En el recorrido por la vida y virtudes de santa María de la Purísima, Mons. Catalá recordó que «fue la séptima Superiora general de la Compañía de la Cruz, cuya espiritualidad, heredada de santa Ángela de la Cruz, está centrada en la cruz y en los consejos evangélicos, caracterizándose por la vivencia alegre de la virtud de la pobreza, la fidelidad a la oración, la mortificación y las obras de misericordia».

Asimismo, recalcó que «Vivió con profunda convicción su vocación de aliviar a los pobres y necesitados, siguiendo el espíritu de santa Ángela de la Cruz; olvidándose de sí misma para entregarse a Dios y a los pobres y con un ferviente deseo de seguir a Cristo crucificado».

D. Jesús invitó a los asistentes a imitar el anhelo de santidad de la religiosa y lo hizo recordando una anécdota de su vida: «El día de los primeros votos religiosos regaló a su madre un recordatorio con este escrito: “Los santos han sido santos, porque han sabido comenzar a serlo todos los días”.

Si aún no hemos empezado a serlo nosotros, estamos a tiempo; no dilatemos más esta misión, que el Señor nos confía. Cada día debemos vivirlo con humildad y entrega. Pidamos al Señor que nos conceda servirlo como Él desea: en el prójimo, en el pobre, en el enfermo, en el anciano, en el débil, en el necesitado; y en las pequeñas cosas de cada día»

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