Es una actividad del movimiento juvenil de Salesianos que en Málaga lo promueve el Centro juvenil “Francisco Míguez”.  Es un movimiento cristiano integrado por más de 300 chicos y chicas con edades comprendidas entre 6 y 22 años que pertenecen a los grupos de preparación para la comunión, confirmación y post-confirmación, y cuyos monitores son más de 50 voluntarios que «están ofreciendo su tiempo y todo su amor cada lunes y cada viernes a los jóvenes», explican desde el movimiento.

Lo que caracteriza a este movimiento es su carisma salesiano, el carisma de Don Bosco (fundador): la cercanía, la alegría y la solidaridad. «Nuestro objetivo es ofrecer nuestro tiempo a los jóvenes más necesitados de la zona y acompañarlos personal y espiritualmente. La clave de nuestro carisma es: “educar desde el corazón”, ya que haciéndolo así llegaremos al corazón de cada uno de los jóvenes. Sin olvidar la alegría con la que se hacen las cosas», añaden desde el movimiento.

Además de los grupos de fe, ofrecen actividades de ocio y tiempo libre que denominan “oratorio”: “El oratorio salesiano es la manera como se conoce a la experiencia juvenil educativa e informal inspirada en el sistema preventivo y en la persona de Don Bosco. Consiste en que cada viernes tras los grupos de fe, se abren las puertas para acoger a todos los chicos, aunque no estén en dichos grupos y hacer diferentes actividades y dinámicas con todos ellos. Para nosotros es muy importante ofrecer un lugar tranquilo, divertido y donde se respire alegría. Las puertas de Don Bosco, es decir, las puertas de nuestra casa nunca estarán cerradas para ningún chico».

Más información de este movimiento escribiendo al correo electrónico aj.franciscomiguez@federacionelpatio.org y en sus redes sociales: Instagram: @cjfranciscomiguez y web malaga.salesianos.edu

TESTIMONIO. Enrique Torrado

Aquí puedes escuchar el testimonio emitido en COPE Málaga

Muy buenas. Soy Enrique Torrado, catequista del Colegio Salesianos de Málaga de chavales de 4º de ESO (15 y 16 años). Llevo seis años con ellos, desde que cursaban 5º de Primaria, y aquí seguimos juntos, en el camino.

Comencé a ser animador porque, cuando era niño yo también formaba parte de estos grupos de fe y, al recibir la confirmación, con 18 años, se me planteó la opción. En ese momento sentí que todo lo que a mí me habían entregado y, en ese momento, sentí que todo lo que a mí me habían entregado cuando era un niño, todo el bien que estos grupos me habían hecho a mí y la forma en la que me habían descubierto al Señor, tenía que devolverlo de alguna manera. El Señor me estaba dejando claro que me llamaba aquí y que tenía que apostar por ellos.

Los animadores abrimos el colegio el viernes, para todos los jóvenes, e intentamos mantener vivo el carisma de Don Bosco, nuestro fundador: estar alegres y hacer de todo una fiesta, la mayor fiesta posible. Básicamente, lo que intentamos es darle Vida a la vida, que en estos momentos que corren hace bastante falta y devolver lo que se nos ha dado.

Compartimos nuestro tiempo, incluso nuestro verano, con gusto porque con todo ellos estamos teniendo una experiencia de Dios.

Durante la pandemia hemos seguido atendiendo a nuestros chicos, con las mismas ganas e ilusión, adaptándonos a estos tiempos, como Don Bosco hizo también en su día.

Yo creo que, creyentes y no creyentes, cualquier persona que haya salido durante la pandemia a aplaudir a un balcón se ha podido dar cuenta de un mensaje que los cristianos tenemos muy presente: todo lo que necesitamos es amor.