«Los primeros diáconos casados de España»

Publicado: 14/08/2012: 2717

•   Entrevista en el Diario “Ideal” (1978)

 Estos son los titulares de una noticia publicada el 30 de octubre en la prensa. Se refiere a lo tratado en las Jornadas Nacionales sobre el Diaconado Permanente en España, que fue presidida por los Cardenales Jubany y Ursi, de Barcelona y Nápoles, respectivamente.

Nos hemos puesto en contacto con el Obispo de Málaga, Mons. Buxarrais, que participó en esta reunión, y según parece fue el que hizo este anuncio.

-Mons. Buxarrais, ¿confirma la noticia aparecida en los periódicos?

-El periodista interpretó generosamente lo que había dicho a uno de los responsables de las Jornadas Nacionales sobre el Diaconado Per­manente en España. Lo que dije concretamente fue: en el Centro Diocesano de Teología de Málaga hay nueve alumnos, casados, esperan­do que un día el Obispo, con la comunidad, pueda llamarlos al orden del Diaconado.

-¿Cuántos malagueños esperan ser llamados a este ministerio?

-Actualmente son nueve. Algunos han iniciado ya el cuarto o quin­to curso de teología; los demás estudian en los primeros cursos.

Sin embargo, preveo que no todos serán llamados al orden del Diaconado. Es posible que la seriedad y casi dureza de los estudios teológicos y las exigencias culturales, apostólicas y espirituales… sean una prueba difícil que no todos podrán superar.

-¿Cuál es el promedio que tienen de edad?

-Entre treinta y cinco y cuarenta años.

-¿Qué edad se exige para ser ordenado diácono?

- Treinta y cinco años para diáconos casados y veinticinco para los diáconos que van a permanecer célibes.

-¿Cuáles son las profesiones de estos candidatos?

-Hay un maestro, dos administrativos, un comerciante, un oficial de banca, un cartero, un empleado de hostelería…

-¿De dónde son?

Siete de Málaga capital y dos de Coín.

-La figura del diácono ¿es nueva en España?

El ministerio del diaconado, ejercido de una manera permanente y aparte del presbiterado, no es estrictamente nuevo en la Iglesia, y, por tanto, en España. Durante algunos siglos el ministerio del diaconado se ejerció en la Iglesia. Más tarde fue reducido a mera situación transitoria antes del presbiterado

-¿Cuál será el papel del diácono dentro de la comunidad?

- Significar y vivir con la fuerza que da al sacramento la “diaconía” (servicio desinteresado) de Jesucristo.

Jesús vino a servir y no a ser servido.

La Iglesia, y, por tanto, cada uno de los bautizados, tiene la misión de hacer presente en el mundo, y a partir de la comunidad, el servicio y la entrega de Jesús.

En este sentido todos los cristianos debemos ser servidores unos de otros; cada comunidad debe ser servidora de las otras comunidades, y todas ellas, es decir, la Iglesia, debe ser servidora del mundo.

Este servicio desinteresado que llamamos “diaconía” debe centrar-se preferentemente en aquellas personas que tengan necesidades más urgentes, tanto en el sentido material como social y cultural, y, sobre todo, espiritual. Servir es deber-misión de todo discípulo de Jesús.

-Entonces, ¿en qué se diferencia el diácono?

- El diácono significa y realiza este servicio de una manera peculiar, con carácter y fuerza sacramental.

El cristiano que ha recibido el orden del diaconado sabe que su carisma o don peculiar de servir (“diaconía”) no le viene dado sólo por sus cualidades o de la comunidad, sino que le viene dado del Señor como gracia sacramental.

Este ministerio es una verdadera vocación que para poder vivirla en plenitud se necesita la gracia del sacramento.

-Y todo esto, ¿qué significa para la Iglesia de hoy?

- Una de las grandes aportaciones del Concilio Vaticano II a la Igle­sia, y a través de ella a todos los hombres, ha sido la instauración del Diaconado, recuperándole su carácter propio, como tuvo antes, pero ac­tualizándolo.

No es afán de novedad. Es una necesidad. La Iglesia y cada una de las comunidades cristianas que la integran deben recuperar la corresponsabilidad diferenciada. Cada cristiano debe aportar su carisma, su don (que a veces deberá ser significado y realizado por el sacramento) en bien de toda la comunidad.

En esta línea está la instauración del Diaconado.

-El Diaconado, ¿no restará responsabilidades al presbítero o será absorbido por él?

-Si se vive tal y como la Iglesia lo ha comprendido en el Concilio Vaticano II y explicitado en posteriores documentos, este peligro será superado.

El diácono hará que el presbítero vuelva a ocupar el lugar que le corresponde dentro de la comunidad; es decir, que sea el testigo de la palabra de Dios, vivida en la radicalidad del seguimiento a Jesús, y actua­lizada siempre por la oración.

El diácono, por su parte, deberá tener una dedicación especial en todo lo que significa servicio (“diaconía”) a la comunidad, dedicándose a la preevangelización, para que la comunidad tenga la dimensión misio­nera; a la catequesis para que los cristianos adquieran un conocimiento y vivencia de la fe cada vez más objetiva, según el mensaje evangélico; se dedicará también al culto, sobre todo a la preparación de la Eucaristía, presidida por el presbítero, para que la comunidad haga presente lo me­jor posible el gran sacramento de la Iglesia; también, y de una manera preferente, se dedicará a la caridad, promoviendo con exigencia y amor la justicia.

-Aparte de la vocación, ¿qué requisitos ha de reunir el aspirante al Diaconado?

-Debe ser un cristiano inserto vital y activamente en la comunidad, con un claro talante de verdadera militancia cristiana. Debe tener, ade­más, aquellas cualidades que hagan posible la “diaconía”. Es decir: el ser­vicio en los aspectos antes anunciados.

Si es casado, debe tener el consentimiento de su esposa, encontran­do en ella una verdadera colaboradora en su ministerio. Si tiene hijos mayores, es necesario también contar con ellos. Debe haber cumplido los treinta y cinco años y llevar ya más de cinco años de vida matrimo­nial.

-¿En qué consistirá su preparación inmediata?

-En España todavía no se ha especificado. Lo tiene que establecer el comité de obispos, designado por la Comisión Permanente del Episcopa­do.

Sin embargo, puedo adelantarle que habrá, sin duda, unos requisi­tos mínimos exigidos a todo candidato al Diaconado. Opino que también será necesaria una formación humana, teológica y bíblica, tanto más pro­funda cuanto mayores sean las necesidades concretas que deberá cubrir

o la misión que el obispo con la comunidad le va a confiar.

-¿Cualquier cristiano puede presentarse para ser diácono?

-La diaconía, como ministerio y sacramento, no parte de la propia iniciativa. Deberá ser el obispo con la comunidad quien le llame. Y aquel no lo hará, por más cualidades que tuviera un cristiano determinado, si la comunidad no lo necesita.

-En definitiva, ¿cuándo se ordenarán estos candidatos malagueños?

-Algunos de ellos, por razón de sus estudios teológicos e inserción a la comunidad o movimiento apostólico, se podrían ordenar pronto.

Sin embargo, debemos esperar un tiempo más. Es necesario que la diócesis de Málaga, sobre todo en sus sacerdotes y militantes cristianos, descubran la misión del Diaconado en nuestra Iglesia local, y se den co­munidades conscientes de la necesidad de este ministerio.

Málaga, Noviembre de 1978. 

Autor: Diario

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