NoticiaCuaresma La diócesis de Málaga, camino de la cruz Publicado: 11/03/2013: 4846 «Camino de la cruz» es lo que significa «Via Crucis» y durante este tiempo de Cuaresma son muchas las parroquias, arciprestazgos, hermandades, cofradías... que hacen este ejercicio de piedad, portando imágenes de Cristo o cruces. En el siguiente reportaje repasamos la historia del Vía Crucis y recorremos algunos de los organizados en la diócesis. El Vía Crucis es una devoción popular centrada en los misterios dolorosos de Cristo, que se contemplan, caminando y deteniéndose en catorce estaciones que representan los episodios más notables de la Pasión del Señor, desde el Pretorio al Calvario. En este tiempo de Cuaresma, muchas parroquias, arciprestazgos, hermandades y cofradías hacen este ejercicio de piedad popular y recuerdan, como afirmaba Benedicto XVI que «el Vía Crucis nos muestra un Dios que comparte los sufrimientos de los hombres». La difusión del ejercicio del Vía Crucis ha estado muy vinculada a la Orden franciscana. San Francisco compuso un Oficio de la Pasión de marcado carácter bíblico, que es como un «Vía crucis franciscano», y que rezaba a diario. Fue la Orden francisana la que, fiel al espíritu de su fundador, propagó esta devoción, tarea en la que destacó especialmente San Leonardo de Porto Maurizio. Una práctica religiosa de actualidad pues el sufrimiento de Jesús camino de la cruz nos lleva a mirar también el sufrimiento de hoy día. Benedicto XVI afirmaba en el Vía Crucis del 6 de abril de 2012, en el Coliseo Palatino, que «la experiencia del sufrimiento y de la cruz marca la humanidad, marca incluso la familia; cuántas veces el camino se hace fatigoso y difícil. Incomprensiones, divisiones, preocupaciones por el futuro de los hijos, enfermedades, dificultades de diverso tipo. En nuestro tiempo, además, la situación de muchas familias se ve agravada por la precariedad del trabajo y por otros efectos negativos de la crisis económica». EJERCICIO DEL VIA CRUCIS El sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado en todo tiempo su expresión en formas variadas de piedad que acompañan la vida sacramental de la Iglesia, como son la veneración de las reliquias, las visitas a los santuarios, las peregrinaciones, las procesiones, el Vía Crucis y el rosario. Según el Catecismo de la Iglesia Católica, «la Iglesia, a la luz de la fe, ilumina y favorece las formas auténticas de piedad popular». El Vía Crucis consta de 14 estaciones. Cada una de ellas se fija en un episodio de la Pasión del Señor. A veces se añade una decimoquinta, dedicada a la Resurrección del Señor, y también son cada vez más frecuentes los Vía Lucis, para el tiempo de Pascua de Resurrección. En la práctica de este ejercicio piadoso, las estaciones tienen un núcleo central, que consiste en el pasaje del Evangelio en el que se medita y contempla ese momento de la Pasión del Señor. Puede seguirle una pequeña predicación o la meditación silenciosa del pueblo. También se suelen hacer preces y oraciones, según las costumbres y tradiciones de las diferentes regiones o comunidades eclesiales. En Andalucía es muy conocida la jaculatoria «Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo». En la práctica comunitaria del Vía Crucis, al principio y al final, y mientas se va de una estación a otra, suelen introducirse algunos cantos. ORACIÓN INICIAL Vía Crucis en el Coliseo Romano, 6 de abril de 2012, presidido por el papa Benedicto XVI Jesús, en la hora en la que recordamos tu muerte, queremos fijar nuestra mirada de amor en los indecibles tormentos que has padecido. Tormentos condensados en aquel grito misterioso lanzado en la cruz antes de expirar: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Jesús, pareces un Dios eclipsado en el horizonte: el Hijo sin Padre, el Padre privado del Hijo. Aquel grito humano-divino tuyo, que desgarró el aire en el Gólgota, nos interroga y asombra todavía hoy, nos muestra que algo inaudito ha ocurrido. Algo salvífico: de la muerte ha brotado la vida, de las tinieblas, la luz, de la extrema división, la unidad. La sed de configurarnos contigo nos lleva a reconocerte abandonado, donde quiera que sea, de cualquier modo: en los dolores personales y en los colectivos, en las miserias de tu Iglesia y en las noches de la humanidad, para injertar tu vida siempre y en todo lugar, para propagar tu luz, establecer tu unidad. Hoy, como entonces, sin tu abandono, no habría Pascua. Amén. Autor: Encarni Llamas Fortes