NoticiaHemeroteca

Domingo III de Cuaresma (Ciclo A)

Publicado: 26/11/2013: 5522

 III Domingo de Cuaresma, Ciclo “A”

1.-“¿Está o no está Dios en medio de nosotros?”Con esta expresión nos ha dicho la Primera Lectura que los israelitas tentaron a Dios y protestaron contra Él porque temían morir de sed en el desierto. Se les hacía insoportable la libertad y preferían la esclavitud de Egipto. Olvidan que Dios está en su camino, y la presencia salvadora de Dios, por la fe y la oración de Moisés, se les hace presente en la Roca del Sinaí. El agua que mana de la Roca –de Dios—es símbolo de la vida y de la gracia

2.- “¿Está o no está Dios en medio de nosotros?”. Es la misma duda que se le presenta a la comunidad de los Romanos. Y Pablo les recuerda que “cuando estábamos sin fuerza, incapaces de Paz, de esperanza y de amor, Dios ha derramado su Amor en nosotros con el Espíritu Santo y nos ha hecho hijos suyos. Por la fe estamos en paz con Dios…”.

3.- “¿Está o no está Dios en medio de nosotros?”Es la pregunta que se siguen haciendo los hombres de hoy. Ante el problema del sufrimiento, del hambre y de la muerte del inocente, muchos siguen preguntando: “¿Dónde está Dios?”

4.- El Evangelio de la Samaritana es una espléndida contestación a esa pregunta inquietante en la que tanto se pregunta el hombre; su mensaje puede resumirse en esta expresión: “El hombre busca a Dios y Dios busca al hombre”

La mujer samaritana va al pozo de Jacob en busca del agua para saciar su sed. Pero esa sed material expresaba otras necesidades más hondas. Esa mujer padece una ardiente sed que el amor de cinco maridos no había logrado calmar. En realidad va buscando un agua que sacie del todo para no volver a tener sed. Y por eso reacciona con interés cuando el desconocido judío del brocal del pozo le dice que él la tiene y sabe el secreto. Y por eso responde: “Señor, dame de esa agua y así no tendré más sed”. Es la misma experiencia del hijo pródigo, hambriento de un pan espiritual que sólo el Padre puede darle.

El hombre busca a Dios: “Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”.

El hombre busca a Dios. Pero sobre todo es Dios quien busca al hombre. André Frosard escribió un libro donde cuenta detalladamente su conversión. Lo tituló: “Dios existe, y yo lo he encontrado”. Un título algo pretensioso, porque sin desestimar la importancia de su colaboración en ese encuentro y la diligente búsqueda por su parte, hay que resaltar la necesaria intervención de la gracia gratuita de Dios. “Fuiste Tú quien me despertó para que fuera en tu busca”, dice el autor de la “Imitación de Cristo”. Fue Dios quien inspiró al hijo pródigo la idea de volver cuando aún estaba lejos de casa. Y fue Dios quien esperaba a la mujer samaritana junto al brocal del pozo, en medio de sus ansias e insatisfacciones. Ésa es la experiencia de Pablo: “fui alcanzado pro su gracia”.

“No me buscarías si no me hubieras encontrado ya”. Este famoso testimonio de Pascal pone de manifiesto la iniciativa de la gracia de Dios que nos precede.

Nuestro Dios es un Dios deseado y deseante.

5.- Al encontrar a Dios, ¿qué es lo que realmente encuentra el alma? La Samaritana se ha encontrado con su propia vida; ha encontrado su Verdad; ha encontrado el agua que sacia su sed. Y la hace una mujer apostólica.

“Venid, aclamemos al Señor, entremos en su presencia dándole gracias”.

+ Antonio Dorado Soto,

Obispo de Málaga

Autor: Mons. Antonio Dorado Soto

Más noticias de: Hemeroteca