NoticiaColaboración Alfonso Milián Sorribas Publicado: 23/05/2017: 14690 CLAVE. Antonio Aguilera. Deán de la Catedral. Decir algo de Alfonso Milián es hablar de un amigo del alma, de un amigo a quien se quiere mucho, de quien se aprende mucho y con quien da mucha alegría encontrarse, conversar o saber de él. Lo conocí en 1980, en un encuentro de sacerdotes consiliarios de la Acción Católica de infancia -conocido entonces como Movimiento Junior-; él era párroco de un populoso barrio: La Jota. Alfonso participaba por la diócesis de Zaragoza, un servidor, por la de Málaga. Como anécdota, recuerdo que cuando había que votar algo a mano alzada en asamblea yo me retraía un poco, miraba qué votaban los de Zaragoza y los de Huesca y votaba lo que ellos: ¡es que siempre daban en el clavo! Desde el año 80 hasta hoy, siempre he admirado su buen ser y su buen hacer: hombre sencillo y entrañable, sacerdote entregado por completo, obispo cercano y excelente pastor... ¡Hombre de Dios!