NoticiaColaboración #10de10 «No hay mayor acto de amor que proteger a quien se quiere» Para proteger a su sobrino de posibles infecciones en su última visita, Paula lo cubrió con un plástico para poder abrazarlo Publicado: 21/05/2020: 22216 Paula Vega es una joven profesora de Religión del Colegio Andalucía de Fuengirola, catequista de la parroquia de Santa María de la Amargura y colaboradora de la Delegación de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso. Estudiante de primer curso del Centro Superior de Estudios Teológicos "San Pablo", nos ofrece su experiencia en medio de la crisis del coronavirus He aprendido a valorar más la Eucaristía, la libertad de poder ir al sagrario cuando quiera, el cariño de mis sacerdotes y la vida en comunidad. A pesar de todo lo que está pasando y en medio del dolor de saber que tanta gente está sufriendo, he aprendido a estar agradecida por estos días. Dios es un Padre bueno que nos quiere y nos regala grandes maravillas. Me levanto y doy gracias porque estoy viva y porque tengo ante mí el regalo de un nuevo día. Doy gracias porque tengo un techo para dormir y un plato que comer. Doy gracias incluso cuando madrugo, porque significa que tengo trabajo; y cuando trasnocho estudiando, porque eso significaba que estoy haciendo la carrera que me gusta. MI FAMILIA En estos días, he podido mejorar la relación con mi madre. Nos hemos redescubierto la una a la otra. Ahora hablamos mucho más, compartimos momentos de ocio y nos reímos juntas. Ella ha conseguido que el confinamiento sea más fácil y más especial. Además, desde el primer día, acordamos una hora de videollamada diaria con el resto de mi familia. No faltábamos a nuestra cita de las 20:15h para vernos las caras, saber cómo estábamos y escucharnos reír. Los sábados cenábamos juntos a través de los móviles e incluso hemos realizado una fiesta de disfraces. Lo importante era sentirse unidos a pesar de la distancia. Finalmente pudimos reencontrarnos. Es difícil no poder abrazar a tus seres queridos, así que nos las ingeniamos para envolvernos en plástico y darnos ese abrazo tan esperado. Es muy importante para nosotros mantener las medidas de seguridad ya que tenemos miembros que son de riesgo y no hay mayor acto de amor que proteger a quien se quiere. Fue muy emotivo. MI VIDA DE FE Creo que ha sido el momento de poner a prueba la fe que hemos afirmado tener, sin tantos adornos, edulcorantes ni la facilidad de la rutina. Días antes del estado de alarma, estábamos planeando toda la Semana Santa. Actividades, decoración en Pascua, excursiones e incluso una ya estaba pensando en el modelito del Domingo de Ramos. De repente, llega esto y se derrumban todos los planes. Ha sido como si el Señor quisiera recordarnos que todo eso está muy bien, pero que lo más importante es Él. He aprendido a valorar más la Eucaristía, la libertad de poder ir al sagrario cuando quiera, el cariño de mis sacerdotes y la vida en comunidad. He tenido que aprender a buscar herramientas para rezar en casa, porque a veces cuesta. Sin embargo, el encuentro con el Señor ha sido muy intenso, especialmente en Semana Santa. En casa, hemos intentado traer la parroquia a casa. En definitiva, Dios me ha ayudado a encender una luz en medio de toda esta oscuridad, a encontrarle un sentido a la vida confinada y a valorar más los pequeños regalos del día a día.