos.

Los datos revelan el gran vacío de amor que se ha instalado en la vida social. Muchos y graves problemas de la humanidad están relacionados con la falta de amor y con la separación de la dimensión afectiva en las relaciones interpersonales, que causa muchos problemas sociales (cf. Conferencia Episcopal Española, El Dios fiel mantiene su alianza, 22).

Invitamos desde la fe en Dios y desde su amor infinito a acompañar y cuidar la vida humana siempre; la vida de cada persona concreta; incluso aumentando los cuidados cuando esa vida es más vulnerable.

6.- El Verbo de Dios asumió por amor con su encarnación nuestra naturaleza humana para llevarla a su plenitud. Así lo recordaba el Concilio Vaticano II: “El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado” (Gaudium et spes, 22).

La vida humana debe ser cuidada desde su concepción. Es una gran falsedad y equivocación querer eliminar el embrión o el feto de una vida humana en el seno de la madre como posible solución a un problema; porque un crimen nunca es una solución.

Las leyes que promueven y amplían el mal llamado «derecho al aborto» son absolutamente injustas, porque desprotegen la vida del no nacido, legalizando la muerte de personas inocentes e indefensas. Por ello es necesaria una reflexión objetiva, que vaya a la raíz del problema y busque alternativas reales para que las madres puedan afrontar su embarazo sin recurrir al aborto.

7.-  Existen vidas humanas, fuera del seno materno, que también deben ser cuidadas y acompañadas; son vidas frágiles, necesitadas de ayuda: Los refugiados e inmigrantes (cf. Francisco, Fratelli tutti, 39); la enfermedad mental (cf. Conferencia Episcopal Española, El Dios fiel mantiene su alianza, 22); la ancianidad (cf. Ibid., 94); el final de la vida humana (cf. Conferencia Episcopal Española, El Dios fiel mantiene su alianza, 43). No se puede aniquilar una vida humana, porque estorbe o no sea productiva.

Para ello podemos ofrecer unas propuestas de acción: comprometernos en la transformación de este mundo, promover la oración por la defensa de la vida humana, anunciar el evangelio de la vida y de la familia (cf. Ibid., 77, b), dar testimonio personal y tener un compromiso público.

Por todo ello, pedimos a María Santísima, Madre de la Vida, que interceda por nosotros para que adquiramos un amor sincero y creativo por la vida humana, y promovamos la cultura de la vida, acompañando y acogiendo a toda persona débil, frágil y necesitada. Amén.

 

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