DiócesisHomilías Mons. Dorado

Homilía Festividad de San José

Publicado: 19/03/2005: 3095

S. I. Catedral

1.- Celebramos hoy la Fiesta de San José, esposo de la Virgen María. Y nos acercamos
a su persona con veneración, con respeto, casi sin ruido, dispuestos a escuchar el callado
rumor de un alma sencilla y que seduce. No es la suya una vida clamorosa. Si nos limitásemos
a ver al Santo Patriarca únicamente tras los tenues acontecimientos de la historia, no
sabríamos comprender el significado de su paso por la tierra; alguien que no pinta nada en la
vida real de su pueblo y su familia. Hay vidas que aturden por el estruendo de sus hechos de
un día. Son simple anécdota, emoción fugitiva. Otras en cambio parecen decir muy poco; pero
si ahondamos, nos quedamos absortos ante el descubrimiento. Tal es la vida del humilde
artesano de Nazaret. En ella, el hervor resuena dentro.


2.- San José es un abismo de interioridad. Su vida respira cielo; vive en la cumbre de
todas las elevaciones. No en vano tuvo a Jesús en sus brazos, lo meció cuando pequeño, se
oyó llamar padre por la Sabiduría. Fu el hombre elegido, digno de absoluta confianza, en cuyas
manos puso Dios su tesoro más preciado: la vida de su Hijo Jesucristo y la integridad de María,
la Virgen. Es verdad que cuando se leen los Evangelios, José no aparece nunca en primer
plano, pero su presencia silenciosa y eficaz llena la existencia de la Sagrada Familia. Por algo
bebió durante una treintena de años en los ojos y en la sonrisa de su Hijo adoptivo el agua
transparente que salta hasta la vida eterna.

Para entender su misterio, tenemos que acercarnos a la orilla de su vida con amor, con
el mismo amor con el que los evangelistas, los doctores, los teólogos, nos hablaron y nos
siguen hablando de él y del misterio de su vida sencilla.

En este concierto de voces jubilosas que descubrieron en la vida del Patriarca facetas
de una magnitud insospechada, la aportación de España ha tenido una especial trascendencia.
Los dominicos, los franciscanos, los sacerdotes seculares, como San Juan de Ávila, ensalzaron
las virtudes sobrenaturales del Santo en un alarde de confortadora agudeza. Fue, sin embargo,
la espiritualidad carmelitana la que dio l toque definitivo, la que hizo triunfar dentro y fuera de
nuestras fronteras la devoción al humilde Patriarca. Santa Teresa fue la moldeadora del
prodigio. Ella tomó a San José como abogado, cantó sus excelencias, comenzó bajo su
protección sus FUNDACIONES y puso al cobijo de su nombre los primeros ‟portalitos‶.

Aún podemos agregar el ejemplo del Fundador de la Hermandad de Sacerdotes
Operarios Diocesanos, D. Manuel Domingo y Sol, colocando los Seminarios a la sombra de
San José y la aparición de la revista de ‟Estudios Josefinos‶. Patrono de los Seminarios, por
eso hoy día es también el día del Seminario. Pío IX lo nombró Patrono de la Iglesia Universal
y León XIII lo presenta como modelo de las familias pobres y trabajadoras.

Una tradición tan amplia y persistente tiene que afirmarse en sólidos motivos.
Dispongámonos a seguir el hilo de su vida en el tiempo y el ritmo de su alma allí donde calla
el rumor de las cosas.
Las dos únicas fuentes, inspiradas por Dios, que nos dan a conocer con veracidad
absoluta la persona y vida del Santo Patriarca son los Evangelios de San Mateo y San Lucas.


3.- Lo que más nos importa a los cristianos es la misión que Dios le encomendó: la de
ejercer como padre de Jesús. Cuando descubrió a su esposa embarazada, sin tener arte ni
parte, vivió una profunda crisis, como cuenta el Evangelio. Hasta el punto que pensó en
abandonarla de una manera secreta. Dios le llevó a descubrir el Misterio de Aquel Hijo
inesperado, que es el Hijo de Dios Vivo, concebido de manera milagrosa. Sostenido por la fe
aceptó las zozobras de una vida difícil, al servicio del Señor.

Desde los primeros siglos, los cristianos lo miramos como un ejemplo eminente de
humildad y fidelidad. Según dice San Mateo, era un hombre verdaderamente bueno (‟justo‶),
que dedicó su vida a cuidar de Jesús y de la Virgen. Por eso, a pesar de los gobernantes de
turno, para los católicos, el 19 de marzo sigue siendo un día de precepto.

A El de nuevo le encomendamos de manera especial nuestro Seminario y felicitamos
a las miles de personas y amigos que hoy celebran su fiesta onomástica.

✝ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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