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Confirmaciones en la parroquia de Ntra. Sra. del Pilar (Málaga)

Publicado: 07/03/2010: 1657

CONFIRMACIONES EN LA PARROQUIA

DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR

(Málaga, 7 marzo 2010)

Lecturas: Ex 3, 1-8a.13-15; Sal 102; 1 Co 10, 1-6.10-12; Lc 13,1-9.

1. Hemos escuchado el pasaje en el que Moisés se encuentra en un lugar sagrado y tiene la visión de la zarza, que arde sin consumirse. (cf. Ex 3, 1). En ese encuentro Moisés recibe del Señor la misión de liberar al Pueblo de Israel. (cf. Ex 3, 15).

Hoy, vosotros, queridos jóvenes, vais a recibir un regalo: El don del Espíritu Santo, que es como el perfeccionamiento de vuestro bautismo, la plenitud del Espíritu, que ya recibisteis en el bautismo y que se os regaló para ser hijos de Dios y miembros de la Iglesia.

Podemos hacer un símil entre el encuentro de Moisés con el Señor ante la zarza ardiente y el sacramento de la confirmación. Vamos a ver: ¿qué hay en común entre el texto que hemos escuchado de Moisés y la confirmación? Moisés se encuentra ante un fuego que da luz, calor y que purifica. ¿Y qué similitud tiene con el sacramento de la confirmación? Que el fuego es una de las imágenes bíblicas del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es fuego, es luz. ¿Y qué hace el fuego? Entre otras cosas quema. ¿Y qué quema el fuego? Si echamos al fuego madera, paja, oro, hierro, ¿qué ocurre? La paja y la madera se queman; y el metal se funde y se purifica.

2. Cuando el fuego del Espíritu penetre en vosotros ¿qué será lo primero que queme? Lo que no sirve, el pecado, el egoísmo... ¿Y qué es lo que no quedará aquilatado? Lo que más valor tiene según el Señor: el amor. El amor, porque el amor no acabará nunca. Hay un texto precioso de san Pablo que dice: La profecía pasará, el don de lenguas pasará, la interpretación de esas lenguas pasará... ¿qué es lo que quedará? El amor (cf. 1 Co 13). Quedarán limpias y refulgentes las acciones de amor, que hayamos hecho durante la vida. Los otros gestos, signos, cosas, acontecimientos, que hayamos vivido, quedarán purificados por el fuego del amor de Dios, por el fuego del Espíritu.

¿Qué va a ocurrir hoy en vosotros? Que el Señor quiere quemar lo que no sirve en vuestra alma, en vuestra conducta, en vuestras actitudes. Eso que no vale es mejor quemarlo, para que quede purificada vuestra actitud de amor a Dios y a los demás. El fuego y el don del Espíritu se os van a regalar con esta finalidad. Vais a salir purificados, más relucientes, pero tenéis que aceptar que ciertas cosas queden quemadas y desaparezcan.

3. Moisés se encuentra con el Señor en un monte de Palestina: El Horeb. Había huido de Egipto temiendo que el Faraón lo matase. Se refugia en una montaña de Palestina, lejos de Egipto y está pastoreando el rebaño de su suegro, Jetró, que le ha dado como esposa a una hija, por servirle. Y Moisés se encuentra con Dios en la zarza y Dios le da una misión: Vete a Egipto y dile al Faraón que saque a mi pueblo de allí. Vete a salvar al pueblo de la esclavitud (cf. Gn 3, 7-8a).

¿Y qué nos dice el Señor hoy a todos? Id y anunciad a todo el mundo la salvación; quiero salvaros, quiero salvar al hombre, quiero salvar al que está alejado de mí, quiero salvar al que está encadenado por su egoísmo, quiero salvar al que está en tinieblas, al que no ve más allá de su nariz, quiero que abráis los ojos, que rompáis las cadenas, que viváis libres, que me sirváis. Eso quiere el Señor.

Pero esa Buena Noticia de Dios: salvarnos, liberarnos, iluminar nuestra mente, alguien tiene que darla. ¿Quién la da hoy a nuestros paisanos, que viven con vendas en los ojos, cadenas en pies y manos y sin embargo se creen libres? Si uno vive atado por un cigarrillo o por una copa, porque su voluntad es tan débil que no es capaz de decir “no fumo” o “no bebo”, “no como este alimento”. Si uno está atado por tan poca cosa ¿cómo lo estaremos por el pecado y por el egoísmo que hay en nosotros? Y hay que anunciar esto a nuestros paisanos.

4. Sin embargo, puedes quedar liberado porque Dios te ama y te ha enviado a Jesucristo para salvarte y para romper las cadenas. Para sacarte de las mazmorras dónde estás. A Moisés le dice: “Vete al pueblo y dile que voy a rescatarlo de Egipto”. Y aunque los israelitas no se lo creyeron hasta que no entraron en la Tierra prometida, Moisés obedeció y marchó a liberar a su pueblo.

Todos, y hoy de un modo especial los candidatos al sacramento de la confirmación, sois enviados a liberaros a vosotros mismos, a anunciar la liberación y a comunicar esta liberación por todo el mundo.

Va a ser difícil, pues hay gente que no quiere quitarse las vendas. Conocéis seguramente amigos, familiares, compañeros, vecinos, que no quieren saber nada ni de Dios ni de la Iglesia. Pero cuidado, que no quieran saber nada de Dios no significa que no lo necesiten. También hay enfermos que no quieren saber nada del médico, pero por esa razón no dejan de estar enfermos. La persona que tiene un cáncer y no quiere reconocer que lo tiene, no por eso deja de tenerlo, y no por eso se cura. Primero, hay que aceptar la realidad; pues sólo aceptándola puede uno salir adelante con la ayuda de Dios.

Tengo, por tanto, que aceptar que estoy ciego, que estoy cojo, que no tengo voluntad, que soy frágil, que soy egoísta, que soy pecador y luego el Señor me ayudará a salir. Pero si yo no lo reconozco, no saldré de la prisión donde me he metido.

Si el pueblo de Israel no hubiera confíado en Dios y en Moisés no hubiera salido de Egipto.

5. En Evangelio de hoy Jesús ha contado la parábola de un hombre que tenía una viña y una higuera. Había ido tres años a recoger fruto y la higuera nada. Entonces se dijo: “Voy a cortarla, ¿para que va a ocupar terreno de balde?” Mas el agricultor le dijo: “Vamos a darle otra oportunidad, deja que este año la cave, la abone, la riegue y a ver si el año que viene da fruto. Si entonces no da fruto, la cortas” (cf. Lc 13, 6-9). ¿Cuántas oportunidades nos ha dado el Señor para que demos fruto? Muchas. Pues es hora de ir dando ese fruto.

Vamos a pedirle al Espíritu que nos riegue, que nos abone, que nos pode, que corte lo que sobra, que nos alimente para poder dar fruto y no ser estériles, como aquella higuera que no servía para nada. Se os va a regalar el Espíritu para que deis frutos buenos, frutos de amor, frutos como testigos de Cristo. ¿Estáis dispuestos a dar buen fruto? Vamos a pedirle al Señor por todos para que la Comunidad de Nuestra Señora del Pilar de sus frutos.

6. Hoy es la Jornada de Hispanoamérica, que se celebra que España. Durante cinco siglos la iglesia en España ha estado enviando misioneros a América, para anunciar a los que allá viven que Cristo les ama. Llevamos cinco siglos de presencia ininterrumpida. Jamás ha habido un momento en la historia en que no haya habido allí evangelizadores, misioneros, sacerdotes españoles predicando el Evangelio.

En estos momentos España tiene unos ochocientos misioneros. Nuestra diócesis de Málaga tiene tres sacerdotes diocesanos en Caicara (Venezuela). Muchas diócesis tienen otros en otros sitios. Han ido de misioneros y están haciendo el esfuerzo de predicar el Evangelio fuera de su patria. Vamos a rezar por ellos para que su misión y su trabajo tengan buenos frutos de evangelización.

7. Pero vamos a pedir a la Virgen del Pilar, que al igual que protege a nuestros misioneros en Hispanoamérica, que nos ayude a nosotros a ser misioneros; que seáis misioneros y si el Señor un día, confirmandos de hoy o confirmados de otros años, os pide que vayáis a las misiones y que dejéis Málaga, que vayáis a América, a Japón, a la India, a África o dentro de España, estád disponibles. El Señor llama, lo que hace falta es escuchar su voz y ser obedientes.

Yo desearía que de esta comunidad parroquial, teniendo por Patrona a la Virgen del Pilar, que es siempre como una especie de foco evangelizador, salgan misioneros: sacerdotes, religiosos, religiosas... salgan misioneros. Esta parroquia tiene que dar algún misionero a la Iglesia. Aquí hemos de arrimar todos y todas el hombro.

Quiero saludar efusivamente a D. José, que me invitó a estar con vosotros; y al final pudimos arreglar que la confirmación se celebrase en este encuentro. Yo conocía la parroquia por fuera, pero estaba cerrada y no pude entrar. Hoy conozco vuestro templo, bonito, hermoso; pero más hermosa aún tiene que ser la comunidad cristiana.

Y agradezco la presencia de D. Francisco, el Vicario episcopal, porque ha intentado convertiros durante la pasada semana con unas charlas cuaresmales; no sé lo que ha conseguido; dice que santos todos.

¡Que el Espíritu Santo nos ayude y nos ilumine para que, preparándonos bien en la Cuaresma, celebremos una feliz y gozosa Pascua! Que así sea.

 

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