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Iglesia sin fronteras, madre de todos

Publicado: 15/01/2015: 11718

El papa Francisco nos propone que extendamos por todo el mundo la cultura de la acogida y de la solidaridad. Para desarrollar estas actitudes con los inmigrantes es necesario que tomemos conciencia de las dificultades que afrontan al intentar acceder a unas condiciones de vida mejor.

Él nos lo ha recordado en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz: «en su dramático viaje, sufren el hambre, se ven privados de la libertad, despojados de sus bienes en ocasiones sufren abusos físicos y sexuales… Una vez llegados a su destino después de un viaje durísimo y con miedo e inseguridad, son detenidos en condiciones, a veces, inhumanas… Se ven obligados a la clandestinidad por diferentes motivos sociales, políticos y económicos».

Reducir la distancia que nos separa de los dramas humanos que viven muchos inmigrantes hará posible que se acreciente en nosotros el deseo de acoger y de compartir nuestras vidas con ellos. Nos impulsará también a trabajar por el desarrollo de un orden económicofinanciero más justo y equitativo, junto con un mayor compromiso por la paz, condiciones indispensables para un auténtico progreso.

Esto requiere que exijamos a nuestros gobernante que se promuevan políticas que ayuden a los países de origen en su desarrollo sociopolítico y a la superación de sus conflictos internos –causa principal de este fenómeno–, en lugar de políticas de interés, que aumentan y alimentan estos conflictos. Es necesario actuar sobre las causas y no solamente sobre los efectos. (Discurso del Papa al Parlamento Europeo 2014). Una Iglesia sin fronteras, madre de todos,requiere que los cristianos de las diferentes confesiones demos pasos para avanzar en la unidad y demos testimonio de una Iglesia que es madre que acoge, acompaña y se hace próxima a las personas más vulnerables y excluidas. Esto posibilitará anunciar a todos que “Dios es amor”.

Ramón Muñoz

Delegado diocesano de Migraciones

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