NoticiaHistoria de la Iglesia Un Papa «de un país lejano» Publicado: 22/07/2021: 3519 Historia de la Iglesia La elección de Mons. Wojtyla como Papa causó gran extrañeza en un primer momento: no era italiano. Desde 1523 todos los papas habían sido italianos. La situación de la Iglesia en los últimos años del pontificado de Pablo VI y de Juan Pablo I había cambiado mucho. Era necesario un cambio radical. Los electores en el cónclave eligieron como Papa a un hombre de recia personalidad y bien conocido por el conjunto de los cardenales. Este fue el arzobispo de Cracovia, Mons. Wojtyla. En su alocución al pueblo tras su elección se definió como “proveniente de un país lejano pero cercano por la fe”. El pueblo aplaudió entusiasmado oyendo al nuevo pontífice en un correcto italiano. Pero él nunca renunció al amor de su Polonia natal. Una de sus grandes preocupaciones fue la de acercar el Este europeo al mundo cristiano occidental. La actividad del nuevo Papa, a lo largo de su vida, fue muy densa y variada. Es el Papa que contribuyó a la caída del comunismo, es el Papa Viajero, es el Papa de las grandes encíclicas y variados discursos, es el Papa de las innumerables audiencias, es el Papa que inició otro modo de ejercer el pontificado y es el Papa que supo aceptar un grave atentado, dolores y enfermedades como una forma de unirse a Cristo Crucificado, ya que Él era su representante en la tierra. El horario de una jornada del Papa comenzaba a las 5 de la mañana. Dedicaba 2 horas a la oración, después celebraba la Misa, desayunaba, y el resto de la mañana lo ocupaba en leer, escribir y recibir audiencias hasta las 2 de la tarde. Después del almuerzo descansaba media hora y volvía a su estudio hasta las 6.30 de la tarde y, a continuación recibía a los prefectos y el personal de la Curia. Cenaba a las 8 y el resto de la jornada lo dedicaba a la oración. Se retiraba a descansar hacia la medianoche. Tenía una gran capacidad de concentración y pasaba con gran facilidad de la oración a la acción. Su mensaje principal dirigido al mundo fue “No se puede excluir a Cristo de la historia” y a los cristianos les recomendó “No tengáis miedo”.