NoticiaHemeroteca Ser cristianos en la sociedad actual Publicado: 17/07/2014: 5896 Los cambios que se están produciendo en nuestra sociedad exigen a los cristianos encontrar una nueva manera de presencia. La respuesta adecuada no puede consistir en el anonimato ni en el desaliento, sino en la esperanza que sabe encontrar caminos nuevos para vivir y proclamar el Evangelio. Es una tarea de todos, en la que no podemos rebajar el Evangelio para hacerlo máás atractivo al hombre de hoy ni refugiarnos en actitudes de ayer cerradas al futuro y a los cambios de la historia. La fe nos invita a situarnos en el hoy de Dios y a realizar un profundo examen de conciencia, para vivir el Evangelio de siempre en nuestro mundo y para mantener una actitud críítica frente ante todo aquello que conduzca al envilecimiento de los valores humanos y evangéélicos. Para empezar, me parece máás necesario que nunca vivir y mantener la identidad catóólica. El "Credo" que sostiene nuestra fe y los valores morales que la encarnan no estáán a merced del gusto de cada uno. A los que se fabrican un catolicismo "a la carta", hay que recordarles la fe de la Iglesia, tal como nos la han transmitido nuestros mayores y como la enseñña e interpreta el Magisterio partiendo siempre de las sagradas Escrituras, es normativa para todos. Como sabemos los creyentes, existe un pluralismo legíítimo en varias interpretaciones, pero tenemos que mantenernos unidos en lo esencial. Un teóólogo españñol que fallecióó recientemente decíía que la Iglesia es la úúnica institucióón que subvenciona y mantiene a personas que luego se dedican a desprestigiarla y denigrarla. Pienso que la autocríítica es necesaria dentro del Pueblo de Dios, pero siempre que se realice con justicia y con verdad, y vaya acompaññada de la propia conversióón. Hoy seguimos necesitando la críítica interna, pero necesitamos máás fortalecer la comunióón eclesial y alentar el amor afectivo a Iglesia. Finalmente, la opcióón preferente por los empobrecidos y la primacíía de la caridad son los mejores avales de la autenticidad evangéélica. Ante las nuevas formas de pobreza y la creciente soledad de las personas, tenemos que hacer presente en nuestro mundo el amor de Dios al hombre. No sóólo a travéés de gestos sencillos y cotidianos, sino tambiéén mediante lo que algunos han llamado la "caridad políítica", que se pone de manifiesto a travéés del compromiso permanente por el hombre en la vecindad, en el trabajo, en las asociaciones ciudadanas y en la vida social y políítica. Porque el Evangelio no se vive sóólo al calor de nuestros templos, sino tambiéén en la intemperie de la existencia humana; allíí donde buscan, sufren y aman nuestros hermanos los hombres. Pero estas tres actitudes sóólo seráán posibles si nos abrimos cada díía a la oracióón y al silencio, a la meditacióón de la Palabra divina y a una vida sacramental que nos permita vivir encuentros "rompedores" con Dios; esas experiencias de fe, de amor y de esperanza que transforman y renuevan nuestra vida.