Liturgia propia de la Beata Petra de San José Publicado: 13/04/2012: 3642 Del común de santas mujeres: para religiosos OFICIO DE LECTURA Segunda lectura (Del libro Crónicas de la Congregación caritativa de Madres de Desamparados, 1890-1902, XVI, 44, 46, 48 y 49). Recuerdo que la noche de Reyes nos juntamos (la comunidad) y hablamos de la festividad del día. Estaba yo tan contenta y me sentía con tanto fervor que les referí algunas cosas espirituales. Todas me suplicaron que alargara la recreación, y tanto nos enfervorizamos que pasamos toda la noche hablando de cosas que animan y dan fuerzas para los trabajos. Todas ofrecían, a imitación de los Reyes, sacrificios al Niño Jesús que, a mi parecer, sin estar movidas por la gracia, no se podían sentir. Yo, por mi parte, también sentía deseos de entregarme toda a Dios y, ya que habíamos hecho nuestros propósitos, les hice una exhortación y, entre otras cosas, les dije: Hijas, si esto que hemos ofrecido ha sido de verdad, Nuestro Señor lo ha recibido y hay que prepararse para grandes trabajos. Pronto veremos los efectos de esta oblación. Pongamos el hombro para una cruz muy grande, y de seguro que estará cerca, porque Nuestro Señor no acostumbra a dilatar esta clase de gracias, cuando se las pedimos de todo corazón. Digo gracias porque no dejan de ser los trabajos favores extraordinarios que reserva el Señor para los suyos. Más tarde, en días de tribulación, recordábamos el ofrecimiento del día de Reyes, que una ofrecía su honra por amor a Jesucristo; la otra, quedarse desnuda y vivir pobre como Él; otra, desear ser perseguida. Ya que me preparé para la oración eché de menos el libro que acostumbraba leer para la meditación. Pensé entonces meditar en la festividad del día, sin leer ningún punto de meditación. Y, estando ya actuándome en la presencia de Dios, sentí un recogimiento más grande que de costumbre y una enajenación de los sentidos que, sin ver quien me hablaba, entendí estas palabras: «Yo soy el libro y el Maestro». ¡Bendito sea Dios y qué palabras tan grandes, aunque tan sencillas y breves! ¡Y qué verdad que Él es el Libro y el Maestro, porque es la verdadera ciencia y sabiduría! ¡Dichosos los discípulos de tal Maestro! ¡Ojalá que yo pudiese aprender las lecciones que siempre me ha dado! Pero soy tan miserable que parece que vamos a porfía: Él, con tanta misericordia a regalarme, y yo, con tanta frialdad e indiferencia en su santo servicio. Él me perdone y reciba mis deseos y buena voluntad, que ésta siempre la he tenido. RESPONSORIO Filp 2, 2.3.4; 1 Ts 5, 14-15 R./ Manteneos unánimes y concordes, y considerad siempre superiores a los demás. * No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás. V./ Sostened a los débiles, sed pacientes con todos; esmeraos siempre en haceros el bien unos a otros y a todos. * No os encerréis. ORACIÓN Dios, rico en misericordia, que encendiste la llama de tu amor en el corazón de la beata Petra para socorrer con amor a los pobres y desamparados, concédenos, por su intercesión, imitarla en obras de caridad y servir a Cristo en nuestros hermanos más necesitados. Él, que vive y reina contigo... Autor: diocesismalaga.es