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Semblanza de Francisco Parrilla Gómez

Publicado: 15/10/2006: 4910

 

Dadme muerte, dadme vida,
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿Qué queréis hacer de mí?

Con estas palabras hablaba Santa Teresa de Jesús al Señor en una de sus preciosas Poesías, el poema Vuestra soy, para Vos nací. Con estas palabras ella situaba su persona, en total disposición, ante la voluntad de Dios.

Experiencia honda de enfermedad, de flaqueza, de lucha entre la muerte y la vida ha vivido en los últimos meses Don Francisco Parrilla. E idéntica experiencia que la santa de Ávila en cuanto a su apertura ante el Padre del Cielo: ¿Qué queréis hacer de mí?

Ayer a las 5’25 de la tarde fallecía nuestro hermano. Ayer era domingo y 15 de octubre, día de Santa Teresa. Domingo, día del Señor, día de la resurrección del Señor, y la santa de Ávila: una feliz coincidencia para Don Francisco, él que tan estupendamente supo forjar su vida en los buenos cimientos de la espiritualidad más recia: Cristo es el centro, es el Señor; y la reciedumbre de nuestros grandes santos como modelo para caminar con garantía.

Francisco Parrilla nació en Málaga el 27 de diciembre de 1931, a los 74 años de edad ha puesto definitivamente su vida en el Señor. Con el gozo y la responsabilidad de 50 años de sacerdocio: fue ordenado presbítero el 13 de mayo de 1956.

Muy pequeño aún perdió a su madre, Julia Gómez. Una tía suya hizo de segunda madre para él. Luego los años de niño y joven de A. C., en su parroquia de San Juan, vivencia que siempre nos recordó con la ilusión con que él ha sabido narrar hasta las pequeñas anécdotas de la vida.

Con 11 años quiso ya ir al Seminario, pero aquello no ocurrió por entonces. Después los años de bachillerato, en el colegio de los Hermanos Maristas; y oposiciones a Banca, al Banco de Bilbao, donde comenzó a trabajar.

El día primero de octubre de 1950, a las puertas de sus 19 años, ingresaba en el Seminario, comenzando a estudiar 1º de Filosofía. Tras los estudios de Filosofía y Teología fue ordenado sacerdote (como decía antes, el 13 de mayo de 1956), en esta Santa Iglesia Catedral donde ahora estamos.

A lo largo de sus 50 años de sacerdocio ha vivido siempre en una fidelidad y en una disponibilidad totales a la misión que en cada momento se le fue encomendando. Fidelidad, y disponibilidad --y capacidad, hemos de añadir-- que le llevaron a servir a la Iglesia en muy diversos lugares y tareas, que sería cansado citar ahora. Sólo recordar algo de ello:

  • Comenzó como secretario particular del entonces Obispo Don Emilio Benavent, en los años 56 al 58; con Don Emilio continuó luego en Granada al ser nombrado éste arzobispo de aquella diócesis hermana.
  • Años 58 al 62: Ronda, parroquia de Santa Cecilia, residencia sacerdotal, convivencia con Don José Parra y los sacerdotes de la Serranía, tiempo del que Don Francisco guardaba tan gratos recuerdos. Donde tanto bien hizo a través de la fraternidad sacerdotal, de los Cursillos de Cristiandad y animando en muchas personas la espiritualidad sencilla y de vida ordinaria de Carlos de Foucauld.
  • En 1962 es nombrado párroco de la Palmilla, en Málaga. Allí, en la parroquia de San Pío X, continúa trabajando asiduamente con las Hermanitas de Jesús y con la Fraternidad secular de Carlos de Foucauld. Más tarde será también párroco del Sagrario. A la vez, en 1962 comienza ya su tarea en el Seminario Diocesano.
  • Servicio en el Seminario que luego se ampliaría con una ejemplaridad y una constancia dignas de verdadero elogio: excelente profesor durante largos años, y no sólo profesor, sino “maestro” en la auténtica espiritualidad del presbítero diocesano, y “maestro” en materias fundamentales de la formación de un futuro sacerdote: su aportación sobre la teología de la Iglesia particular y sobre la fraternidad sacerdotal han quedado como un patrimonio de la Iglesia española En el 72-73 fue nombrado Formador de Teólogos en el Seminario Mayor.
  • Está Don Francisco también, año 1974, en el inicio del Centro Diocesano de Teología, del que fue Director en sus primeros pasos. Y profesor siempre en él. Allí, bien ayudados, entre otros por él, se forjaron los primeros Diáconos Permanentes de nuestra diócesis. Igualmente, profesor desde su inicio, en la Escuela de Agentes de Pastoral.
  • Del 83 al 86 es enviado a ampliar sus estudios de Teología Dogmática a la Universidad Pontificia de Salamanca.
  • Vicario Episcopal de Málaga ciudad, de Ronda y la Serranía, Canónigo Magistral de esta Catedral, Vicario de Religiosas, Vicario General (1992-99), Vicario para la Vida Consagrada –con un empeño especial en la comunión de todos los carismas en la Iglesia diocesana--, Juez Diocesano, Vicario para el Clero, Prelado de Honor de Su Santidad, etc. etc. Y últimamente también miembro de la Fundación Diocesana de Enseñanza y director titular del Colegio Santa Rosa de Lima
  • Y otros muchos quehaceres (además de charlas, cursillos, ejercicios espirituales, retiros, escritos sobre las raíces de nuestra diócesis --Don Manuel González, Enrique Vidaurreta, Cardenal Spínola, Don Ángel Herrera…--, y una rica tarea de acompañamiento espiritual de sacerdotes, vida consagrada y laicos), quehaceres que lo han tenido día a día gastándose por vivir con hondura lo que tanto él recordaba y repetía del Beato Obispo Don Manuel González: Espíritu Santo, concédenos el gozo de servir a la Madre Iglesia de balde y con todo lo nuestro.

Pues bien, creo, creemos todos los que estamos aquí, que Don Francisco Parrilla ha podido sentir ese gozo de servir a la Iglesia, de sentir con la Iglesia, de explicarnos muy bien con sus palabras y sus hechos qué es la Iglesia, y en concreto la Iglesia Diocesana, qué es el Presbiterio, qué es y cómo se vive la fraternidad sacerdotal…

El gozo y la alegría de no tener nada suyo ni para sí, sino todo vivido en comunión eclesial, y vivido con la espiritualidad que nace del propio ministerio sacerdotal y de su centro, la Eucaristía.

Ayer, precisamente a esta misma hora, se cantaba en esta Iglesia Celebremos el misterio de la fe, bajo el signo del amor y la unidad.

Pues así ha sido la vida de nuestro hermano Francisco Parrilla Gómez: vivir y celebrar el misterio de la fe, en el amor y la unidad.

Y en ello, poniendo toda nuestra alma en el altar, estamos todos nosotros ahora.

Antonio Aguilera Cabello
16 de octubre de 2006

Autor: diocesismalaga.es

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