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¡Bautizados, luego santos!

Publicado: 26/10/2011: 4401

•   El 1 de noviembre, una llamada a la santidad personal

La santidad no es privilegio de unos pocos. Desde el bautismo, todos estamos llamados a ser perfectos, “como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48). La vida de los que han sido elevados a los altares no es un camino sin mancha, sino una carrera de superación personal a través del servicio. Por eso, la santidad está también al alcance de nuestras manos.

La vida de muchos santos, dice san Pablo, está “oculta con Cristo en Dios” (Col 3, 3). Todos conocemos a personas que, por su manera de actuar, están muy cerca de la perfección evangélica. Sin embargo, no siempre estos “testigos de la fe” llegan a los altares. Pedro Sánchez Trujillo, delegado episcopal para la Causa de los Santos, afirma que iniciar y llevar a cabo un proceso de investigación para llegar a la certeza moral de que un bautizado murió de modo violento, por motivos de su fe; o vivió las virtudes cristianas “en grado heroico”, es laborioso y arduo. Aunque son pocas las causas que en nuestra diócesis están en marcha, el testimonio de todos ellos nos anima a decir: ¡Yo quiero ser santo!

BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN

La Delegación Episcopal para la Causa de los Santos tiene como misión atender, orientar y servir las demandas de las causas de beatificación y canonización de presuntos santos o mártires en nuestra diócesis. Estos procesos, explica Sánchez Trujillo, comprenden las causas de sacerdotes, religiosos y seglares que acabaron su vida en nuestra diócesis de Málaga. «Este trabajo contribuye también a despertar en los católicos la necesidad de contar con los santos de la Iglesia universal, y en particular con los de aquí, para tenerlos como intercesores, estímulo y modelo de vida cristiana. “Los santos, –como dice Benedicto XVI–, si se presentan adecuadamente en su dinamismo espiritual y en su realidad histórica, contribuyen a que sea más creíble y atractiva la palabra del Evangelio y la misión de la Iglesia”».

En nuestra diócesis, son pocas las causas de beatificación y canonización en marcha, al margen de los 215 presuntos mártires que se encuentran en la fase diocesana.   El delegado episcopal recuerda la del P. Tiburcio Arnaiz, que ya se encuentra en la fase romana; y la de don José Gálvez Ginachero, que se halla a la espera del nombramiento de nuevo postulador (la de D. Ángel Herrera Oria se lleva desde Madrid).

Preguntado sobre la dificultad de que un cristiano de a pie pueda llegar a ser oficialmente santo, Sánchez Trujillo afirma: «Que pueda llegar los altares no es difícil, pues tanto en la ciudad como en los pueblos hay laicos que “pasaron haciendo el bien” y que dejaron huellas de su espíritu, de fidelidad a Cristo y de su amor al prójimo, especialmente a los más necesitados, como los niños, enfermos y ancianos. Pero seglares malagueños que ya hayan llegado a los altares no conozco a ninguno, lo cual se explica porque hasta hoy no se tuvo tan en cuenta la “fama de santidad” de los laicos».

El delegado episcopal para la Causa de los Santos reconoce su deseo de que el “Año de la Fe”, –que Benedicto XVI proclamó el 11 de octubre de 2012, para conmemorar el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II– resaltó la llamada universal de todo bautizado a la santidad, como años antes había enseñado el siervo de Dios, José Soto Chuliá, con su escueta afirmación: “¡Bautizado, luego santo!” «Estamos llamados a descubrir que ser santo no está exclusivamente reservado a religiosos y sacerdotes», afirma Pedro.

¿Cómo reconocer a un santo? Sánchez Trujillo lo tiene claro: «En realidad, a los santos se les ve no de frente, sino de espalda, y se les conoce no tanto por la corona de gloria que ponemos a su persona, sino más bien por las huellas que dejaron sus pasos. Según este criterio, yo podría recordar a muchos insignes sacerdotes, a padres y madres de familia, a catequistas, a médicos y a maestros, a obreros y a mujeres “pegados a sus parroquias” que fueron “almas raíces” de muchos cristianos, que hoy viven la fe y practican el amor».

Si se trata de dar una pista sobre el camino hacia la santidad, el delegado episcopal reconoce que hay sólo una: Jesucristo, «el único camino imaginable, la autoentrega de Dios a los hombres, motivado por la más increíble locura de amor, que mente humana puede concebir. Los santos son hombres y mujeres agraciados con la sabiduría de la cruz, que acertaron en el negocio de dar y perder todo lo que no es Dios por sólo Él. Es cierto que la santidad no es un producto de mercado, sino la gracia que Dios Padre ofrece a los que tienen hambre y sed de ella, que se ponen en la búsqueda del que tenía que venir y todo hombre necesita para vivir, ser verdaderamente libre, ser feliz en su seguimiento, integrado en la comunión de la Iglesia».   Éste es un camino que comienza en los primeros pasos. ¿Hay un proyecto de vida mejor que ofrecer a nuestros hijos desde pequeños?


Puedes encontrar más información en el reportaje de Ana Mª Medina publicado en la revista "Diócesis"

Autor: diocesismalaga.es

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