Publicado: 15/04/2006: 1107

S.I. Catedral


‟REVIVIR LA PASCUA DEL SEÑOR‶


1. Esta noche, según una antiquísima tradición, es una ‟noche de vela y guardia en honor del Señor‶ (Ex 12, 42).

Es una noche singular para toda la comunidad cristiana, justamente definida por San Agustín como ‟la Vigilia Madre de todas las Vigilias‶.

Es la noche de la Pascua, del paso del Señor para salvar y liberar a su pueblo de todas las opresiones y esclavitudes: en ella se reencuentran los fieles con una esperanza renovada, renacen a la vida los bautizados, los pecadores encuentran la reconciliación y el perdón, los cielos y la tierra estremecen ante la novedad del Señor.

‟Velad y orad‶ esta noche, nos dice el Señor, haced memoria agradecida y gozosa de todas las maravillas que Dios ha hecho en nuestra historia y en nuestra vida. Es la noche de nuestro ‟Magnificat‶: ‟proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador‶, decimos también nosotros como la Santísima Virgen al contemplar a Cristo vivo y resucitado.

2. Es una noche para revivir la Pascua del Señor. La Liturgia que estamos celebrando no es un recuerdo vacío, sino presencia viva y vivificadora, a través de símbolos, del acontecimiento central de nuestra fe y de nuestra salvación: la muerte y la resurrección del Señor.

La sucesión de símbolos y gestos tan bellos y tan ricos de los que está compuesta y entretejida toda la Vigilia, expresan espléndidamente lo que significa la Resurrección de Jesucristo en la vida del mundo y del hombre y nos revela el paradigma de lo que es la vida cristiana, nacida de la Pascua. La luz, la Palabra, el Agua y el Banquete son los grandes símbolos para explicar la realidad misteriosa y los puntos de referencia esenciales para la vida nueva del Resucitado.

2.1. En Cristo Resucitado, el mundo pasa de las tinieblas la luz. En Él se ilumina el destino del hombre y su identidad de imagen y semejanza de Dios: en la vida se abre un camino a la esperanza de los cielos nuevos y la tierra nueva, iluminados por Jesucristo que ‟que nos ha llamado de las tinieblas a una luz admirable‶ (I Pe, 2, 9). Nuestra vida ha cambiado radicalmente y podemos caminar como ‟hijos de la Luz‶.

‟Goce la tierra inundada de tanta claridad. Alégrese también nuestra Madre, la Iglesia,
revestida de luz tan brillante‶.

2.2. Cristo Resucitado es la Palabra definitiva de Dios, la verdad última de todas las cosas. La lectura sosegada y abundante de la Palabra de Dios en esta Vigilia nos recuerda las acciones maravillosas que Dios ha realizado en la historia para salvar a su Pueblo y es una proclamación de que, en Cristo Resucitado, -Palabra última de Dios-, se cumplen, se recapitulan y se actualizan el Poder y la Bondad Salvadora de Dios.

Nuestra vida cristiana consiste en perseverar en la escucha atenta y dócil de Cristo, muerto y Resucitado. ‟Este es mi Hijo muy Amado, escuchadle‶.

2.3. Cristo Resucitado es el Agua que nos purifica de todas nuestras inmundicias e idolatrías: es el Agua Viva que salta hasta la Vida Eterna, para que los que la beban ya no vuelvan a tener sed.

La liturgia bautismal y la bendición del agua esta noche, nos recuerdan que, por la Resurrección de Jesús, de la que participamos en el Bautismo, morimos al ‟hombre viejo‶ y renacemos a una ‟vida nueva‶ como hijos de Dios y pueblo santo.

Al renovar hoy las promesas del Bautismo queremos dar gracias a Dios, alabar, glorificar y engrandecer al Señor que nos ha hecho renacer a una vida nueva, incorporándonos a Cristo Resucitado.

2.4. Regenerados por el Agua del Bautismo y la fuerza del Espíritu Santo, somos invitados al banquete pascual de la EUCARISTÍA, en la que se hace realmente presente el Señor Resucitado y resucita para nosotros, para sostener nuestra fe y alimentar nuestra vida.

El banquete de la Eucaristía, que actualiza la Resurrección del Señor Jesús, es, al mismo tiempo, un símbolo de que la Resurrección ha convertido nuestra vida en una fiesta ininterrumpida. Y nos invita a cantar con el Apocalipsis:

‟¡Alleluya, porque ha
establecido su reinado el Señor...
Porque han llegado las Bodas
del Cordero y su Esposa se
ha engalanado y se le ha
concedido vestirse de lino
deslumbrante de blancura‶.

Y con razón podemos decir con el Pregón Pascual:

‟¡qué noche tan dichosa en que se une el Cielo con la Tierra, lo humano con lo divino!‶.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
Más artículos de: Homilías Mons. Dorado
Compartir artículo