NoticiaEntrevistas Hna. Belén de San José: «Lo importante del Año Teresiano es que se haya conectado con Jesús» Hermana Belén de San José · Autor: S. FENOSA Publicado: 13/10/2015: 12650 Un día tocó a las puertas del Monasterio de las Carmelitas de Málaga. Quien la conocía no le daba más de dos meses en el convento, pero el pasado 4 de octubre celebró 30 años de vida en el Carmelo. Ella es la Hna. Belén de San José y con ella celebramos la clausura del Año Teresiano. El 15 de octubre, a las 19.00 horas, tiene lugar la clausura del Año Teresiano en la Catedral, ¿qué ha supuesto este Año para usted? Una sorpresa muy grande. Nos hemos visto desbordadas por la cantidad de personas que han acudido a conocer a Santa Teresa y a conocer nuestra vida, desde parroquias, arciprestazgos, colegios, grupos de jóvenes… hasta profesionales del cine. A nivel personal, ha sido un año muy intenso, en el que hemos estado muy volcadas hacia fuera del convento, pero también ha sido un año muy rico, en el que hemos tenido la oportunidad de presentar a la Santa. En nuestro monasterio, en el que vivimos once monjas, la experiencia más bonita ha sido la oración de los terceros viernes de mes. Hasta en agosto, en plena feria, con un calor horroroso, la iglesia se llenó de personas a las que no conocíamos. ¿Ha removido Santa Teresa nuestra vida de oración en este Año Teresiano? Eso espero. La gente venía pidiendo que les enseñásemos a orar. La oración es lo más sencillo y esa misma sencillez muchas veces nos desarma y nos asusta. Santa Teresa nos dice que la vida cristiana se resuelve resolviendo el problema de la oración. Santa Teresa nunca buscaba ser la protagonista, ella siempre le cede el protagonismo al Señor. Lo importante es que la gente haya conectado con Jesús, que haya aprendido que la oración es sencilla, que es cuestión de amor, de saber encontrar esa presencia, de saberse habitado por el Señor y que lo pueden seguir haciendo siempre. ¿Cómo surgió la vocación de Hna. Belén? Mi vocación nació desde muy pequeña, pero la fui descubriendo poco a poco. Cuando tenía 6 años veía rezar por las noches a mi madre. Ella pensaba que yo estaba dormida, pero estaba despierta y escuchaba cómo rezaba en voz alta. Jamás utilizó una oración hecha, sino que hablaba con el Señor como un amigo con otro amigo y se dirigía a Él con absoluta confianza y a mí me encantaba escucharla. Después, mi profesora de Religión del Colegio de Gamarra nos decía que Jesús nos conocía uno a uno y nos acompañaba siempre. Nunca me he sentido sola. Yo creo que ahí nació mi vocación a la oración. Llamé a las puertas del convento pidiendo que me dejaran hacer una experiencia. Me dieron permiso, la hice. Volví a mi vida, incluso empecé a estudiar Medicina y, a los dos años, entré en el convento. Fue una gran sorpresa para todo el mundo.