NoticiaMujer Mª del Socorro Astorga, mística y maestra de virtudes Mª del Socorro Astorga Publicado: 08/03/2021: 16237 Entre las mujeres ejemplares que ofrece la historia de la Iglesia de Málaga, se encuentra María del Socorro Astorga Liceras, natural de Archidona. María Claudia Josefa Astorga Liceras nació el 30 de octubre de 1769 en Archidona, Málaga. Fueron sus padres Francisco de Astorga Frías y María Rosa Juana Liceras de la Cueva. Habían contraído matrimonio el 28 de febrero de 1768. Religiosa Mínima, dejó valiosísimos escritos místicos y una gran labor de caridad. María Claudia fue la primogénita, quien vino a alegrar la felicidad del hogar. El 1 de noviembre de 1769 recibió las aguas bautismales en la parroquia de Santa Ana. Tuvo un hermano llamado Francisco María José, que murió siendo niño. Su madre María Rosa muere cuando ésta no había cumplido aún los 29 años. Su padre, que tenía entonces 34 años, al quedar viudo, contrajo segundas nupcias con María Cubero Vilches, de las que nacerían 3 hermanos más: Julián Alarife, Francisca y Juan de Astorga Cubero, famoso imaginero y restaurador. En 1777 María Claudia recibe por primera vez a Jesús Sacramentado y empieza a tener más luz y conocimiento de Dios. Un hecho marcará su vida. A los 10 años sufrió un percance: alguien accidentalmente le clavó unas tijeras en la mano. El dolor la dejó sin sentido. Cuando lo recuperó, se halló con los dedos “hecho garabatos”, con grandes dolores. Al escuchar el rezo del Rosario a la Virgen de los Dolores, le vinieron a la memoria los dolores de los clavos del Señor. La meditación en ese dolor del Señor le trajo tanto consuelo, que incluso comenzó a dar gracias por lo sucedido. Ante el temor de que pudiera quedar manca, una tía de su madre, muy devota de la Virgen, le aplicó un paño de aguardiente, encomendándola a la Virgen. Al instante comenzó a mover los dedos y amaneció con la mano curada. Solo un dedo le quedó algo encogido, sin estorbarle nada, como recuerdo de la gracia recibida. Dicha experiencia tan humana fue el inicio de un programa de vida espiritual dedicado a la meditación de la pasión del Señor. En 1781 fue pretendida por primera vez. Le escribieron un papel cortejándola para el estado de matrimonio. Acudió llorando a su dulce Madre, la Virgen de los Dolores, tal y como ella la llamaba, pidiéndole luz para conocer la voluntad de Dios. Mientras estaba orando, escuchó una voz que decía: no te quiero para ese estado, sino para esposa de mi Hijo. Se quedó sorprendida y llena de consuelo. El 28 de agosto de 1799 entra en el convento de Jesús María de la orden Mínima de Archidona y toma el nombre de sor María del Socorro. Los oficios que desempeñó en el monasterio fueron los de enfermera, portera y tornera, atendiendo a cuantos pobres acudían, dándoles hasta su propio alimento cuando no tenía nada para dar. El 23 de agosto de 1811, en una de sus experiencias místicas, siente un ardor tan grande en el corazón que parecía que el pecho le quemaba. Y el 27 de octubre del mismo año, su Amado Esposo le manifiesta el sentido de sus escritos: manifestar al mundo su gran misericordia y bondad, y el 30 de octubre del mismo año, recibe unas flechas de amor tan fuertes, que le herían y encendían tanto su alma, que le parecía que estaba fuera de sí. En julio de 1813 sus escritos se interrumpen y no continúan sin ningún motivo. ¿Enfermó gravemente o se perdió lo escrito en su último año de vida? Sea como fuere, lo cierto es que el 31 de marzo de 1814 falleció en olor de santidad a los 44 años de edad. La situación de la mujer a finales del siglo XVIII y primera mitad del XIX -que es la época que le tocó a vivir a sor María del Socorro- no varió mucho ya que la revolución liberal no supuso un cambio sustancial en la situación de la mujer, ni en la política (no podía votar ni ser votada), ni en su papel o rol social. La mujer siguió siendo el eje fundamental del hogar y de la familia. La incorporación de la mujer al mundo laboral fue escasa, aunque fue aumentando a medida que el país se fue transformando económicamente de forma lenta y discontinua. En el campo continuó su presencia en tareas agrícolas, y en el mundo industrial comenzó a ocupar puestos de baja cualificación y siempre de menos remuneración salarial. Y en las ciudades, el sector doméstico: criadas, nodrizas…, fue su principal destino laboral. María del Socorro fue una mujer que dejó desde el anonimato de la clausura una impronta más que notable en la sociedad de su época y hasta nuestros días, en la que se tiende a una relajación espiritual, a la banalidad, el hedonismo, un miedo a encontrarnos con nosotros mismos… Su testimonio de austeridad y vida cristiana demuestra la excepcionalidad de su persona y los buenos frutos alcanzados desde la entrega más radical al seguimiento de Cristo. Entre sus contemporáneos fue modelo de caridad cristiana, referente para su pueblo de Archidona y toda la comarca. Como los grandes santos, su fama de santidad se extendió muy pronto. Como los grandes escritores místicos españoles de siglos anteriores, sus escritos, que revelan su caridad heróica y extraordinarias gracias místicas, muy pronto comenzaron a ser leídos por muchos, extendiéndose su espiritualidad y carisma a sacerdotes, religiosos y seglares. En la ciudad de Archidona, la Iglesia de Málaga cuenta con una mujer, una religiosa, que cambia la historia de la espiritualidad española. Si bien se ha dicho y escrito tantas veces que el Siglo de Oro español fue el culmen de la mística española, aquí encontraremos a una mujer que, tras el auge del racionalismo dieciochesco y el liberalismo decimonónico, se yergue como una auténtica escritora mística y maestra en las virtudes teologales. Antonio Jesús Jiménez Sánchez