NoticiaCoronavirus LEOPOLDO GARRIDO. «La relación médico y abuelitos se ha estrechado más» Leopoldo Garrido, médico Publicado: 05/05/2020: 26210 Leopoldo Garrido es médico en una residencia de ancianos. Nos cuenta su experiencia en este tiempo de confinamiento, al lado de los más vulnerables en esta pandemia, sus abuelitos. Uno de estos días, llamaron a la puerta de la consulta. Era una abuelita que quería hablar conmigo: “Doctor no vengo a consultarle, solo quiero dejarle este presente que he hecho con mis propias manos”. Era un pulpo con 4 patitas hecho de lana. Le di las gracias y le pregunté por qué lo hacía.“Es en agradecimiento por esas visitas que nos hace aunque sean cortas” – me contestó. Una de las cosas buenas que nos ha traído esta pandemia es poner en valor la labor y el ejemplo que los más desvalidos realizan, sin saberlo, a otras personas. En mi profesión y trabajando en una residencia de ancianos he constatado que la relación médico-paciente (léase médico-abuelitos) se ha estrechado más que nunca. Dado que el confinamiento en sus habitaciones es muy tedioso, agradecen enormemente que se les haga una visita de 5 ó 10 minutos y hablar con ellos. Es curioso, solamente hablar. ¿De qué hablamos? Me gusta contarles alguna anécdota para alegrarles el tiempo que estamos juntos. Se pueden figurar que las anécdotas son las mismas de una habitación a otra. Para que no se entristezcan y no piensen en el aislamiento que viven, les pregunto sobre algún momento feliz de sus vidas, por ejemplo: ¿cómo conocieron a sus esposos/as? ¿en qué iglesia se casaron? ¿cuántos años hace? Esta pandemia me ha dado la oportunidad de conocerlos más estrechamente tanto espiritual como humanamente. Ellos, mis abuelitos, me han enseñado en estos días qué valoran más el componente espiritual y afectivo que sus enfermedades o dolencias corporales Una mañana les pedí que rezaran por mí, para que fuese mejor persona y para que el Señor me iluminase en mis diagnósticos. Desde entonces, siempre que entro en una habitación me dicen: “no olvidamos rezar por usted”, “que rezo por usted, ¡eh!”. Es de admirar cómo aceptan todo lo que la vida les envía. A veces, les comento que estoy preocupado por la situación actual y todos sin excepción me dan ánimos y me alientan a que tenga esperanza, que si ellos salieron de la postguerra, de esta situación también saldremos. Uno de estos días, llamaron a la puerta de la consulta. Era una abuelita que quería hablar conmigo: “Doctor no vengo a consultarle, solo quiero dejarle este presente que he hecho con mis propias manos”. Era un pulpo con 4 patitas hecho de lana. Le di las gracias y le pregunté por qué lo hacía.“Es en agradecimiento por esas visitas que nos hace aunque sean cortas” – me contestó. Les aseguro que, algo tan sencillo, ha sido uno de los regalos que más me han llegado al corazón.