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«El cariño de los sacerdotes por el Seminario es impresionante», por José Sánchez Herrera

Publicado: 18/01/2013: 1938

José Sánchez Herreraa ha sido Rector y formador del Seminario en dos etapas anteriores.

–¿Cómo nace la experiencia del Seminario Menor?

–Nació del deseo de muchos sacerdotes y del obispo de Málaga,
D. Ramón, que tras el cierre del Menor en los años 70 por falta de alumnos, se preocuparon por la pastoral vocacional, ya que había chicos que se planteaban ser sacerdotes, pero no eran suficientes para abrir un seminario tradicional. Por eso, nació la experiencia del Seminario Menor externo, donde era justamente al revés, vivían en sus casas y un fin de semana subían al Seminario.

–El Menor ha tenido la cercanía de los sacerdotes y del Seminario Mayor, ¿cómo lo ha vivido desde su responsabilidad?

–El cariño de los sacerdotes por el Seminario es impresionante y la colaboración en llamar, en suscitar, en preguntar, en invitar ha sido tremenda. Además, me ha ayudado a conocer a mis hermanos sacerdotes, siempre preocupados, sensibilizados y, a veces, también, con la impotencia de no saber que hacer.

–Como sacerdote, ¿qué ha aprendido de su experiencia como rector del Menor?

–El misterio de la vocación, Dios sigue llamando y llama en diversos decorados, a personas distintas y a edades muy tempranas. Me he encontrado con niños y adolescentes que tenían esa llamada y que la cuidaban y la deseaban. El adentrarse en el misterio de Dios que sigue suscitando y llamando a jóvenes a un trato de amistad muy especial con Él y a darles una tarea como es la del ministerio sacerdotal. Y una alegría porque he tenido el privilegio de escribir en las almas de los muchachos.

–¿Qué recuerdos le llegan al corazón cuando escucha Seminario Menor?

–Me llegan los rostros de muchos jóvenes y sus familias porque detrás de cada uno hay una familia que colabora, que reza y lo acompaña. Recuerdo a chicos que tenían claro lo que quería ser. Por otro lado, hoy me encuentro con padres de familia que recuerdan que estuvieron en el Menor y, además, me dicen que ha sido una experiencia inolvidable y que les encantaría que algunos de sus hijos fueran sacerdote. Y por último, el Menor me brindó la oportunidad de conocer a un estupendo sacerdote, Salvador Montes Marmolejo, fue el que lo inició, y justamente, al año cuando me hice cargo, murió de manera repentina. Salvador era un sacerdote bajito de estatura pero altísimo en estilo y espiritualidad sacerdotal
 

Autor: Juan J. Loza

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