NoticiaColaboración Yo os he elegido Irena Sendler Publicado: 16/05/2019: 11270 El periodista Manuel Montes reflexiona sobre el Evangelio de San Juan y la vida de Irena Sendler Por mucho que repasemos sus enseñanzas, el Evangelio de cada día nos transmite matices que nos hacen pararnos y pensar. El pasado martes nos decía claramente en San Juan 15: “No sois vosotros los que me habéis elegido a mi, he sido yo el que os ha elegido a vosotros”. Y continua diciendo: “os he puesto para que deis fruto”. Precisamente ese día vi colgado en mi muro de Facebook un comentario de mi amigo Luis Santiago, un excelente suministrador de buenas noticias; en dicho articulo se presenta la semblanza de una enfermera polaca que entendió perfectamente esa llamada del Señor para dedicarse a los demás. Una mujer que dedicó toda su vida a aliviar el sufrimiento de sus semejantes, especialmente a los más abandonados por la suerte. No se me ocurre un escenario más terrible para el nacimiento de un niño judío que el gueto de Varsovia en plena segunda guerra mundial. Allí estaba nuestra heroína Irena Sendler “el ángel de Varsovia”. Lo importante del personaje estriba en que actuó durante toda su vida de igual forma. Primero como enfermera de hospital, después sacando los niños judíos del gueto escondidos en cajas de cartón. Me ha recordado como mi amigo Ramón Burgueño y sus gentes, se traen a España, niños de Costa de Marfil, otra especie de gueto, que se encuentran en situación desesperada mantenidos con vida en incubadoras de cartón. Aquí les tratan hasta recuperar su salud precaria. Irena Sendler pasó por las cárceles nazis y por la persecución del gobierno polaco de la posguerra. Entregó los archivos que tenía soterrados con lo que consiguió localizar a muchos de “sus niños”. Finalmente formó su familia propia y vivió en el anonimato el resto de sus días hasta su muerte a los 98 años, salvo en la ocasión en la que le rindieron un homenaje los rescatados. Esta es una vida de aceptación del “acuerdo” de una persona con el designio divino. Una católica que no entiende ni de razas ni de religión. Nos enseña a movernos por las periferias y “oler a choto”. A mojarnos con los demás y por los demás. Se puede. Claro que se puede vivir dando fruto. Un ejemplo para los que estamos en el “segmento de plata”. Nos quedan muchos a los que ayudar.