NoticiaCatedral «Los pobres fueron su pasión dominante» San Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac Publicado: 01/10/2017: 14355 El Obispo de Málaga, Jesús Catalá, presidió el pasado sábado 30 de septiembre, en la Catedral, la Misa con motivo de los cuatrocientos años de la Familia Vicenciana, en la que participaron miembros de las distintos grupos vicencianos presentes en la diócesis de Málaga. En su homilía, D. Jesús Catalá explicó los tres pilares de la espiritualidad de san Vicente de Paúl que «estructuran su vida interior y su respuesta activa». En primer lugar, «la primacía de Dios. Dios ante todo. Es el primer pilar de su espiritualidad. Vicente ha experimentado en su propia vida haber sido conducido por la mano de Dios de su esclavitud de Egipto a la tierra prometida, porque se ha sentido perdonado, amado, acogido y salvado. Él también ha sido sacado de su esclavitud, de sus tinieblas, de sus cadenas. El amor de Dios ha sido la piedra angular de su vida; y el amor a Dios ocupó la primacía de su vida». En segundo lugar, «la centralidad de Cristo. San Vicente de Paul contempló a Cristo anonadado, que se hizo pobre para salvarnos, como hemos escuchado en la carta a los Filipenses (cf. Flp, 2,6-11). Su fuente de espiritualidad es Cristo, que se hace siervo y servidor, con tres rasgos que conforman su “cristología vicenciana”: Cristo como adorador del Padre, como servidor del designio amoroso del Padre, y como evangelizador de los pobres. Jesús explicó el texto del profeta Isaías, en el que se decía que había sido enviado para proclamar la buen noticia a los pobres y liberar a los cautivos (cf. Lc 4,18-19); se trata de un anuncio liberador, sanador, salvador. Los demás elementos de su espiritualidad serán un despliegue de estos tres rasgos de Cristo». En tercer lugar, «la pasión por los pobres. El tercer pilar su espiritualidad son los pobres, contemplados desde Dios. Ellos fueron su pasión dominante; los ama sinceramente en su situación propia, con sus heridas y limitaciones; y también desde el seguimiento de Jesucristo. Y ejerce sobre ellos una acción curativa y preventiva, porque el amor sana y salva; el amor hace iguales y produce fraternidad. Su lema: “Los pobres son nuestros señores y maestros” (Correspondencia, conferencias, documentos, Coste XI-3, p. 273). El pobre no es para Vicente de Paúl solo el objeto de su amor; el pobre le enseña y es su señor; al ponerse al servicio del pobre, aprende de él y se enriquece con su encuentro». Puede leer la homilía íntegra aquí