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«Hemos reconectado con nuestra vocación primaria»

José Manuel e Isabel María
Publicado: 15/05/2020: 26003

El personal sanitario y los capellanes del Hospital Clínico Universitario “Virgen de la Victoria” ha desarrollado un programa de unión familiar a través de la tecnología para combatir la soledad de los enfermos de coronavirus.

«Los profesionales nos hemos visto reconectados con nuestra vocación primaria: cuidar en serio, no "en serie"»

En él participan Isabel María Vegas Aguilar, técnico dietista en Nutrición que colabora activamente con la parroquia de la Visitación (Intelhorce) y la ONG “Más nunca es menos” y José Manuel Velasco, enfermero del Hospital Clínico Universitario y miembro del proyecto“Humanizando los Cuidados Intensivos”, que se amplía a la asistencia sanitaria en general.

¿En qué consiste esta iniciativa?
José Manuel: Cuando empezó la pandemia, detectamos que había un problema grave de soledad en los pacientes hospitalizados, y les afectaba a ellos y a sus familias, que no podían estar cerca de ellos, atendiéndoles como es habitual. Y estando en el siglo XXI, pensamos que podíamos ayudar con las nuevas tecnologías y empezamos a establecer una red de voluntarios y personal sanitario dentro del Hospital Clínico, organizado en turnos para facilitar ese acompañamiento virtual por videollamadas, de modo que durante todo este tiempo, hemos estado facilitando la conexión virtual de los pacientes con sus familias. Han participado también muy activamente los capellanes que están en el hospital atendiendo espiritualmente, y que han formado parte de este equipo, como uno más. Estamos muy agradecidos a todos ellos.

¿Qué respuesta habéis encontrado?
Isabel María: La respuesta de los familiares ha sido muy buena. Ha sido muy satisfactorio para ellos poder ver a sus padres, abuelos, hermanos... a través de videoconferencia. Los ingresados muy agradecidos también. Y los sanitarios muy atentos y pendientes por si podían ayudar en algo.

¿Qué os ha movido a participar?
JM: El estímulo en mi caso para formar parte de esto ha sido el pertenecer a un grupo, Proyecto UCI, que trabaja con la humanización de la atención sanitaria. En esta ocasión veíamos que muchos de los pilares que habíamos ido construyendo en este tiempo se estaban derrumbando por la irrupción de un "bichito" (el covid-19), que era más fuerte que esos nexos familiares. Creíamos que era injusto y nos pusimos a trabajar en ello. A partir de ahí, se han unido muchos más estímulos: ver que se unían muchas más personas comprometidas, médicos, enfermeras, auxiliares, dietistas, todo el personal. Nos ha servido para continuar con muchas ganas.
IM: Yo estoy comprometida con muchas organizaciones sociales, y en este caso, además me ha movido que, al subir a valorar la situación de cada paciente, como dietista, detectaba ese anhelo de ver a sus familiares, y me decidí a actuar y colaborar. Ha sido muy satisfactorio. En videollamadas que he hecho personalmente, ha sido muy emocionante ver esa relación familiar tan intensa, a pesar de la distancia física.

¿Qué frutos creéis que se han recogido?
JM: Los frutos recogidos son difíciles de resumir. En general, la satisfacción es tremenda en los pacientes, porque han visto establecida esa comunicación y vínculo necesario más allá de las cuatro paredes que los enclaustraban, que los mantenían de algún modo aislados. A las familias, les ha propiciado hacer llegar a su familiar enfermo los ánimos, la fuerza, la alegría en algunos casos, en otras, desgraciadamente, haberse podido despedir cuando el paciente ha acabado falleciendo. Para los profesionales, ha sido un aliciente, porque nos hemos visto reconectados con nuestra vocación primaria, dejar atrás rutinas que nos empujan a cuidar “en serie” y no “en serio”. Hemos podido cuidar en serio a los pacientes, y eso nos da una recompensa, un salario emocional insustituible.

¿Qué os ha enseñado?
IM: A mí me ha enseñado que todos somos vulnerables, que necesitamos del cariño de los demás; me ha permitido vivir una experiencia de que nos quedamos con lo que hacemos y no con lo que tenemos; como dice el Papa, nunca va un camión de mudanzas detrás de un coche fúnebre. Hacer algo por los demás, sabiendo que en cualquier momento te puede pasar a ti, ha sido una experiencia muy bonita.

Ana María Medina

Periodista de la diócesis de Málaga

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