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Visita Pastoral a la Parroquia de San Antonio Abad (Churriana)

Visita Pastoral del Sr. Obispo, D. Jesús Catalá, a la parroquia de San Antonio Abad, en Churriana
Publicado: 19/03/2022: 4248

Homilía de Mons. Jesús Catalá durante la Visita Pastoral a la parroquia de San Antonio Abad en Churriana.

VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE SAN ANTONIO ABAD

(Churriana, 19 marzo 2022)

Lecturas: 2 Sm 7, 4-5.12.14.16; Sal 88, 2-5.27.29; Rm 4, 13.16-18.22; Mt 1, 16.18-21.24. (Solemnidad de San José)

1.- Queridos fieles de la parroquia de san Antonio Abad, en esta hermosa zona de Churriana; querido D. Antonio. Me acompaña el diácono permanente D. José, que está casado y tiene tres hijas.

Las lecturas de la festividad de San José nos presentan la visión y la contemplación de tres personajes: Abrahán, David y José. Entre ellos hay una gran distancia temporal. Todos ellos tienen en común dos cosas: 1) haber vivido una fe firme en Dios y una esperanza inquebrantable; se fiaron de Dios; 2) y haber sido destinatarios de la promesa divina; es decir, de una descendencia que salvaría a la humanidad. Estas dos características son motivos para dar gracias a Dios, porque nos tocan también a nosotros.

2.- Abrahán «esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones según le había sido dicho: Así será tu posteridad» (Rm 4, 18).

Recibió la promesa de tener descendencia a causa de su fe inamovible (cf. Rm 4, 13); se fio de Dios totalmente y fue hecho padre de muchas naciones según la promesa de Dios. Por eso es considerado nuestro padre en la fe (cf. Rm 4, 16).

Como lo hemos escuchado muchas veces nos parece normal, pero para un matrimonio que sea mayor, que no esté en edad de tener hijos, que reciba la promesa de que va a tener un hijo es difícilmente creíble. Aun así, Abrahán se fía de Dios y por ello el Señor le da descendencia.

La gran enseñanza para nosotros es que Abrahán se fio y recibió algo extraordinario, –no era ordinario tener hijos en edad avanzada–, y lo recibió precisamente por su fe.

3.- Y, ¿qué nos pasa a nosotros? Pues que nuestra fe es muy débil. Ni siquiera para las cosas que podríamos llamar normales tenemos fe y no nos acabamos de fiar de Dios; no acabamos de tener confianza. Rezamos el Padrenuestro con las siete peticiones y le pedimos que cuide de nosotros. Pero después hacemos una petición especial para que se haga como a nosotros nos gusta.

Entramos, pues, en una especie de contradicción. Rezamos el Padrenuestro diciendo: «hágase tu voluntad»; y después decimos: “Mira Señor, que se haga esto y esto; que se cumpla lo que te pido”. No es necesario poner ejemplos; pero podríamos enumera muchos temas: la salud, del trabajo, de la lotería.

A ver, ¿nos fiamos o no nos fiamos de Dios? Porque, si nos fiamos recemos el Padrenuestro, pidiendo que se haga la voluntad del Padre y que nos dé la fuerza para aceptarla, porque eso será lo mejor para nosotros. Pero nos cuesta rezar de esta manera.

4.- El segundo personaje es David. También él llega a ser rey por providencia divina. Era un pastor, el hijo pequeño de una gran familia; nunca había pensado que podría llegar a ser rey. Y, sin embargo, es elegido por Dios a través del profeta y es ungido unge rey. El segundo rey de la dinastía israelítica. Primero fue Saúl; hasta entonces no había tenido reyes Israel; había tenido jueces, profetas, dirigentes; pero el primer rey fue Saúl por petición del pueblo; y el segundo rey fue David, cuyo reinado fue consolidado por su hijo de Salomón.

David recibe la misma promesa de tener descendencia como Abrahán. En cierto momento David dice: «Voy a hacerle a Dios una casa, un templo grande, porque yo vivo en un palacio y la presencia de Dios y el arca de la alianza está en una tienda de lona» (cf. 2 Sm 7, 4-5). El profeta le responde que actúe como quiera, que el Señor lo aprueba; pero después le dice Dios: «Dile a David que no me va a hacer a mí el templo». Le dará la descendencia que le prometió, pero como ha derramado mucha sangre, no construirá el templo; su hijo será quien lo edifique; y así lo hizo Salomón (cf. 1 Re 5, 17-19).

David se fio de Dios y pudo llevar a cabo la misión que el Señor le encomendó. Aunque se sentía el más pequeño de la casa de su padre, el último de los pastores, el que no sabía manejar las armas cuando luchó contra Goliat. Dios se sirve de lo pequeño para llevar a cabo su voluntad de manera providencial.

Y nosotros estamos ahí. Dios puede servirse de nosotros, que somos pequeños, que no tenemos grandes dotes; somos personas sencillas, pero Dios puede hacer maravillas a través de nosotros si nos dejamos.

5.- El tercer personaje es san José, el esposo de la Virgen María; es el santo que hoy celebramos; es otro personaje sencillo de la historia. No era ningún dirigente, ni ningún político ni ningún orador. No ocupaba ningún cargo en su sociedad de entonces; era un simple carpintero. Y Dios lo eligió para una misión importantísima: cuidar del Hijo de Dios y de su madre María.

José también se fía a de Dios. Este es el denominador común de los tres personajes; se fían de Dios y creen en su Palabra.

José es capaz de llevar adelante la misión que Dios le pide; cuida del Hijo de María, aunque no sea su hijo propio. José acepta esa tarea.

6.- ¿Qué nos enseñan a nosotros estos tres personajes y de manera concreta san José? Que nos fiemos más de Dios, que aceptemos el plan que Él tiene en nuestra vida. A veces los cambios que ocurren en nuestra vida no los entendemos; incluso, en ocasiones, nos revelamos contra el Señor y, sin embargo, resulta que sirven para nuestro bien.

Imagino que no sería nada agradable cuando José se enteró que su esposa María está encinta y él no sabía nada; la prueba debió ser muy dura. A base de escucharlo nos parece normal, pero si eso ocurriera hoy en día, ¿quién se iba a creer que hay una intervención especial de Dios? Seguramente le tacharían de todo a él y a María. Pero, por ser bueno acogió a María; se lo pidió el Señor y se fio de Él.

7.- Vamos a pedirle a san José que nos ayude a fiarnos más de Dios. Con eso seremos receptores y destinatarios de lo que Él tiene pensado para nosotros, de las cosas buenas.

Gracias a que estos personajes se fiaron de Dios, hemos conocido nosotros a Cristo y hemos sido hechos hijos de Dios; porque hemos sido bautizados y el Señor nos ha adoptado como hijos.

La promesa que hizo Dios a Abrahán siguió en David y luego se cumplió en José. Cristo, el Hijo de Dios, ha venido a la Tierra y nos ha salvado. Ahora somos los destinatarios de esa salvación; ya estamos salvados.

8.- Que nadie piense que se salva por sus obras. Una cosa son la fe y las obras que se tienen que tener, y otra cosa es que la salvación nos la ha regalado Jesús; ya estamos salvados y perdonados de nuestros pecados.

Se trata de acoger ese regalo y dejar que el Espíritu Santo haga su trabajo, como lo hizo en María y en José. Debemos dejarnos llevar por el soplo del Espíritu, como una barca de vela se deja llevar por el viento. Porque la obra la hace Dios en nosotros, no la hacemos nosotros sobre nosotros mismos.

Los jóvenes, que aún tenéis la vida por delante, fiaros más de Dios, porque Él quiere hacer maravillas a través de nosotros. Si queréis seguir vuestros planes y no los que el Señor os plantea, al final, no disfrutaréis de lo que Él quiere. Fiaros un poco más de Él. Poneos más en sus manos. Preguntadle: «Señor, ¿Tú qué quieres de mí?».

9.- En este domingo se celebra el Día del Seminario, el día de las vocaciones sacerdotales. Vosotros soléis preguntar a vuestros hijos: ¿qué quieres ser de mayor?». Y ellos responden sus deseos.

La pregunta no está bien hecha; no hemos de preguntar qué quieres ser; más bien hemos de decirles: “Pídele al Señor que te diga qué quiere Él de ti”. Y siendo fieles a la voluntad del Señor saldremos ganando.

La Virgen María cambió sus planes; José cambió sus planes; Abrahán cambió sus planes. Gracias a esos cambios nosotros hoy podemos vivir la fe en Cristo Jesús y ser salvados.

10.- La Visita pastoral tiene el objetivo de revisar nuestra vida de cristianos. Es un encuentro de la comunidad con el Obispo y un encuentro fraterno entre los fieles. Un encuentro con unas características especiales; no es una simple celebración, es mucho más.

Hemos hecho la visita a los enfermos y ahora estamos celebrando esta eucaristía; después tendremos un encuentro parroquial, una asamblea entre todos para compartir nuestra fe, nuestros retos, nuestras preocupaciones pastorales; para preguntarnos cómo vivimos la fe y cómo la celebramos. También cómo la vivimos hacia fuera, cómo damos testimonio fuera. ¿Qué espera la sociedad de los cristianos hoy? A lo mejor están esperando un testimonio y una palabra que nosotros no damos.

En la Visita pastoral tenemos que preguntarnos estas dos grandes cuestiones: ¿Cómo tengo que vivir y celebrar mejor la fe? Y, ¿cómo dar mejor testimonio fuera, para transformar la sociedad a la luz del evangelio?

11.- Nuestra sociedad adolece de muchas cosas. Tenemos muchos problemas, hay situaciones duras y no solamente por la guerra, sino por las desigualdades sociales que existen: por la pobreza, no sólo la física, sino también intelectual, pobreza cultural, pobreza espiritual. Hay muchas pobrezas y los cristianos tenemos que aportar luz a esta sociedad, que está un poco desquiciada; que no valora la familia ni la vida humana; donde todo vale y cualquier opinión es tan importante como otra; donde no hay nada objetivo, donde no hay nada absoluto.

En esta sociedad que nos toca vivir es donde nosotros hemos de aportar nuestro granito de arena, nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor.

Pedimos al Señor que nos ayude a vivir como discípulos suyos y como misioneros, como testigos del evangelio. A san José y a la Virgen les decimos que intercedan por nosotros, para que actuemos como ellos, con fe, fiándonos de Dios y aceptando la voluntad de nuestro Señor. Que así sea.

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