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«Señor, dame ese agua...»

Publicado: 24/03/2014: 13165

Antonio Collado, vicario de la promoción de la fe y párroco de San Juan Bautista de Málaga, nos acompaña en el ejercicio de la Lectio Divina del domingo tercero de Cuaresma.

- HAGO SILENCIO. La Palabra de Dios para llegar a ser palabra de vida tiene que iluminar varios estadios personales: mental, racional, afectivo, moral, vivencial. Para ello es imprescindible el silencio, que apacigua todos mis estados alterados y me serena para que esta Palabra de salvación vaya permeando todo mi ser.

- LECTURA (LECTIO). El carácter bautismal de la Cuaresma del ciclo “A” se pone de manifiesto en los tres últimos domingos de este tiempo litúrgico. De ahí que las lecturas de hoy estén centradas en el simbolismo del agua. Leo despacio; vuelvo al texto con atención; me hago una composición de lugar; aprecio los detalles, me detengo en los personajes y los diálogos.

- MEDITACIÓN (MEDITATIO). Estas notas sólo pretenden ayudar, si el Espíritu te sugiere otros derroteros adelante, el Señor es quien lleva la iniciativa. Este pasaje pertenece a la primera parte del Evangelio de Juan, el “Libro de los signos” (Jn. 2-12). En él se narran una serie de obras portentosas cuyo sentido se aclara a través de los diálogos que siguen. Lo importante no es lo que tienen de “milagrosos”, sino aquello que revelan sobre la persona de Jesús. El episodio de la samaritana es el colofón de la primera sección (Jn. 2,1-4,42) donde Jesús es presentado como el portador de un nuevo orden de cosas que dejan obsoletas las viejas instituciones religiosas del judaísmo. Relato denso y muy simbólico, sólo podre- mos fijarnos en algunos detalles. ¿Con qué dificultades tropieza el diálogo entre Jesús y la samaritana? ¿Se refieren los dos al mismo tipo de agua? ¿Por qué? Salta a la vista el malentendido que se produce en torno al tema del agua. Los intereses pragmáticos de la samaritana, que son evidentes, no son los importantes sino: el lugar, “pozo de Jacob”; el agua un bien escaso y por ello muy preciado, que simboliza los dones de Dios a su pueblo. Jesús afirma rotundamente que el agua de ese pozo –el de una religión hecha de normas estériles, lugares privilegiados y ritos excluyentes– ya no tiene capacidad para calmar la sed de Dios que anida en el corazón humano, ¿qué característica tiene el agua que Jesús ofrece? Lee Jn. 7,37-39 y descubrirás de qué habla en realidad. Ése es el auténtico don de Dios que la samaritana no conocía, el Espíritu, que se obtiene sin fatiga, que apaga la sed para siempre y del que mana la vida eterna. La samaritana desconoce el don de Dios y, por tanto, ignora “quién es el que le pide de beber” (V.10) pero, a medida que dialoga con Jesús, va descubriendo poco a poco su verdadera identidad. ¿Cómo evoluciona su visión de Jesús a lo largo del relato? Fíjate en los términos que utiliza para dirigirse a él a medida que avanza la narración y podrás responder mejor a esta pregunta. He aquí el itinerario de fe de una mujer que se convierte después en sembradora del Evangelio en su propio pueblo.

- ORACIÓN (ORATIO). “Si conocieras el don de Dios...” ¿Te identificas en algo con el camino de fe que hace la samaritana? ¿Cómo te ayuda este pasaje a conocer mejor a Jesús? “Yo te daría agua viva...” ¿Qué significa para ti que Jesús puede darte “agua viva”? ¿Cuál es esa sed que puede saciar tu relación con él?

- CONTEMPLACIÓN (CONTEMPLATIO). Recrea con tu imaginación esta escena del Evangelio posiblemente muy conocida por ti; detente en los detalles más sugerentes y, desde el silencio, adéntrate en el Misterio por los caminos que el Espíritu te marque. Abandónate sin miedo y sin querer controlar la reflexión.

- COMPROMISO (ACTIO). ¿Qué pistas te ofrece este relato para vivir tu identidad y vocación de bautizado? En una sociedad que nos crea tantas necesidades pero no sacia nuestra verdadera sed, ¿cómo puedes ser para otros un manantial de “agua viva”?

Autor: Antonio Collado, vicario de la promoción de la fe

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