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Pio XII (y III)

Publicado: 28/03/2019: 4554

El sacerdote Santiago Correa, profesor de Historia de la Iglesia, repasa los grandes hitos de la Historia de la cristiandad.

Pío XI, en los primeros años de su pontificado, firmó una serie de concordatos hábilmente preparados por los cardenales Gasparri y Pacelli como secretarios de Estado; los concordatos se firmaron con Letonia, Baviera, Polonia, Lituania, Rumanía, Prusia, Austria, Alemania y Yugoslavia. También se firmaron acuerdos parciales con Portugal Ecuador y Francia.

Pero tres grandes naciones crearon un gravísimo problema a la Iglesia. Y fueron Méjico, Rusia y España. En Méjico, el presidente Calles impone la constitución atea de 1917, desencadenando una furiosa persecución contra los sacerdotes católicos, muriendo mártires muchos de ellos. La persecución duró cuatro años (1925-29). En 1927, los campesinos mejicanos se levantaron en armas contra el gobierno y fue el comienzo de una guerra, la de los “cristeros”, que terminó en 1929. La represión gubernamental fue durísima y sanguinaria.

En la Rusia soviética, desde 1920, se desencadenó una cruel persecución contra los pocos católicos existentes y contra todas las religiones en nombre del ateísmo militante.

En España, los problemas se agravaron a partir de la República de 1931. El 11 de mayo, ardieron innumerables templos en Málaga, Madrid y otras ciudades, perdiéndose cuantiosos documentos y obras de arte. La Constitución laica sancionó la separación Iglesia y Estado. La Compañía de Jesús fue expulsada. Se prohibió la enseñanza religiosa. Periódicos como “El Debate” y el “ABC”, defensores del catolicismo, fueron suspendidos. Este sectarismo fue contrarrestado por Gil Robles en 1933. Con el triunfo del Frente Popular comenzó la guerra. Anarquistas y anticlericales saquearon iglesias. Más de 7.000 sacerdotes y un número indeterminado de seglares católicos, de monjas y de seminaristas fueron martirizados por odio a la religión. Desde Roma, el papa Pío XI sufría por lo ocurrido en España, tierra de mártires. Finalizada la guerra, la Iglesia Española lentamente pudo recuperarse.

Santiago Correa

Sacerdote Diocesano

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