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Semblanza de Constancio Mínguez Álvarez

Publicado: 04/11/2004: 6970

 

El Señor es mi pastor, nada me falta, dice el salmo 23. Los creyentes en el Señor Jesús, en el Cristo Resucitado, vivimos con esta confianza plena y con esta certeza total: El Señor es mi pastor, nada me falta.

Pero también a veces experimentamos lo que un poco después continúa diciendo el salmista: el caminar por cañadas oscuras... Constancio, con 59 años recien cumplidos y con una labor extraordinaria entre nosotros, nos ha dejado inesperadamente. Cañadas oscuras que ahora ponemos delante del Señor, el Señor de la vida. A él agradecemos los años que nos ha dado de Constancio, no largos, pero sí años muy llenos, muy cargados de entrega y generosidad.

Constancio Mínguez Álvarez nació en Vallés de Palenzuela, provincia de Burgos, el 30-octubre-1945, y en Burgos fue ordenado de sacerdote en julio de 1970. Pero desde 1982 ha tenido su residencia en Málaga y ha trabajado entre nosotros: como profesor en nuestra Universidad, y como sacerdote en nuestra diócesis. Natural, por tanto, de las tierras de Castilla, con su talante y su buen hacer castellanos; pero privilegiados nosotros por tenerlo aquí en Málaga, dando todo lo mucho y bueno que siempre ha sabido darnos.

Era doctor en Ciencias de la Educación, por la Universidad de Málaga. Con su tesis doctoral entró en un campo tan interesante como la novela española: Mentalidad social y educación en la novela española de la primera parte de la Restauración. A partir de entonces, otros campos y otros temas fueron trabajados por él.

Sus estudios previos habían sido los específicos del Seminario; y luego Pedagogía Terapéutica y Psicología en la Universidad de Salamanca, y Teología Dogmática en la Facultad Teológica del Norte de España, sede en Burgos.

Como docente, comenzó siendo profesor titular en la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de la Universidad Pontificia de Salamanca; por este tiempo inició también su trabajo de colaboración en la Casa Real, como preceptor de la infanta Doña Elena. Pasó luego a la Universidad de Málaga, primero en la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado y actualmente en la Facultad de Ciencias de la Educación, donde ha ejercido como profesor y Vicedecano de Investigación e Innovación Educativa.

E igualmente profesor-colaborador en los centros de estudios de Teología de la diócesis: en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Pablo y en el Seminario Diocesano.

Sus publicaciones son abundantes: artículos en diversas revistas, libros, comunicaciones y ponencias en congresos (precisamente mañana sábado viajaba a Chile, a un congreso... que ya vivirá desde el cielo), etc. Por ser breve me limito a citar los dos últimos libros y de más relación con nuestra tierra: La educación de los sordos en Málaga, 1925-2000, publicado hace dos años; y La educación de ciegos en Málaga, publicado en 2003. Y aunque obra menor, pero que recordamos ahora por el cariño reciente, de hace unos días: Educación y Religión en una sociedad intercultural, lección con la que inaugurábamos hace un mes el curso académico 2004-2005, en los centros formativos de la diócesis antes dichos.

En estos años Constancio ha venido trabajando también como psicólogo: psicólogo perito en el Tribunal Eclesiástico, y psicólogo clínico atendiendo a muchas personas que han buscado su atención y su siempre certera y muy sensata ayuda.

Parroquialmente sus dos primeros años en nuestra diócesis los vivió como sacerdote en Santa Rosalía. Y desde 1984 hasta ayer por la mañana, que a las 9 celebraba la Eucaristía en este altar, ha colaborado como Vicario Parroquial en esta parroquia de San Pedro.

Pero... con ser todo esto anterior importante, quiero destacar un pequeño -¿pequeño?- detalle de experiencia personal: siempre que a Constancio le hemos pedido colaboración en algo (en los diversos centros educativos, en la pastoral parroquial, en la pastoral vocacional, en lo que sea) siempre ha dicho que sí; sencillamente ha mirado la agenda para apuntar la fecha. Disponible en todo momento y a prueba de todo cansancio.

Señor, como Padre bueno que eres, acoge la vida de nuestro hermano Constancio, vida que te agradecemos por todo el bien que nos ha hecho.

Antonio Aguilera Cabello

Autor: diocesismalaga.es

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