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Un comentario a las palabras del Papa

Publicado: 02/08/2013: 1169

El Papa Francisco, en una también inusual rueda de prensa, abierto a escuchar y contestar a todos, ha respondido sabiamente y, no se olvide, ha respondido, como hijo de la Iglesia que es, a temas que no es que sean demasiado especiales, es que se puede herir a muchos. Y todos merecemos el respeto de todos.


Es un tipo de juicio muy raro; diremos que ni es lo que se usa, ni coincide con lo que entendemos en la vida ordinaria por un juicio. Aquí, el que se acusa es el propio culpable, que se acusa de su mala acción sin reserva ni restricción mental alguna.Es el culpable quien hace de fiscal. No hay defensa a su favor, pero lo sorprendente es que el resultado del juicio es siempre la absolución del delito, el perdón sin restricción alguna, por la sencilla y sorprendente razón de que el juez es el primero que está de parte y a favor del culpable.Este tipo de juicio y de absolución, tan desusado y sorprendente, va a determinar un modo nuevo de enfocar las transgresiones o, si queremos decirlo así, las faltas cometidas contra la Ley.

El Papa Francisco, en una también inusual rueda de prensa, abierto a escuchar y contestar a todos, ha respondido sabiamente y, no se olvide, ha respondido, como hijo de la Iglesia que es, a temas que no es que sean demasiado especiales, es que se puede herir a muchos. Y todos merecemos el respeto de todos.

¡Delicado tema! Las preferencias sexuales. Aceptemos la realidad: sicológicamente, desde el ser mismo de la persona, podemos comprobar que no siempre coincide el tipo biológico, el modelo físico, con lo que sicológicamente y hasta funcionalmente reclama su atracción sexual. Ahí no hay culpa ninguna, pero nos podemos enfrentar al desafío de un comportamiento especial. El tema es delicado. El Papa Francisco ha hablado de ello, porque le han tirado de la lengua, diremos, y un cristiano, sea el Papa o un fiel creyente de la base, conoce perfectamente la doctrina: el Juez supremo está totalmente a favor de cada ser humano. Es claro que existe la posibilidad de cometer… el pecado, lo diremos claro, pero la realidad es que el Juez está totalmente de parte del pecador en cuanto éste levanta sus ojos al Juez. “Buscar al Señor”, lo llama el Papa.

Hay un salmo hebreo que lo dice bien claro, el 129, el “De profundis”: “Señor, si te pones a hilar delgado, no nos salvamos ni uno; pero cuando nos damos cuenta de que la iniciativa del perdón total es iniciativa tuya, que proviene de tu amor, lo que hacemos es entregarnos a ti, porque, a pesar de nuestros pecados, Tú eres nuestro único y auténtico defensor”. Le preguntan al Papa Francisco sobre el tema de este conflicto entre lo físico y las apetencias sexuales y, claro está, contesta con espíritu cristiano y le dice al periodista: “Si una persona está buscando al Señor, buscando el bien, ¿cómo le voy a criticar?” Ni el Papa ni nadie. Pero, ¿en qué actitud se debe concretar el “buscar al Señor”? Seguramente en cumplir los mandamientos de la Ley. Evidente. ¿Significa eso la aceptación plena en la sociedad de quien o quienes tengan ese conflicto entre su físico y su apetencia sexual? Seguro que sí, y a lo que el Papa Francisco invita es a imitar a todo aquel que busque al Señor: buscar el bien en toda circunstancia de la vida humana. En las fáciles y las difíciles.

¿Podemos negar los mandamientos de la Ley del Señor? ¡No! Si precisamente de lo que se trata es de cumplirlos para estar en el corazón de Dios. La vida del ser humano, nunca se ha dicho en la fe cristiana que sea fácil. Pero en el tema de un posible hábito de apetencia, derivado de repetición de actos, puede estar el punto más conflictivo, que no se soluciona alardeando de grupos de presión. Preguntado Francisco sobre este y otros temas conflictivos, ha respondido: “Como hijo de la Iglesia, estoy en lo que es la conocida doctrina de la Iglesia”.

Jesús dice claramente: “El que quiera venir detrás de Mí, tiene que cargar con su cruz de cada día para seguirme”. En la cruz de cada día estará el esfuerzo para encauzar según la Ley del Señor todos nuestros desafíos.
 Eso exigirá la lucha de cada día para llevar la cruz. Pero justificar superficialmente el no cumplir con los mandamientos, rechazar la cruz y rechazar el “buscar al Señor”, como han hecho algunos titulares, es claro que eso no es la solución al problema. Omitir o cambiar una palabra puede tergiversar el sentido verdadero de lo que se ha dicho por quién lo ha dicho. Seguimos trabajando en ello.
 

Autor: Luis Ramírez Benéytez

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