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La Catedral, templo y escuela

Publicado: 05/04/2013: 2838

Comienza su actividad la Escuela Taller "Antonio Ramos", que aborda diferentes actuaciones en el templo mayor malagueño junto a la formación de jóvenes desempleados.

«Quiero aprender un oficio bueno y a ver si puedo salir con un trabajo», «me he apuntado porque me gusta mucho la Catedral de Málaga. Es un monumento histórico muy bonito», «hacemos cosas que luego vemos terminadas, y eso da mucha alegría». De esta forma expresan sus ilusiones los cuarenta alumnos de la VII Escuela Taller de la Catedral, que lleva el nombre de "Antonio Ramos". Ellos se encargan de colaborar con el mantenimiento del principal espacio celebrativo de la Diócesis de Málaga, la Catedral de la Encarnación. Esta Escuela Taller comenzó en 1996 por iniciativa del entonces deán, Francisco García Mota. En sus cinco primeras ediciones se llamó “Molina Larios” en memoria del que fue el último obispo de Málaga durante la etapa constructiva del templo, antes de su paralización. «Era una de las metas que teníamos: acabar las cosas inacabadas y las que existían, restaurarlas y ponerlas en valor» afirma Fernando Ramos, su director.

Este año la escuela arranca su séptima edición, la segunda bajo el nombre de “Antonio Ramos”, arquitecto y maestro mayor de la basílica en su proceso edificatorio, y lo hace tras varios años de estancamiento por falta de dotación de fondos. A lo largo de su historia, han pasado por ella más de 300 alumnos que, además de conocer y querer a la Catedral de Málaga, han aprendido un oficio en la escuela catedralicia, como demuestran las seis promociones que se han graduado y el porcentaje de inserción laboral, que ronda el cien por cien. 

Una escuela taller es, según Ramos, «un centro promovido por el Ayuntamiento de Málaga y el Instituto Municipal de Formación y Empleo que se ayuda del propio aporte municipal y de la Junta de Andalucía a través de los fondos sociales de garantía europea. Su objetivo es, fundamentalmente, la formación de jóvenes sin oficio y, al mismo tiempo, la realización de trabajos alternativos en monumentos de interés». El proceso formativo se desarrolla en dos periodos: uno de formación, de seis meses, y otro, que este año consta de doce meses, con un carácter más práctico. Los alumnos están así implicados en su formación diariamente de 7.45 a 15.15 horas.

El Cabildo Catedral valora muy positivamente este proyecto. Alfonso Fernández-Casamayor, deán de la S. I. C. B. de la Encarnación, destaca dos logros fundamentales: los alumnos, «personas que conocen la Catedral y que la quieren» y la inmensa cantidad de trabajos que se han hecho en ella durante este tiempo y que espera que continúen, ya que «a través de ellos se ha mejorado cualitativamente la Catedral». El deán cita solamente algunos de esos trabajos, como la solería, los canceles, las vidrieras y la limpieza del coro, aunque afirma que «una Catedral tiene tantos trabajos que necesariamente requiere las manos de muchas personas». La construcción del cancel del Evangelio, la restauración de puertas como la del Sagrario, el mantenimiento de la forja, y la conclusión de la planimetría del templo mayor son algunos de los que se abordarán en la actual edición: «Hay que dar un repaso a toda la Catedral en la madera y hierro así como abordar la carroza del Corpus, cuyas capillas nos gustaría cubrir con figuras », afirma esperanzado.

FORMACIÓN Y EMPLEO AL AMPARO DE LA IGLESIA

El deán, Alfonso Fernández-Casamayor, destaca de un modo especial el que este proceso educativo se desarrolle en un templo como la Catedral: «la finalidad es que aprendan y lo hacen al amparo de la Iglesia. Eso es un don precioso para muchos chicos y chicas, sobre todo en la situación de paro en que nos encontramos». 

Fernando Ramos lleva 30 años trabajando en el primer templo de Málaga y lo conoce como si fuera su casa. Por eso su mayor deseo es que los malagueños rompan el desconocimiento que existe en torno a él y su patrimonio, como denota la anécdota que cuenta: «el otro día tuvimos que trasladar al Cristo del Amparo al altar mayor con motivo de la Cuaresma, y de los diez alumnos de esta escuela que vinieron, seis no habían entrado nunca en la Catedral». Sin embargo, él mismo reconoce que el interés y la disposición que ha encontrado en ellos son muy altos, «quizás porque la crisis aprieta las ganas y lo que quieren es aprovechar bien esta oportunidad y salir con trabajo».

Autor: Ana María Medina

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