Todo comenzó en 1510, los religiosos llegaron a la isla de la Española con el propósito de anunciar y propagar la fe. Al entrar en contacto con la realidad se dieron cuenta de que la situación en la que vivían los indios era de una tremenda injusticia: estaban siendo sometidos a duros trabajos por los conquistadores. Era un contrasentido anunciar la paz y la buena noticia y no lo dudaron un momento. Los dominicos decidieron denunciar públicamente los hechos. El día elegido fue el cuarto domingo de adviento, el 21 de diciembre de 1511. Después de la lectura del evangelio, fray Antonio Montesinos se subió al pulpito y gritó a las autoridades públicas de la isla:
“Decid, ¿con qué derecho y con que justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?, ¿con que autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas?, ¿cómo lo tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer?, ¿estos no son hombres?, ¿no estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? Acaso, ¿estos no son hombres?”

ANTECEDENTES

En septiembre de 1510, llegaron los 4 primeros dominicos a La Española. Pocos meses más tarde, desembarcaron un segundo y un tercer grupo. Así, se completó el número de 15 religiosos, tal y como el Rey había concedido en su Cédula de Arcos del 11 de febrero de 1509. Entre ellos, fray Antonio Montesinos. Formaron una comunidad, adoptaron un estilo de vida. Se insertaron en la realidad y se hicieron uno de tantos. Aquellos frailes fueron los herederos del carisma de Sto Domingo y contemplaron a Cristo en el pueblo indígena sufriente. Los dominicos no se callaron. Levantaron su voz, para ser la voz de los indios.

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Crítica de la película sobre Fray Montesinos “También la Lluvia”, aquí.