NoticiaEn los Medios ¿Bailamos? Publicado: 08/03/2024: 9442 El Alféizar Una persona que baila no es peligrosa. Salvo que pretenda utilizar el baile para alcanzar algún oscuro fin. Que de todo hay en la viña del Señor. Imagino que serán las menos; aunque no conviene descartarlo. No obstante, es bueno recordar a tiempo y destiempo que el baile divierte, expresa, relaja. A quien se empeña en matar a gente en las guerras lo invitaría a bailar; no se tendría que preocupar ni del fuego amigo, aprendería a vivir de otra manera. Hace tiempo leí una pintada que me gustó mucho: «Tengo que bailar contigo seriamente». Sí, el baile es bueno y algo muy serio. No perdamos el tiempo y bailemos; en casa, si nos diera pudor hacerlo en público. Pero bailemos. No permanezcamos estáticos; descubramos el ritmo que se imprime a nuestras horas. Bailar supone expresar emociones, sentimientos. Es liberador y seduce. Es divertido y llega, incluso, a enajenar: hay un momento en que el ritmo y la letra te arrastran a lugares insospechados, por emociones no transitadas, por espacios que rozan la eternidad, para luego a aterrizar, no sin dificultad y nostalgia, en tierra. Reitero, una persona que baila no suele ser peligrosa. Más me preocuparía de quien con rictus serio, mirada desafiante y pulso retador mira la vida estática y fríamente desde su particular mirador; incluido el religioso. Ríe y baila. Divirtámonos que la vida son dos días; que además es bueno para la salud, no solo la espiritual. Tradicionalmente, el baile, en diferentes culturas de fuerte impronta religiosa, fue visto con sospecha por los moralistas. Olvidaron quienes censuraban algo tan humano que somos ritmo y necesitamos movernos. Por cierto, en las bodas judías se bailaba, e imagino que Jesús de Nazaret, cuando estuvo en la boda de Caná con su madre y amigos también bailó. ¿Bailamos? Artículo publicado en la sección de OPINIÓN del DIARIO SUR