DiócesisHomilías

Colocación de la Primera piedra del templo parroquial de San Isidro Labrador (Cártama-Estación)

Publicado: 23/01/2010: 5579

COLOCACIÓN DE LA PRIMERA PIEDRA
DEL TEMPLO PARROQUIAL
DE SAN ISIDRO LABRADOR
(Cártama-Estación, 23 enero 2010)

Lecturas: 1 Co 10, 1-6; Sal 103; Mt 7, 21-24

1. Hemos escuchado un texto de la carta de san Pablo a los cristianos de Corinto. La ciudad de Corinto, donde predicó san Pablo, no existe ya; hoy sólo son ruinas visitables. A los que vivían en aquel momento en Corinto, Pablo les dice que el pueblo de Israel caminó por el desierto, desde Egipto hasta la tierra prometida, siguiendo la nube que Dios le enviaba como protección (cf. 1 Co 10, 1-4). Una nube que les resguardaba y les guiaba.

Nosotros nos parecemos un poco a ese Pueblo de Israel, que sufría las inclemencias del tiempo; hoy está lloviendo mucho. El pueblo pasó por el desierto, soportó el calor, los vientos, la lluvia, el frío, el hambre y la sed. Nosotros estamos ahora resguardados por este Templo, que nos cubre y nos protege. Un Templo, que es refugio del que camina por la vida. Las israelitas tuvieron esa nube, que les guiaba y les protegía.

2. La parroquia de San Isidro Labrador en Cártama-Estación va a tener un templo en el que se hace presente Dios. El que quiera encontrar refugio en Dios, venga al templo; el que quiera encontrar luz en la oscuridad de la vida, venga al templo; el que quiera encontrar paz interior en medio de las tensiones y de los problemas, venga al templo y busque la presencia de Dios. El que quiera, incluso, secar sus lágrimas de las penas, de las enfermedades, del sufrimiento, de la muerte de los seres queridos, venga a buscar la presencia de Dios en el templo.

La religión cristiana no es una excusa o un placebo, como dicen los que no creen; esto no son buenas palabras, para poder soportar las dificultades de la vida. La presencia de Dios en nuestras vidas es real.

Algunos, cuando hemos venido y estaba lloviendo, han dicho: “¡Qué lastima!” Pero he visto que la mayoría tenía una actitud muy animosa y se decían unos a otros: “No pasa nada; la lluvia no es mala”. Ciertamente, la lluvia es un regalo del Señor. No es muy importante si llueve o sale el sol. Es más importante que tengamos al Sol, Jesucristo, en nuestra vida.

No podemos dejar hoy de hacer referencia al terremoto de Haití, donde han muerto tantas personas. Todos estamos en manos de Dios; y no se trata de buenas palabras, para una situación difícil; esto es pura vida y realidad.

El cristianismo no es un mero refugio para huir de los males, que padece el hombre. Jesucristo nos ha revelado que Dios nos ama; y nada podrá apartarnos de ese amor: ni tribulación, ni hambre, ni enfermedad, ni espada (cf. Rom 8, 35). El amor de Dios  se ha manifestado en Cristo Jesús.

3. Este nuevo templo va a ser, queridos feligreses, nuestra tienda; o mejor, la tienda de la presencia de Dios entre nosotros. Es importante que tengamos a Dios cerca; o mejor, que nos acerquemos al Señor. Ésta va a ser la tienda del encuentro: el encuentro con Dios y el encuentro con los hermanos. Por eso queremos dar gracias a Dios hoy, al colocar esta primera piedra del templo parroquial.

Aquí encontraremos, como dice san Pablo, agua para apagar la sed y pan para saciar el hambre (cf. 1 Co 10, 3-4). En esta tienda encontraréis las generaciones actuales y las futuras el agua del bautismo, que os lavará de los pecados y el pan de la Eucaristía, como alimento de vuestra vida.

Venid al templo a adorar al Señor; no sólo para pedirle egoístamente cosas materiales, sino para adorarlo y alabarlo. Esa es la intención con la que construimos este templo.

4. En el Evangelio de hoy Jesús nos ha enseñado con una parábola: Si alguien construye una casa sobre arena, al llegar las lluvias, se destruyen los fundamentos y se viene abajo aquella casa, porque no tiene consistencia. Pero si edifica la casa sobre roca, aunque vengan las lluvias, se desborden los ríos y los vientos arremetan contra la casa, ésta permanecerá firme.

En estas últimas semanas hemos visto desbordarse los ríos y arramblar muchas casas, porque estaban construidas cerca de cauces, donde no se deben construir. No se deben plantar tiendas sobre arenas movedizas. En la vida hay muchas arenas movedizas. La sociedad de hoy nos presenta cosas atrayentes, pero están fundamentadas sobre arenas movedizas. Ciertas modas son arenas movedizas; e incluso ciertas leyes y ciertas costumbres son arenas movedizas.

5. Algunos deseos nuestros son egoístas: son arenas movedizas. Si queremos fundamentar nuestra vida sobre esa base, se desplomará y se hará añicos. Si queremos que perdure nuestra tienda, y no es sólo el templo parroquial, sino nuestra vida de fe y de amor, nuestra vida personal, debe estar afianzada sobre roca fuerte y tener un fundamento sólido; y ese único fundamento es Jesucristo.

Las modas pasan, las teorías pasan, las explicaciones científicas provisionales pasan; Cristo, sin embargo, permanece; la Verdad permanece (cf. Jn 14, 6). Las opiniones que aparecen en los medios de comunicación son simples opiniones y no tienen por qué ser todas verdaderas. Unas tendrá parte de verdad y otras serán totalmente mentira. No podemos seguir las opiniones de los hombres; hemos de seguir la Verdad, que es Cristo.

6. En esta celebración estamos colocando la primera piedra del nuevo templo de San Isidro Labrador en Cártama-Estación. A vosotros, queridos feligreses, os animo a fundamentar vuestra vida en Cristo, de la misma manera que construimos este templo sobre roca. Y si hace falta que echéis por la borda opiniones, teorías, ideologías, explicaciones... ¡echadlas por la borda!; no os sirven para nada si van en contra de la verdad de Dios.

A los más pequeños, que estáis aquí, os animo a que os acordéis de este día; y cuando seáis mayores, como vuestro padres y vuestros abuelos, contéis con orgullo a vuestros hijos y a vuestros nietos: “Yo estuve presente el día en que pusimos la primera piedra de la parroquia. Ese día llovió mucho y tuvimos que reunirnos en el sótano del templo, que no tenía aún techo; pero fue una fiesta preciosa”. ¿Se lo diréis a vuestros hijos?

Vamos a proseguir la celebración, para pedir a Dios por esta comunidad cristiana de Cártama, por toda la Iglesia, y por toda la gente necesitada. Amén.

Más artículos de: Homilías
Compartir artículo