DiócesisHomilías Mons. Dorado

Festividad de la Sagrada Familia

Publicado: 26/12/2004: 837

S. I. Catedral

1. Saludo.

“Sed bienvenidos”. Os reitero mi saludo del  comienzo de la Eucaristía. “La paz y el amor de Dios... estén con vosotros”. Con vosotros familias cristianas, esposos, hijos, en muchos casos nietos y aquellos otros familiares que permanecen integrados en la unidad familiar. En este domingo especial, dentro del tiempo de la Navidad, la Iglesia desea y pide a Dios que acojáis con inmensa alegría, como el mejor aguinaldo, la paz y el amor de Dios, vividos y experimentados aún en las situaciones de dificultad que muchas veces se hacen presente en nuestra vida.

Es un deseo que queremos para todas las familias, también para las no creyentes, y para las que viven el drama de crisis continuadas, incluso de  ruptura,  pero tienen todavía la posibilidad de reconstruir el amor.

¡Señor, que todas las familias viven en tu paz y en tu amor! Es la mejor felicidad que la comunidad cristiana quiere para vosotros. Todos los que viven la fe con otra específica vocación que la vuestra. lo desean siempre,. pero especialmente este Domingo de la Sagrada Familia, paradigma especial para las familias cristianas.

Deseo y oración en unos momentos de infravaloración de la familia y de dificultades para su realización. Vosotros, que tenéis claridad en los principios que la fe establece sobre el matrimonio y la familia, en esta solemnidad  debéis confirmar vuestra opción por vivir vuestra vocación, en fidelidad a la Palabra de Dios. Sentíos alegres y llenos de esperanza por vuestra bella, exigente e incomparable llamada de Dios a vivir en familia que es tan excepcional que San Pablo la establece como signo del amor total entre Cristo y la Iglesia.

Es gracia de Dios que hayáis descubierto la profundidad de la sacramentalidad del matrimonio. “El matrimonio como vocación eclesial es todavía una realidad no suficientemente valorada en nuestras comunidades y no pasa de ser, muchas veces, una afirmación nominal” (Directorio Pastoral Familiar, 56).


2. La primera y la segunda lectura nos ofrecen un bello ejemplo de virtudes a vivir en la familia. El Eclesiastés enseña el respeto debido al padre y a la madre y las atenciones que los hijos deben tener con ellos en la ancianidad.

San Pablo, de forma preciosa y precisa, describe las virtudes domésticas: “vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Perdonaos. Y, por encima de todo, el amor.”

Hoy o durante la semana, sería positivo para vosotros, esposos, que en vuestra casa releáis a San Pablo, -el texto lo encontráis en la carta a los Colosenses, cap. 3,12-21 e hicierais un examen de conciencia acerca de cómo vivir las virtudes indicadas por el apóstol, las dificultáis que encontráis y el camino recorrido, para terminar con una oración de acción de gracias y de petición, en favor de vuestra familias y de todas las familias.

Pero el relato del Evangelio, la vida de la familia formada por José, María y Jesús,  es el centro de nuestra contemplación en esta Solemnidad de la Sagrada Familia.

Nazaret es un eslabón más de la forma de hacerse presente Dios entre nosotros. Concebido por obra del Espíritu Santo, necesitó como todos los seres humanos el seno de su madre para ser formado  y nacer, a los nueve meses, en el pesebre de Belén. Este Jesús, que murió a los  33 años, vivió aproximadamente 30 años la experiencia de una vida de familia. en Nazaret, pueblo pequeño.

Sin nada de apariencia extraordinaria, vida ordinaria.  José  gana el pan con el trabajo de sus manos, María es la mujer sencilla que trabaja como todas las mujeres de su entorno, dentro de  aquella cultura semita y Jesús es el niño, adolescente y joven “que crecía en edad, en sabiduría y en gracia de Dios”

El 5 de Enero de 1964, Pablo VI visitó Nazaret. De su alocución recordamos algunas palabras que deseo penetren en vosotros y permanezcan  en vuestro corazón.

“En Nazaret aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta vida sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres”

Necesitáis modelos de referencia. En Nazaret lo tenéis. Mirad a la Sagrada Familia. En la actualidad se nos intentan ofrecer muchos modelos de vida. La familia cristiana tiene en la familia de Nazaret el modelo central al que referir sus valores. Es verdad que además de la familia de Nazaret, en nuestra comunidades eclesiales hay muchas familias que son verdaderos ejemplos de vida que siempre estimulan a los demás.

El Papa también dijo:
“Se nos ofrece además una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social.”

Ahí tenéis el camino específico de vuestra santidad, a la que sois llamados. las familias. Afirmad con humilde fortaleza y convicción inalterable  que por ser esposos, por ser padres, estáis  llamados a la santidad. El Vaticano II lo recordó de forma clara:

“(los esposos) imbuidos del espíritu del espíritu de Cristo, con el que toda su vida  está impregnada por la fe, la esperanza y la caridad, se acercan cada vez más a su propia perfección y a su santificación mutua y, por tanto, a la glorificación de Dios en común” (GS. 48)


3. Conclusión.

Antes de que os invite a renovar vuestras promesas matrimoniales, permitidme que como obispo vuestro, os sugiera algunos consejos:

Sed familias que rezáis. La vida de hoy no siempre deja espacio a lo que más necesitamos, pero es necesario recuperar y animar  algunas actitudes básicas para que sea posible vivir en fidelidad. De forma especial la oración, que garantiza tengáis el necesario sentido de fe en la familia.  Que hermosas palabras las que dijo al respecto Pablo VI, en la alocución a la que he hecho referencia con anterioridad: “Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enseñanos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros”

Sed apóstoles, evangelizadores, de la vida familiar. Con vuestro testimonio, con vuestras palabras. No se trata de imponer, pero sí de ofrecer modelo de vida que buscan muchos a pesar de los ataques que recibe el matrimonio y la vida familiar. Es vuestra primera y más importante misión que la iglesia os pide.

En el Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España, se dice:

“La Iglesia necesita de las familias cristianas para llevar a cabo su misión. Existen dimensiones específicamente familiares de la evangelización que sólo se pueden llevar a cabo adecuadamente en el ámbito familiar y por el testimonio valiente y sincero de las familias cristianas.” (N.65)

Amaos unos a otros. Esposos, padres e hijos. Manifestad el amor. Procurad momentos gratuitos para vivir la alegría del encuentro de la familia, especialmente cuando los  hijos han formado sus propias familias. Y transmitid, sin cansancio, el modelo cristiano de familia porque constituye capítulo de convicciones enraizadas que no deseáis abandonar.

Para muchas familias, el mejor modo de mantener con ilusión esta llamada a lo que Dios quiere de vosotros es incorporarse a la vida parroquial o a algunos de los movimientos y asociaciones de matrimonios y familiares que tienen vida en la Diócesis.

A Jesús, a la Virgen María, a San José, en su peculiar convivencia familiar de Nazaret, rezo  por vosotros. Os felicito muy de corazón y os ruego mantengáis el coraje interior para superar las dificultades del ambiente y vivir en coherencia a tan especial vocación. Que vuestra mirada se mantenga siempre dirigida a Nazaret.

✝ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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