DiócesisHomilías Mons. Dorado

Festividad de San Pedro Poveda

Publicado: 28/07/2005: 1141

Casa diocesana


1. Saludo.

Queridos miembros de la Institución Teresiana y amigos de la obra fundada por
San Pedro Poveda. Hoy es día de especial gozo para la Iglesia y especialmente para
vosotros. Porque en esta jornada  la comunidad cristiana vive la memoria de la vida,
de la enseñanza y de las obras del santo sacerdote. Memoria agradecida e impulso
para que reafirmemos nuestra condición cristiana de llamados a la santidad.

Vivió el santo en circunstancias muy difíciles de la vida española y con
especiales retos tanto en la experiencia de la fe en su relación con la cultura como en
el capítulo específico de la enseñanza. Fe-cultura, presencia de vosotras en el
atrayente, difícil y complejo mundo de la cultura que hizo decir a Pablo VI que el drama
de hoy era la separación de la fe y de la cultura. Con los criterios que la Iglesia os
indica y con vuestra propia reflexión y decisión ahí tenéis el amplio campo de vuestra
principal presencia apostólica.

Pero no podemos olvidar que San Pedro Poveda que inició su peregrinación
apostólica en Guadix y que adoptó perfiles de obra apostólica novedosa y audaz, con
el protagonismo de la mujer, en Covadonga, tuvo un elemento común, el decidido
convencimiento de que la base era ser consciente de la llamada a la santidad que tiene
su razón de ser en el bautismo.

Algunas cartas en las que se relaciona con el Beato Manuel González, Obispo
de Málaga, nos enseñan la coincidencia de este pensamiento central en estas dos
personalidades de la vida eclesial de aquellos años. Para servir a la Madre Iglesia y a
la sociedad necesitamos vivir según se nos dice en la Palabra de Dios: ‟sed santos
como Yo soy santo‶.

Esta tarde, al celebrar la Eucaristía, que es el tercer sacramento de la Iniciación
Cristiana debemos renovar la conciencia de la vocación universal a la santidad tal
como la recordó el Vaticano II en el capítulo V de la Lumen Gentium.

Vosotros como laicos, (los sacerdotes), yo, como Obispo, acogemos con gratitud
el centro, el núcleo de nuestra vocación cristiana: ser santos.

Es la santidad que la Iglesia ha reconocido hace unos años en Pedro Poveda
pero que se manifestó en su vida y en su muerte martirial.

Con motivo de los actos de Beatificación, celebrados en Roma, la víspera de
aquél inolvidable domingo, la entonces Directora General, Arantxa Aguado nos habló
a todos los peregrinos, de Poveda como hombre de Iglesia. El lunes siguiente a la
beatificación, en la Eucaristía de Acción de Gracias, presidida por el Cardenal Pironio,
que tanto quiso a la Institución, éste hizo hincapié especial de su dimensión sacerdotal.
Fueron las vivencias fuertes de aquél sacerdote andaluz que supo vivir con
fidelidad la tarea descubierta como voluntad de Dios y a las que no renunció jamás: ser
sacerdote y ser hombre de Iglesia, que quisieron ser recordadas, seguramente puestos
de acuerdo Arantxa y Mons. Pironio, para así ofrecer el perfil del santo cuya vida era
ofrecida a la Iglesia como testimonio de vida y muerte como ejemplo a seguir.

En estos momentos de crisis de valores, de dificultades vocacionales, del riesgo
de difuminar lo específico cristiano, debemos pedir al santo que interceda ante Nuestro
Señor Jesucristo para que seamos hombres y mujeres de Iglesia, configurados unos
como sacerdotes y otros como seglares, vocaciones que por ser de Dios son
complementarias y que están llamadas a ser vividas en comunión.

Confiamos el futuro en manos de Dios pero nos sentimos responsables del
testimonio de vida evangélica al que somos llamados hoy y que tan bien supo vivir el
P. Poveda en etapa histórica tan difícil o más que la presente.


2. ¿Dónde estuvo la fuente que hizo vencer dificultades, superar
incomprensiones, definir la Institución?

San Pablo nos lo ha hecho presente en la primera lectura proclamada: ‟En
cuanto a mí, jamás presumo de algo que no sea la cruz de Nuestro Señor Jesucristo,
por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo‶

Son palabras para todos. Por eso San Pedro Poveda las repite y han quedado
como lema de promociones, como letra de canciones, como expresión fuerte de
vuestra vocación.

Quién no recuerda las palabras del santo sacerdote que expresan ilusión y
enseñanza: ‟que de Santa María salgan las teresianas crucificadas, crucifijos
vivientes.‶ O aquellas otras, ‟el crucifijo, fuerza, poder, tesoro, vínculo fundamental de
las teresianas‶, y aquellas dos que resumen su deseo: ‟quiero que la devoción al
crucificado sea la predilecta de las teresianas... la Institución se debe al Crucifijo.‶

Hay mucha ciencia que aprender, mucha pedagogía que incorporar, mucha
audacia para estar presente en todos los foros de cultura, pero la fuerte experiencia del
crucificado no puede separarse jamás de quien tiene vuestra vocación que, en un
momento determinado de discernimiento, la recibió, la incorporó a su vida y fue motivo
para que expresara la fórmula más íntima y emotiva de su entrega a Dios en la
Institución y que estoy seguro rezáis con mucha frecuencia.

Queridos cristianos, miembros de la Institución, al contemplar al crucifijo, al
sentiros llamadas a la santidad de vida, con radicalidad evangélica, al sentiros hombres
y mujeres de Iglesia, que amáis fuertemente la dimensión seglar, volved a rezar el
salmo que ha sido oración hace unos momentos:

‟Gustad y ved que bueno es el Señor...‶

3. Sólo así seréis de verdad, como el Señor nos dijo y esta tarde ha sido
proclamado, ‟Sal de la tierra‶.

Nos quejamos de la indiferencia de mucha gente, de los que han dejado de vivir
la fe, de las dificultades que surgen para ser coherente con ella... lo que el Señor
quiere es que seamos en el mundo que nos ha tocado vivir, ‟sal‶.

La sal que en la mayoría de las ocasiones vivís vosotros y vosotras insertadas
en las realidades del diverso mundo cultural, como decía Poveda ‟con el silencio con
que lleváis a cabo vuestra empresa‶, con el mejor deseo de capacitación científica pero
viviendo siempre ese sabor especial de la fe y de la fidelidad a Jesucristo, conscientes
de que, como decía Pablo, en todo debemos dar el ‟sabor a Jesucristo‶.

Y ahí sí que no nos podemos descuidar. La dimensión apostólica de la vida
cristiana es algo más que hacer bien las cosas, es impregnar del espíritu de Jesucristo
todas las realidades también temporales. Como enseñanza San Pedro Poveda es que
‟la sal sazona lo desabrido‶, ‟la sal cauteriza lo corrompido‶, ‟la sal preserva de la
corrupción‶.

E impresiona lo que indica al final de su reflexión: ‟La hija de Santa Teresa deja
de ser sal de la tierra cuando pierde su virtud característica, es decir, cuando el
elemento sobrenatural, el espíritu de fe, de celo, se desnaturaliza, mixtificando lo que
en su principio, medio y fin es obra de la gracia‶


4. Conclusión.

Veneramos a San Pedro Poveda, le veneramos en su Institución, en el espíritu
que le infundió, en la claridad de su enseñanza, en la reciedumbre de sus consejos.
Veneramos a quien hizo de su vida camino de fe que terminó en el martirio, en su amor
a Jesucristo -la Obra es Jesucristo-, en su amor a la Virgen, a la Iglesia. Y festejemos
este día, solemnidad del santo, a quien recurrimos pidiéndole para nosotros actitud de
fe, de esperanza, de caridad, y audacia evangélica para ser ‟sal y luz‶ en el mundo de
la cultura tan importante, tan valorado por él y al que dió respuesta con sus palabras
y sus obras geniales.

 

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
Más artículos de: Homilías Mons. Dorado
Compartir artículo