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Santa María, Madre de Dios (Catedral-Málaga)

Ntra. Sra. de los Remedios en la Catedral de Málaga/ ARTISPLENDORE
Publicado: 01/01/2023: 4885

Homilía pronunciada por Mons. Jesús Catalá en la Eucaristía celebrada en la Catedral de Málaga el 1 de enero de 2023, festividad de Santa María, Madre de Dios

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

(Catedral-Málaga, 1 enero 2022)

Lecturas: Nm 6, 22-27; Sal 66, 2-8; Gal 4, 4-7; Lc 2, 16-21.

Caminando con María      

1.- La primera lectura, que ha sido proclamada, nos ofrece la bendición que Dios sugirió a Moisés: «El Señor te bendiga y te proteja; ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz» (Nm 6, 24-26). 

Hemos de tener en cuenta que la paz es un don de Dios; la paz y la alegría son dones pascuales, que el Señor resucitado regala a sus discípulos (cf. Jn 14, 27) y nos regala también a nosotros; necesitamos la paz de Dios y su gozo.

Al comienzo del nuevo año escuchamos esta hermosa bendición con la plegaria y el deseo de que la bendición de Dios nos acompañe en nuestro camino. 

Es una bendición que nos proporciona esperanza y alegría, de las que tan necesitada está nuestra sociedad, rota por el egoísmo, el odio, las guerras y también los desastres naturales. 

No es una esperanza basada en ilusiones y frágiles promesas humanas; se trata, más bien, de la bendición de Dios misericordioso, que quiere nuestro bien y nuestra salvación; porque nos ama infinitamente. 

2.- Celebramos hoy la solemnidad de Santa María, “Madre de Dios”. Como nos ha recordado san Pablo: «Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley» (Gal 4, 4); de este modo se expresa con claridad que Jesucristo es verdadero hombre al encarnarse. La maternidad de María es el título principal y esencial de la Virgen; todos los demás títulos que le damos están basados en éste: ser “Madre del Hijo de Dios”. La bendición de Dios se ha realizado en María, destinada a ser la “Madre de Dios”, como la definió el Concilio de Éfeso (año 431). 

María está siempre presente en el corazón y en el camino de fe del pueblo cristiano. Como dijo el papa Juan Pablo II: “La Iglesia, confortada por la presencia de Cristo (cf. Mt 28, 20), camina en el tiempo hacia la consumación de los siglos y va al encuentro del Señor que llega. Pero en este camino (…) procede recorriendo de nuevo el itinerario realizado por la Virgen María, que «avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz» (Lumen gentium, 58)” (Redemptoris Mater, 2).

La Virgen, que hizo su peregrinación en la fe, nos invita a caminar con ella. Comencemos este año de la mano de María; somos peregrinos en esta vida, que caminamos hacia la eternidad. Hagamos nuestra peregrinación en la fe con María, la Madre del Señor y madre nuestra.

3.- Caminamos con María, la Madre de Dios, que ha experimentado las vicisitudes humanas como nosotros, ha transitado por los mismos caminos que recorremos nosotros, a veces incluso más difíciles y oscuros, y ha avanzado en la peregrinación de la fe. Nuestro camino de fe, pues, está unido de manera inseparable a María desde que Jesús, al morir en la cruz, nos la regaló como Madre (cf. Jn 19, 27). 

Es una bendición que la Madre del Redentor nos preceda, nos acompañe y nos confirme en la fe y en la misión que el Señor nos encomienda. 

Con su humildad y disponibilidad a la voluntad de Dios nos ayuda a vivir nuestra fe anunciando el Evangelio. De este modo nuestra misión será fecunda, por estar modelada sobre la maternidad de María (cf. Papa Francisco, Homilía en la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, Vaticano, 1.01.2014).

4.- En este inicio del año celebramos también la Jornada Mundial de la Paz. El cristiano pide a Dios que guíe sus pasos «por el camino de la paz» (Lc 1, 79). La paz es el gran regalo para el hombre, porque la Paz es Cristo; es amor que salva; es misericordia que perdona; es consolación del alma; es guía segura de conducta; y es certeza de la dirección adecuada, para no desviarnos de nuestro camino y de nuestro fin último.

Desear la paz es el saludo más hermoso que podemos ofrecer. Jesucristo regaló la paz a sus discípulos, enviándoles el Espíritu Santo. Queridos fieles, ¡que el Señor os conceda su paz todos los días de este nuevo año!

El papa Francisco nos anima en su Mensaje para la Paz a vivir nuestra existencia confiando en Dios: “Aunque los acontecimientos de nuestra existencia parezcan tan trágicos y nos sintamos empujados al túnel oscuro y difícil de la injusticia y el sufrimiento, estamos llamados a mantener el corazón abierto a la esperanza, confiando en Dios que se hace presente, nos acompaña con ternura, nos sostiene en la fatiga y, sobre todo, guía nuestro camino” (Papa Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2023). Éste es mi deseo para todos vosotros.

5.- Después de los trágicos acontecimientos de la pandemia, guerras, crisis económicas, problemas sociales, desaciertos políticos y otros avatares “es hora de que todos nos comprometamos con la sanación de nuestra sociedad y nuestro planeta, creando las bases para un mundo más justo y pacífico, que se involucre con seriedad en la búsqueda de un bien que sea verdaderamente común” (Ibid.).

Pedimos a todos los fieles y a las personas de buena voluntad que se esfuercen en buscar soluciones positivas a los problemas familiares, personales, sociales, políticos, a los conflictos bélicos y a cualquier situación que sufran las personas más necesitadas. 

La paz es un don de Dios y, al mismo tiempo, una tarea humana, que no debemos soslayar. Todos estamos comprometidos en la hermosa labor de ser constructores de paz, empezando por nuestro interior; y debemos pedirla al Señor. 

Os deseo un feliz Año Nuevo, lleno de las bendiciones de Dios, que podamos construir, día a día, como artesanos de paz. Que María, la Madre de Jesús y Reina de la Paz, interceda por nosotros y por el mundo entero.

A Ella confiamos nuestro itinerario de fe, los deseos de paz de nuestro corazón y las necesidades de todo el mundo; y la invocamos ahora todos juntos, diciendo: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros. (Todos repiten esta invocación). Amén.

 

 

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